Ciegos y desleales

Estatua de José Martí en el Parque Central, La Habana. Foto: Dan Taylor-Watt

A cargo de Walter Espronceda Govantes

Publicado en Patria en 1892, el presente artículo constituye una prueba del posicionamiento de Martí en relación con la violencia como recurso para la obtención de la independencia y la soberanía, respectivamente, así como de la valoración que es justo hacer acerca de la persona que ha decidido, radicalmente, apelar a la guerra como recurso legítimo cuando se tiene plena conciencia de que la inutilidad metropolitana ha llegado a ser una verdad a voces.

Precisamente la noción de verdad es la que moviliza a Martí. Esa idea el autor la prueba con éxito en una síntesis de la cual también constituye una dimensión imprescindible el hombre como medio para emancipar la belleza de los ideales y el coraje de hacer patente la voluntad de obrar con radicalidad cuando la circunstancia lo requiera si del bien de la patria se trata.

Pero hay una clave fundamental en la metodología martiana en relación con el sistema guerra necesaria-verdad-decisión para el valor y valor para la decisión: la historia, esto es, las causas de las cosas. Martí conoce muy bien la historia del primer tercio del siglo XIX cubano y sabe a la perfección cuánta ceguera pueden exhibir los hombres buenos aún en instantes cruciales. Para ello ha reparado detenidamente en la diferencia entre la ceguera y la deslealtad. De quien vive aletargado se puede esperar en algún momento la reacción de provecho; del desleal únicamente cabe prepararse para la chapucería cobarde cuya única encomienda es ponerle frenos a la impronta del valiente. De ahí que Martí reconozca en la política el ámbito lógico de formación del ciudadano comprometido con su patria.

 

Ciegos y desleales

Por José Martí

La política es la verdad. La política es el conocimiento del país, la previsión de los conflictos lamentables o acomodos ineludibles entre sus factores diversos u opuestos, y el deber de allegar las fuerzas necesarias cuando la imposibilidad  patente del acomodo provoque y justifique el conflicto. Lo que se tiene en el corazón, lo que se saca del corazón del país, se dice con una fuerza que despierta a los montes dormidos, a los montes que ya se desperezan y engalanan: y el mérito es de la verdad, y no de quien la dice. El bello mensajero, de pintada palabra y alas de oro, irá como centella por el mundo, encendiendo las tumbas y los pueblos, y dormirá en la gloria: pero si la verdad falta a su voz, la palabra, como un vano cohete, caerá apagada a tierra, en el silencio de la noche.

Cuando se habla en nombre del país –o se dice lo que de veras dice el país, o se calla. Es lícito y honroso aborrecer la violencia, y predicar contra ella, mientras haya modo visible y racional de obtener sin violencia la justicia indispensable al bienestar del hombre; pero cuando se está convencido de que por la diferencia inevitable de los caracteres, por los intereses irreconciliables y distintos, por la diversidad, honda como la mar, de mente política y aspiraciones, no hay modo pacífico suficiente para obtener siquiera derechos mínimos en un pueblo donde estalla ya, en nueva plenitud, la capacidad sofocada –o es ciego el que sostiene, contra la verdad hirviente, el modo pacífico; o es desleal a su pueblo el que le ahoga la capacidad. No quiere a su pueblo el que se empeña en detenerlo en pleno mundo, a la hora en que los pueblos émulos y semejantes le toman ya la delantera. No quiere a su pueblo el que lo ve piafar, fuerte para el trabajo propio y útil, en los dinteles de la libertad y de la vida ¡y castra a su pueblo, y pone  a la diligencia de Jaén su pueblo castrado!

Pero el que esté convencido de la incapacidad irremediable de la política española para poner a Cuba, dentro del plazo vital, en posesión de sí, y en medio de la ruina creciente de la patria, mantenga y proclame contra su convicción la fe en el remedio de la política española; el que conozca la insuficiencia de una ley electoral burlona y mezquina para resolver los problemas improrrogables y totales del país, y cara a cara de la gravedad de éstos, defienda la ley afrentosa como remedio eficaz y aceptable para las angustias patrias; el que a la hora todavía oportuna en que su pueblo puede entrar, por el decoro de un esfuerzo feliz, en la competencia adelantada de las tierras de América, mantiene a sabiendas la política infecunda que lo sujeta a una metrópoli inútil, cuando pudiera aprovecharse la ocasión ya escasa de tomar puesto entre los pueblos competidores; el que por miedo a la verdad y al necesario sacrificio, contribuya a sostener, con su propia opinión, la esperanza hueca de un país de sangre viva y ociosa, y de necesidades impacientes, en una política sin pan ni porvenir, en una política sin seguridad y sin honor, en una política de quiebros y de bofetadas –ese  es culpable de veras, porque es desleal. Es desleal a su patria en la hora decisiva. Las oportunidades pasan por los pueblos, como para los hombres… Es lícito suponer que en nuestra tierra son más los ciegos que los desleales. ¿Qué decimos? ¿Habrá de veras, en la tierra de nuestras entrañas, algún desleal?

Sobre los autores
Walter Espronceda Govantes 44 Artículos escritos
José Martí 12 Artículos escritos
(La Habana, 28 de enero de 1853 - Dos Ríos, 19 de mayo de 1895) fue un político republicano democrático, pensador, escritor, periodista, filósofo y poeta cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra...
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