
-Hemos hablado de fondos, licencias, limitaciones. ¿Cómo gestionan ustedes esos fondos? ¿De qué manera logran realizar su trabajo entre tantas vicisitudes? ¿Aplican a concursos, préstamos bancarios, fundaciones, capital privado, ayudas estatales?
db Estudios: En Cuba, sacar adelante un proyecto resulta una tarea de alta complejidad. Los obstáculos son muchos: desde la notable burocracia que acompaña todo el proceso, hasta la poca cultura institucional de cómo manejar las vías alternativas de hacer cine en estos tiempos.
Por las características de nuestro proyecto, consagrado al apartado sonoro, no es posible aplicar a fondos, pues no promovemos un proyecto en específico, si no que ofertamos un servicio dentro de los mismos. ¿Cómo funcionamos? Con capital privado, o sea, el nuestro. Hicimos una inversión inicial, para la compra de equipamiento. Luego con nuestro propio trabajo y servicios fuimos creando un fondo común, que nos permitió actualizarnos tecnológicamente. Cada año salen al mercado nuevos micrófonos, grabadores, ordenadores, software, equipos con mejores prestaciones, por tanto, siempre hay “algo” que está en nuestra mira para adquirir y mejorar el servicio que ofrecemos; porque si te quedas atrás, nadie te contrata. Está claro que la falta de personalidad jurídica impide acceder a las distintas opciones que el país ofrece hoy a proyectos emprendedores. Por ejemplo, los préstamos bancarios tendríamos que solicitarlos a título personal, pero nuestra labor no está comprendida en los beneficios que ofrece esa modalidad en nuestro sistema bancario.
Espiral: Normalmente nos hemos dedicado a la post-filmación y no a la gestión de proyectos. El primer problema es: ¿a dónde acudir? Dentro de Cuba es bien difícil. Algunas instituciones apoyan proyectos musicales (videoclips, conciertos, etc.). Otras ofrecen pequeños presupuestos o ayudas en algún tipo de servicio. Las menos, te ponen en una cola para ver en qué momento se puede realizar tú proyecto, pero bajo sus condiciones y presupuestos. Aun así, cuando uno encuentra un sustento monetario, casi siempre tiene que ser canalizado a través de alguna empresa de “representación” que, además de cobrar un por ciento por hacer casi nada, sitúa todo ese presupuesto como ingresos personales, con todo el inconveniente que ello acarrea.
En caso de encontrar un apoyo fuera de Cuba el problema es otro: ¿cómo poner en manos de un particular cierta cantidad de dinero? Es decir, como tu empresa no existe legalmente, y no tienes cuenta en un banco, por tanto no hay a dónde enviar la transacción monetaria. La carencia de una identidad legal por parte de las “productoras independientes”, se convierte en un impedimento para la entrega de las ayudas y presupuestos.
Para esta segunda opción casi la única solución es asociar nuestro trabajo a alguna institución dedicada a la realización audiovisual, aunque esta no haya participado creativamente en nuestro proyecto, ni buscado el presupuesto para realizarlo; sin embargo, administra el dinero que hemos gestionado.
La carencia de mecanismos claros y viables dificulta mucho la realización de proyectos audiovisuales no institucionales. De hecho, puedo afirmar que en Cuba existe una capacidad mucho mayor que la cantidad de proyectos que llegan a realizarse. Se está desperdiciando parte del equipamiento existente y el conocimiento adquirido por los especialistas en las diferentes ramas de la realización audiovisual. Una demostración de estas posibilidades lo representa la gran cantidad de trabajos que se realizan al margen de las instituciones, a pesar de todas las trabas existentes.
DTS producciones: Al igual que las muchachas de sonido, nosotros no nos dedicamos a desarrollar proyectos. Por lo general, somos contratados por empresas estatales, vinculadas al turismo y la publicidad comercial. Realizamos las obras, o los servicios, y luego nos los pagan. También tenemos que destinar una parte de esos ingresos para mantener un fondo y adquirir equipamiento o tecnología. A menudo nos enfrentamos al problema de atrasos en los pagos por parte de RTV Comercial (que ya expliqué nos representaba legalmente), y podemos vernos obligados a un estancamiento productivo, ya que no disponemos de dinero suficiente para operaciones. Paralelamente, ofrecemos servicios a diferentes audiovisuales, muchos de carácter independiente como filmes, documentales y, sobre todo, videoclips. Dentro de dicha prestación de servicios, el que más solemos dar es el de Drone, que cada vez está más solicitado. Esto suele ser bastante complejo, ya que no se puede sobrevolar la ciudad sin la correspondiente autorización. Esa licencia hay que gestionarla con mucho tiempo de antelación (del que a veces no dispone el cliente, y podemos perderlo esperando por el permiso) ya que volar un drone sobre cualquier zona de Cuba tiene muchas restricciones de seguridad.
Ricardo Figueredo: La gestión de fondos resulta complicada, porque apenas existen en nuestro entorno. Hay pocos concursos nacionales que premien guiones. La “Muestra Joven” del ICAIC, realiza, casi con el pulmón afuera, un evento llamado “Haciendo Cine”, muy interesante porque invitan a las productoras “independientes” para que apoyen proyectos. Sin embargo, estas productoras son, en su mayoría, estudios que rentan equipamiento u ofrecen algún servicio y no están registradas legalmente; no porque no quieran, como aquí se ha dicho, si no, porque no pueden, pero resultan solo un paliativo que te facilita un área de la producción, pero no cubre el presupuesto de tu película. Si no logras realizar tu filme, no podrás beneficiarte de ese premio, que te garantiza una mezcla sonora, una post-producción digital, un trabajo de corrección de luces, o del color. Existe también el Festival de Gibara que tampoco es un fondo, es un premio internacional que juega entre el elitismo y la falsa humildad. Y entonces existen las embajadas, que son mal vistas por las altas esferas del gobierno. Muchas de estas embajadas han desarrollado proyectos cinematográficos de cineastas que no tienen para donde virarse, porque ni el ICAIC, ni RTV, ni el Ministerio de Cultura, financian películas fuera de sus intereses; que suelen ser bastante estrechos. Obstáculos abundan. Uno trata de hacer la película y aplicas a cuanto fondo aparece.
En 2016 comencé a financiarme mi documental La singular Historia de Juan sin nada, y lo primero que inicié fue una campaña de crowdfunding analógico para obtener un pequeño fondo que me ayudara impulsar la película. Durante el marco del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano hice una boleta con la información del proyecto que a cambio de poco dinero te hacía partícipe de mi proyecto. Recaudé alrededor de 1,000 CUC, con lo que inicié mi financiamiento (que un año después dio por resultado ese documental). Luego, no solo sería censurado, sino que también fue el causante de la separación de su centro escolar de la maestra que apareció en él. Estos también son obstáculos con los que debes contar. Este tipo de suceso me ha perseguido durante casi toda mi carrera como cineasta. En el año 2012 el querido cineasta Fernando Pérez se retira como presidente de la “Muestra Joven” por no estar de acuerdo con la censura del documental Despertar, que realicé junto a Anthony Bubaire. Aun así, estos obstáculos no dejan de sorprenderme.