
Dialogamos con el activista e investigador Adonis S. Cervera sobre el artículo 68 presente en el Proyecto de Reforma Constitucional.
-¿Cuál es el tema debatido? ¿Por qué resulta tan peliagudo?
El debate está en la modificación del concepto de “matrimonio”, que hasta la fecha en Cuba solo se legitimaba cuando ocurría entre un hombre y una mujer; y con esta modificación más inclusiva entran las denominadas “otredades”. Lo ideal sería terminar con la institución matrimonio (que es de esencia patriarcal), pero en cuestiones de legalidades y bienes es necesaria. Lo peliagudo del tema está en que en una sociedad machista, fálica y hetero-normativa, como la cubana, este cambio viene a mover una estructura y a crear aparentemente una crisis del patriarcado. La gente no ve más allá de sus narices, de sus individualidades, y romper la norma en un país con una estructura bien rígida en cuanto a amoldamiento, con temor a lo femenino (malinterpretado como lo débil), y que ha levantado sus muros con consignas de resistencia machina, este cambio de concepto puede ser un cuestionamiento y un desagravio histórico.
-¿Cuáles son los argumentos más significativos presentados por los defensores del A-68? ¿Cuántas posibilidades han tenido los defensores del A-68 para presentar y defender sus posturas? ¿Cuáles actitudes han prevalecido en estos?
Realmente del tema me he alimentado por las redes sociales, lo interesante sería ver cómo es abordado por los medios de comunicación en Cuba: los que llegan a todas las cubanas y los cubanos. Aclaro, sin demeritar a todo el activismo cibernético, dígase blogueros y demás. Creo que igual, las posturas visibles han sido emitidas desde la plataforma de la oficialidad y, por lo tanto, las campañas han sido más bien institucionales. Entonces, ¿qué posibilidades tienen los otros que no accedan a esos espacios, o les estén vedados, dentro de la Isla?
Los argumentos mayormente esgrimidos se enrumban sobre la necesidad de que se realice el cambio como un derecho humano. Las acciones han sido diversas, pero igual creo que desde la oficialidad. Los debates televisados muestran una diversidad de criterios y eso creo que también es sano, es un medidor.
-¿Cuáles resultan los argumentos más extendidos por parte de quiénes se oponen al A-68? ¿Cuántas posibilidades han tenido los detractores del A-68 para presentar y defender sus posturas? ¿Cuáles actitudes han prevalecido en estos?
En esta pregunta te digo que en esos argumentos que se oponen al artículo 68 prevalece la ignorancia, el desconocimiento, y claramente lo que te comentaba: el machismo. Las redes sociales también han sido un espacio para socializar campañas en contra, y además la estrategia de comunicación ha sido bien macabra. Lo comento por el video que se incluyó en el “Paquete Semanal”, un dispositivo accesible a la gran mayoría de la población cubana y en el que con argumentos muy básicos, primitivos, defendían la heterosexualidad absoluta como una verdad divina. Tanto como lo han hecho desde los templos religiosos de la Iglesia, y aquí no se podía esperar más; la Iglesia es uno de los instrumentos de control del “deber ser”, de la violencia simbólica bordieuana del patriarcado, que legitima el modelo cerrado de familia y desde donde se refuerza el discurso binario, de inequidad, de desigualdad.
Entonces, en este sentido, la Iglesia ha gozado de espacios públicos hacia la interior de sus templos para llevar a cabo una campaña en contra del artículo 68. Y lo más triste, sabiendo de sus mecanismos proselitistas en un país con fuertes carencias económicas, transmite de manera hegemónica todo el odio a lo que no consideran natural porque no cumple las leyes divinas del Dios patriarcal. Y ojo, en esos ámbitos de sistema de prestigio, la determinación de las identidades es muy fuerte, y el contrato sigue su trayectoria hacia un solo sentido. No hay negociaciones. O le entras y sigues formando parte de esta comunidad, o te sales. El salirse conllevaría al castigo y a la transgresión del tabú.
-¿Cómo se debió dirimir este enfrentamiento de posiciones? ¿Por qué no ha sido posible?
Todo debate, todo cambio, produce estas reacciones adversas. Es necesario e inevitable.
-¿Qué experiencia nos deja esto en cuanto a la cultura de diálogo y convivencia que demanda una nación civilizada, y que exige una República justa y democrática?
Esta situación, si analizas la realidad mundial y los cambios constantes que se suceden en ella, te repito es normal y necesaria. Todo cambio lleva reacciones. Creo que la novedad está en que esté ocurriendo en una Isla considerada por muchos como “detenida en el tiempo”.
Por otro lado, el modelo patriarcal que es consustancial a la esencia latina, tiene una influencia muy fuerte. Ni siquiera en las naciones donde se ha dado este gran paso de justicia, de equidad, de reconocimiento como derecho humano, ha sido una panacea. México, por ejemplo, el país donde vivo, sí aprobó la unión entre personas del mismo sexo no en todos los estados de la República; esto no significa que hayan cesado los crímenes de odio, los feminicidios. Ni siquiera en el mismo antiguo Distrito Federal, con zonas mal llamadas “de tolerancia”, se deja de discriminar. Una mirada, un comentario, un pensamiento, por ahí comienza. La cuestión está en que es un problema de la conciencia social, y hoy nos ha tocado a nosotros vivir el proceso revolucionario de cambio de mentalidades, de formación de nuevas generaciones que acepten y respeten y asuman la diversidad.
-¿Qué reclamo hacer ante esto?
El reclamo está en pensar mejor las acciones, en el diseño de políticas concretas que respalden esas acciones. En una mejor educación, más inclusiva, que en el aula va desde el profesor hasta el mismo alumnado, como hasta el contenido de los libros de textos que sirven de apoyo para impartir las materias y en los que es necesario se visibilicen, además, temas sensibles relacionados con el color de la piel y la orientación sexual y la identidad de género. El trabajo de las organizaciones políticas y de masas es esencial en un país centralizado. Y sobre todo, la constancia y el trabajo diario hacia la constitución de una nación diversa, inclusiva e incluyente, performática, más democrática.