
Quienes me conocen saben perfectamente que soy una persona que no me gusta perder el tiempo ni, mucho menos, hacérselo perder a los demás. Gasto mis energías en aquellas cosas que considero útiles y que me hacen feliz. A propósito de la reciente campaña en contra del “centrismo”, algunos amigos me han preguntado que si no pensaba “incursionar” en lo que ha pretendido ser presentado como un debate “político e ideológico” y que, en la práctica, ha terminado siendo, un capítulo más (otro más) de la ya larga y aburrida saga para criminalizar y aislar a personas que desean ejercer su derecho soberano a participar de la vida social y política de su país del modo que mejor lo consideren.
Si algo me disgusta de la campaña contra el “centrismo” no es precisamente la mención (implícita o explícita) a mi persona como vinculada a una supuesta conspiración judeo-masónica internacional (Soros mediante) para derrocar al gobierno cubano. A fin de cuentas, a quienes “les toca” saber sobre estas cosas, pues sencillamente, “deben saber”. Lo más lamentable de este asunto es la terrible pérdida de tiempo que entraña para la vida política del país. Y para más inri, se trata de una aburridísima pérdida de tiempo. Hemos visto desfilar ante nuestros ojos a varios mamarrachos disfrazados de mariscales de campo, “comandando” ejércitos de cartón. En el reverso de ese “teatro de operaciones” hay un país preñado de urgencias.
No es la primera vez que me veo inmerso en medio de un varapalo parecido, o medio parecido, a la actual campaña que tiene lugar contra el “centrismo”. Sectores de la Iglesia Católica hicieron lo mismo con motivo de mí apoyo público (y práctico) al diálogo entre Raúl Castro y Jaime Ortega, solo que a la inversa: entonces era un “cripto-raulista” y “oficial” de la contrainteligencia cubana. Y luego se encargaron de regarlo en mi barrio (Lenier es “chiva”), entre mis amigos y familiares en Miami, y entre mis familiares en Cuba. Todavía algunos me ven y se les corta la respiración.
Lo más patético y aberrante a que ha llegado esta reciente “campaña” es a la proyección de fotografías de Roberto Veiga, Elaine Díaz, Pavel Vidal, Fernando Rasverg, y de este servidor, en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (¡mi/nuestra entrañable FCOM!), presentándonos a todos como “subversores internos”. Como si de criminales de guerra se tratase. Es tan grotesco, y tendría tanta tela por donde cortar (y a tantas personas a las que ofender), que es mejor solo “marcar” el suceso y esperar el paso del tiempo.
En lo personal repito ahora, bien cortico, lo dicho por Roberto Veiga cuando fue acusado de ser “agente de la CIA” desde una publicación del Departamento Ideológico del PCC: estoy dispuesto a ser sometido al tribunal popular correspondiente por delitos contra la Seguridad del Estado. Ni más, ni menos. No me voy a ir de Cuba, y seguiré trabajando como he hecho siempre.
Todo lo demás, que es lo esencial, pueden leerlo en Espacio Laical (2005-2014) o en Cuba Posible (2015-2017).
Ya nada me espanta en la vida, como no sea asomarme al abismo insondable de la poesía de Fina, de Cintio o de Eliseo.
Un feliz día a todos (ya queda poco tiempo para la salida de la última temporada de Juego de Tronos). Enjoy it!
Carmen Román dice:
Lenier quienes se tienen que enfrentar a los tribunales son otros. Esos que están reproduciendo el triste papel de Pavón y los comisarios de tiempos grises. Gracias por este trabajo que tanto Veiga como tú están realizando. En los últimos meses Cuba Posible se ha demostrado como espacio necesario para el concierto y el debate de nuestra sociedad. Sigamos trabajando en ello.
P.d Si me permiten un paréntesis, creo que deberían mejorar la web, me cuesta mucho navegar en ella y hay algunos errores.
Saludos y buenos vientos