¡Qué nadie pueda escatimarnos un ápice de nuestro derecho para defender a Cuba!

Por otro lado, estoy seguro de que si dejamos la contienda por el presente y el futuro de Cuba a merced de estas criaturas, pronto experimentaremos el grotesco triunfo de una restauración “marco-rubiana”.  

Desde hace tiempo asistimos a un triste espectáculo, que no constituye una excepcionalidad entre nosotros; pero lamentablemente ahora transcurre, de manera impune, mientras el país necesitaría de sumar a todos los cubanos posibles, pues está en riesgo la integridad del futuro de la patria. Estos “figurines”, que pueden tener varios nombres, entre los cuales se destacan últimamente “los javieres” y “los eliercitos”, manipulan información, agreden la integridad de personas, hablan en nombre de Cuba –sin que el pueblo le haya conferido tal mandato-, y se empeñan -a toda costa- en privar al país de cualquier “sueño” y de toda “esperanza”.

Y lo más escandaloso, lo hacen en nombre de “la pureza” del socialismo y de la Revolución. Han afirmado que los ideales del socialismo y de la Revolución los compromete con la socialización de todo y con la igualdad entre todos; sin embargo, criminalizan toda palabra, toda idea, toda predica, toda aspiración, toda necesidad, que no emane del criterio una especie de “clérigos del sistema”.

En tal sentido, podríamos preguntarnos, ¿de qué socialización e igualdad hablan? Quizá se refieren sólo a la socialización y a la igualdad entre ellos mismos; o únicamente a la socialización de los intereses de esos “clérigos del sistema”. Siempre constituye una falsa que somos iguales y que garantizamos toda socialización, si no se consigue entender, aceptar e incorporar que el término “igualdad” sólo tiene sentido “entre distintos y diferentes”, y que el término “socialización”, de donde deviene “socialismo”, sólo se hace dinámica vital “a través de la convivencia civilizada y equitativa entre diversos”.

Por otro lado, no se cansan de afirmar que un sector de los cubanos que ellos atacan, donde quedo incorporado, somos herederos políticos del autonomismo del siglo XIX, tan criticado en aquel entonces por no pretender la independencia de Cuba, sino un mejoramiento del sistema colonial imperante. En este caso (si es que le ofrecemos validez a esa incongruente analogía), nos estarían acusando de querer mejorar el actual modelo socio-político cubano y no de una ruptura que pretenda transformarlo de forma radical. Sin embargo, a su vez, como si no fuera una contradicción o un sofisma, sostienen que somos “subversivos”. Para “argumentar” esto último, parlotean sobre amigos que tenemos dentro y fuera de Cuba, así como acerca de “financistas extranjeros” con los que hemos trabajado.

En cuanto a los amigos que poseo reitero, como hice hace más de un año a través de otro trabajo de esta índole, que sí son mis amigos y que procuraré cada día que seamos mejores amigos. Por otro lado, sobre el tema del financiamiento, me comprometo, en este momento, a que dentro de unas semanas haremos público con cuántas contrapartes financistas hemos trabajado y trabajaremos. Dejaré que denigren de cada una de ellas y después, si no he quedado incapacitado para hacerlo, haré público además con qué instituciones oficiales de este país trabajan en estos momentos esas mismas contrapartes. En este caso, veremos, entonces, ¿qué dirán?

Como parte de esa lógica poco racional o poco seria, afirman, igualmente, que muchos empleamos medios oscuros y procuramos confundir a buenos cubanos, para así dañar al pueblo. Al respeto, estoy convencido de que tal criterio sólo puede provenir de dos grandes errores que padecen esos “figurines”. El primero; estimar que los cubanos son tontos. El segundo; pensar que todos somos como ellos, o sea, capaces de creernos que se puede lograr credibilidad y confianza por medio de la manipulación y del desprecio.

Conozco a muchos de esos cubanos que ellos agraden, y puedo afirmar que ninguno de estos es poco claro, ni intenta confundir, ni desea el más mínimo daño para Cuba. En cuanto a mí posición socio-política, siempre he intentado la mayor transparencia posible. Ahora ratifico que no poseo ideología alguna y que siempre me esforzaré para jamás tenerla. Sólo me aferro a un ideal (una República de y para la justicia social) y a unos pocos principios sin los cuales este sería imposible (libertad personal, desarrollo humano, seguridad legal y social, democracia ciudadana, progreso económico, y equidad social).

Asimismo, todos pueden saber cómo concibo cada uno de estos conceptos, pues he escrito y hablado muchísimo sobre ellos. No obstante, mis ideas al respecto nunca serán pétreas, porque cada día procuro cincelarlas, desarrollarlas. Por otro lado, también quiero confirmar que, en cuanto a los instrumentos para realizar este ideal y estos principios, no tengo apego a ninguno de los que he propuesto. Estos siempre serán circunstanciales, porque nunca se refieren al fondo, o sea, al fundamento y al fin, sino a la forma que impone cada contexto, cada reto.

Aprovecho para opinar que estos “figurines de moda” jamás muestran y describen una idea suya. Casi siempre hablan sobre ideas de personalidades de la historia pasada y reciente, y de argumentos legítimos en otras etapas, que además han secuestrados para sí empleando recursos de poder. Sin embargo, lo hacen sólo para intentar brindarle autoridad a sus criterios y actitudes, que suelen ser la antítesis de todo ello. Del mismo modo apelan, de manera grosera, a épicas pasadas, para intentar coaptar el compromiso de los cubanos de hoy con las épicas que reclama este momento de la historia.

Otra de las creaciones de estos “traficantes de patriotismo”, al decir de Félix Varela, es que un universo muy plural de cubanos somos un “centro político” y, por ende, un conjunto de personas débiles y avariciosas, incluso capaces de la traición. Considero que ya es hora de decirles que cada cual puede estar del lado que mejor le parezca dentro de cualquier espectro socio-político que exista. En tanto, reconozco y acepto, con entusiasmo, que hayan cubanos de todos los matices ideo-políticos; incluso de centro. No obstante, esos “figurines” abundan en errores acerca de ese “centro” político que pretenden identificar.

El centro político suele existir por varias razones. Las dos más importante son las siguientes. La primera; porque surjan dos o más fuerzas políticas que ensanchen su presencia y representación social; mientras alguna organización política o varias de ellas, establecidas con suma anterioridad, se debilitan pero no pierden la presencia y representación social mínima indispensable, quedando así en medio de las nuevas fuerzas. La segunda; porque las asociaciones políticas tradicionales, enfrentadas, se petrifican y, de ese modo, cada una de ellas se orienta hacia una periferia de los intereses sociales (no importa el poder que tengan, pues el poder no siempre resulta hegemonía); y, por tanto, cuando cada una de ellas mira a la otra, suele ver en medio de ambas a un conjunto de nuevas dinámicas que luchan por vitalizar los intereses sociales.

En este sentido, podríamos llamar “centro” a esta nueva realidad socio-política, pero sólo desde el punto de vista “geométrico”. No sería posible llamarla “centro” en tanto perspectiva ideo-política equidistante de dos o más tendencias políticas que poseen una presencia social pujante. En este caso, no es que la nueva dinámica está al centro de otras dinámicas, sino que esas otras dinámicas ya van siendo residuales pero, como es lógico, no lo comprenden o aceptan, y eso las conduce a equívocos de esta índole.

Por otro lado, preciso que ese conjunto diverso de cubanos, que otros ven al centro (al observarlo desde la periferia de las necesidades sociales, y al margen de los más renovados y prometedores imaginarios ciudadanos), constituye “alguna especie de entidad”, que pueda ser de algún modo identificada como un todo, sólo porque existen fuerzas que no le permiten a la sociedad el desarrollo de necesidades demasiados elementales. Toda dinámica social convertida en centro, en estas condiciones, resulta artificial y su destino siempre resulta la aniquilación; pues el objetivo compartido sólo puede ser el logro de una síntesis social, legal e institucional, que posteriormente conducirá a los actores de ese supuesto centro hacia diferentes orientaciones en la tarea diaria de desarrollar los objetivos compartidos.

El acometido de cualquier centro socio-político que pueda llegar a existir siempre tenderá a la realización de la síntesis de aspiraciones contradictorias. Sin embargo, la síntesis no es más que un poder del espíritu. La acción es la selección, y la política es acción. En tanto, podemos afirmar que, en sentido estricto, el centro no existe en política. Cuando existe siempre constituye una expresión de graves distorsiones políticas que algunos se aferran en mantener, sin importarles los daños sociales que ocasionen.

En estos momentos quieren imponerse, por un lado “los javieres” y “los eliercitos”, etcétera; y por el otro lado los “marcos rubios”, etcétera. Ambos extremos constituyen dos cabezas de una misma bestia que se empeña en atormentar el alma cubana. Por otro lado, estoy seguro de que si dejamos la contienda por el presente y el futuro de Cuba a merced de estas criaturas, pronto experimentaremos el grotesco triunfo de una restauración “marco-rubiana”.

Asimismo, sostengo que me he apresurado en escribir estas ideas y posiciones, no para interpelar a esos “figurines”, ciertamente poco importantes, sino para solidarizarme con tantos buenos cubanos. En este momento, mi solidaridad especial para con Silvio Rodríguez, por los cuestionamientos recibidos durante las últimas horas; con Domingo Amuchástegui, por el trabajo que acaba de publicar; con Lennier López, por los insultos que ha recibido recientemente después haber expresado opiniones de este tipo.

¡Qué nadie pueda escatimarnos, nunca más, un ápice de nuestro derecho para defender a los cubanos y para trabajar a favor de esa República martiana, que cada día late con mayor fuerza en las entrañas de la Isla!

Sobre los autores
Roberto Veiga González 95 Artículos escritos
(Matanzas, 1964). Director de Cuba Posible. Licenciado en Derecho por la Universidad de Matanzas. Diplomado en Medios de Comunicación, por la Universidad Complutense de Madrid. Estudios curriculares correspondientes para un doctorado en Ciencias Pol...
1 COMENTARIO
  1. Carmen Román dice:

    Esta campaña no es nada más que la respuesta de un sector que no tiene la voluntad de trabajar por la unidad de la nación cubana. Roberto siento mucho respeto por tu trabajo pasado en Espacio Laical y acá en Cuba Posible, el vuestro es un esfuerzo que Cuba necesita y que los y las ciudadanas que tenemos a Martí y la República debemos defender. Que estos malos vientos no les paren. Sigan adelante, el futuro de Cuba es lo más importante.

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