
Por distintas razones (objetivas y subjetivas), los “Lineamientos” o proyecto de reforma económica elaborada en el marco conformado por los acuerdos del Partido Comunista de Cuba (PCC), no han posibilitado, con la celeridad requerida, que la economía se desenvuelva eficientemente y alcance crecimientos mayores y sostenibles. No manejaré estadísticas sobre su comportamiento actual: las divulgadas son suficientes. Tampoco me detendré en el análisis de los “Lineamientos”, ni en considerar sugerencias realizadas por varios de los talentosos economistas del patio. Creo que, en este momento, resulta innecesario reiterar lo conocido; aunque en ocasiones resulte útil.
La situación económica, si tenemos presente los deprimidos resultados que se alcanzan, no motivan al optimismo deseado. Han pasado más de siete años desde que se originaron los “Lineamientos”, y lo que hemos visto ha sido un lento acometimiento de los mismos; unido a temores e inseguridades acerca situaciones complejas en la economía, aunque estas deban ser solucionadas de manera inevitable(son los casos de la doble moneda o del sistema de comercio normado).
Hemos padecido excesos normativos y burocráticos acerca de la inversión extranjera; un desempeño limitado en hacer avanzar el cooperativismo en sectores no agropecuarios; ajustes y reajustes del trabajo por cuenta propia; paralización de las licencias a estos; industrias con necesidades de ampliación y modernización que no logran que se produzcan las inversiones requeridas; impedimentos para que inversionistas nacionales logren participar del proceso económico; etcétera. Súmese a todo lo anterior, el limitado alcance de los propios “Lineamientos”. Ese conjunto de elementos, junto a otros no considerados, han de valorarse también cuando se analizan los deprimidos resultados de la economía.
También es cierto que la economía atraviesa por difíciles circunstancias (endógenas y exógenas), que obstaculizan su mejor y más eficiente desempeño; sobre lo cual impactan los reducidos crecimientos.
Algunos de esos factores han sido, y son: las limitaciones financieras; los pagos a la deuda externa;los incumplimientos de planes productivos, entre ellos rubros exportables;los problemas con los aseguramientos económicos/productivos;la baja eficiencia y productividad;los fenómenos climáticos perjudiciales; yla caída de los servicios exportables de conocimientos humanos y del turismo extranjero; a lo que se suma el escaso nivel alcanzado por la inversión extranjera y, por supuesto, las afectaciones que ocasiona el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, que daña considerablemente al país.
Se conoce que a partes significativas de las potenciales fuerzas productivas del país, no se le facilitan mayores posibilidades de participación en el desarrollo de la economía, lo que no deja de ser inconveniente y una cuestión válida para analizar. Esto último resulta una cuestión controversial en una nación de pobre crecimiento económico, sin relevantes recursos naturales y limitaciones financieras, agredida o asediada económicamente, y víctima de los daños que ocasionan frecuentes eventos climáticos. A ello se suman consideraciones ideológicas que limitan mayores iniciativas y esfuerzos en la economía, y que mutilan el conveniente pragmatismo.
Si el deficitario crecimiento económico se encuentra influido, en alguna medida, por los propios “Lineamientos” del PCC, tendríamos entonces que re-analizarlos con gran objetividad; incluso, si fuese necesario, reconsiderando conceptos, su alcance y ritmo de implementación. El tiempo transcurre, unas veces para bien, y otras para mal; los logros económicos obtenidos son insuficientes, algunos son temporales y otros frágiles e inseguros. Esto causa escepticismo respecto al desempeño de la economía (por sus pobres resultados y lentitud de crecimiento).Si la rigidez se sustenta a partir de consideraciones político/ideológicas, es probable sea hora de revisar o proceder de manera diferente, con mayor flexibilidad; pues se hace impostergable alcanzar mayores ritmos de crecimiento económico.
En cualquier parte del mundo una economía exitosa es, ante todo, pragmática; la de Cuba debería serlo más, porque su situación lo reclama y no parece conveniente mantenerla amarrada a exageradas consideraciones políticas, menos en los momentos y circunstancias que se atraviesan.
El socialismo, para mostrar y confirmar sus ventajas, ha de accionar con todas sus posibilidades, porque solo mostrando una economía floreciente, moderna y sostenible, las personas lo abrazarán definitivamente. Sin embargo, a veces se olvida que la economía es la base fundamental de esa novedosa construcción social, a la que tanta gente aspira. Para toda acción político/económica (“hay momentos y momentos”), las circunstancias de hoy no serán las de mañana; lo que hoy limitas o restringes socialmente, mañana puede resultar urgente. La política y laeconomía no son inmutables; y las autoridades lo saben: se modifican ambas cuando las circunstancias lo exigen y pueden explicarse razones. Igualmente, las decisiones se toman mirando o proyectando el futuro, pero valorando fundamentalmente las necesidades presentes.
Para evitar significativas desproporciones económico/sociales, los gobiernos cuentan con disímiles posibilidades, sin tener que impedir que se pongan “en tensión” la mayor cantidad de recursos y fuerzas productivas existentes. No parece beneficioso, menos en las circunstancias actuales, limitar o impedir acciones económicas que puedan ser importantes. Cuando se origina un negocio por un emprendedor particular, y este utiliza capital, en la práctica busca rentabilidad y acumulación para garantizar la reproducción ampliada; es de suponer que persigan este objetivo y que obtengan, de lo contrario quiebran las cooperativas o los negocios privados.
Pero limitarlos excesivamente, previendo que no se acumulen excesos de ganancias, parece algo absurdo y contraproducente, perjudicándose al mismo gobierno; porque restringe nutrir las arcas públicas. Cada negocio posee un alcance determinado, una vez se consigue, el capital busca otros derroteros. Impedir que los excedentes de capital se desplacen a más de un negocio, para evitar “desproporciones sociales”, no parece ser una idea económica sensata. Tal política inhibirá a muchos a invertir, porque la medida implícitamente promueve desconfianza; cuando se sabe puede acudirse a otras vías con similar propósito. No parece lógico que las utilidades se acumulen en los sectores emergentes, y estos se vean obligados a “inmovilizarlas”, o a tener que emigrar.
Lo realista y conveniente en las actuales circunstancias es orientarse, con prontitud, a sacar al país del perjudicial laberinto económico en el que se encuentra desde hace años; comprendiendo, además, quelas extensas y corrosivas situaciones sociales se agudizan y hacen más adversas; todo ello podría llevar al país hacia una situación indeseada.
Es necesario conformar un modelo económico inclusivo, flexible y con disposición pragmática, donde prevalezca el mayor sentido común, o valor por lo práctico (pragmatismo), que permita expandir todos los sectores de la economía mixta. Las actividades político/ideológicas poseen sus propios y naturales espacios: considero que ahí es donde ha de concentrarse esta fundamentalmente. La economía ha encontrarse liberada de interferencias o excesos regulatorios no convenientes, que limiten acciones de fuerzas económicas y productivas nacionales. Siempre habrá tiempos pertinentes para ajustes y regulaciones, pero las prohibiciones actuales que se consignan a los emprendedores, no parecen ser las más apropiadas, ni las más convenientes económicamente.
Para garantizar equidad y justicia social existen variados y no pocos caminos, pero huyámosle a todo aquello pueda oponerse a hacer crecer y modernizar la economía u otorgarle pujanza. Es verdad que las situaciones cambian,a veces sorpresivamente(a Cuba le ocurrió, y de qué manera). La crisis vivida ha sido difícil de superar; aunque el país se encuentre en otro momento muy diferente, aun se perciben sus amplias y profundas secuelas económico/sociales.
Aquellas circunstancias de décadas atrás se caracterizaron por la solidaridad y la colaboración económica y científico/técnica, que en lo fundamental desapareció; el mundo actual es más pragmático, egoísta, a veces muy peligroso, contradictorio e inseguro. Tan es así que el capitalismo contemporáneo, con Estados Unidos a la cabeza, parece modificar sus políticas; ahora contrarias a las del libre comercio y la globalización neoliberal, reforzando posiciones nacionales y medidas proteccionistas.
Varios países de América Latina y el Caribe retroceden hacia sus conservadoras políticas anteriores, bajo el auspicio de sus oligarquías domésticas y Estados Unidos renueva su otrora influencia. Son razones para no subestimar; y deberían ofrecer a Cuba acicate para, a mediano plazo, contar, al menos, con una economía de mayores crecimientos, más eficiente, moderna, diversificada y sostenible, garante fundamental de la seguridad nacional.Políticos e ideólogos deberán concientizar, sobre todo los “atrincherados”en ciertas posiciones, que no puede subestimarse la urgencia del crecimiento económico y de las mejorías sociales. Deben acabar de entender que la permanenciade su propia ideología, depende de ese desarrollo económico y de los caminos que se asuman para alcanzar el éxito.