Desigualdad en Cuba: ¿combatiendo la riqueza o la pobreza?

Contrario a lo que muchas veces parece asumirse en el debate nacional, reducir la desigualdad en Cuba no consiste, fundamentalmente, en comprimir la riqueza de quienes la tienen, sino en resolver la pobreza de quienes la padecen.

Foto: Gerry Balding/ (CC BY-NC-ND 2.0)

Reducir la desigualdad en Cuba requiere medidas de diverso tipo, pero no todas tienen la misma prioridad, ni similar urgencia. Contrario a lo que muchas veces parece asumirse en el debate nacional, reducir la desigualdad en Cuba no consiste, fundamentalmente, en comprimir la riqueza de quienes la tienen, sino en resolver la pobreza de quienes la padecen.

Para que no haya equívocos, no me parece éticamente apropiado que existan en el país personas y grupos sociales con niveles de ingreso y de riqueza 30 veces, o más, superiores al de muchos ciudadanos que son personas calificadas, decentes y trabajadoras; pero el imperativo ético que debe ser priorizado y las acciones de política para respaldarlo deben ser colocados en erradicar las causas de la pobreza y no tanto en aminorar la creación de riqueza que se produce dentro de la ley.

Establecer mecanismos de redistribución acreditados –como los impuestos- que permitan hacer transferencias de unos grupos a otros debe ser, sin duda, parte de las políticas nacionales para alcanzar una sociedad más equitativa. Es un componente para evitar altos niveles de concentración de los ingresos y de la riqueza, pero la prioridad debe colocarse en políticas que favorezcan incrementar el ingreso de quienes hoy son pobres.

La desigualdad siempre es un concepto relativo. En lo económico, se refiere a la diferencia en los niveles de vida entre personas y grupos, como resultado de procesos de distribución de ingresos y de riqueza.

En el mediano y largo plazos, la desigualdad económica pudiera expresarse como desigualdad social –por ejemplo, la re-estratificación social- y también como desigualdad política, por ejemplo, el desencanto de sectores sociales con la política y el resultante vacío participativo que no queda “desocupado”, sino que pudiera beneficiar a otros grupos sociales.

En la práctica, desigualdad y pobreza tienden a existir simultáneamente y están relacionadas entre sí, aunque se trata de dos conceptos distintos. No siempre ocurre de esa manera pues hay países donde existen niveles relativamente altos de desigualdad, pero la pobreza extendida no es significativa. Sin embargo, este no parece ser el caso de Cuba.

La existencia de bienes y servicios públicos de acceso universal (como la salud y la educación) han desempeñado un papel importante en evitar niveles masivos de pobreza y un crecimiento aun mayor de la desigualdad, pero mantener e incluso mejorar esos bienes y servicios públicos no va a reducir, por sí solo, la pobreza y la desigualdad en Cuba.

A pesar de la ausencia de datos oficiales actualizados sobre desigualdad y pobreza  -la última valoración del índice de Gini fue de 0,407 hace casi 20 años atrás y el nivel de pobreza estimado por especialistas es de aproximadamente el 25 por ciento de la población-,  Cuba parece encontrase en una situación donde la reducción de la pobreza y de la desigualdad deben ir de la mano.

Expresado en otros términos: existe pobreza porque determinados grupos sociales han sido colocados en una situación permanente de desigualdad que les impide superar la pobreza. Por esa razón, tratar de reducir la pobreza dependería de la modificación de la condición de desigualdad en la que viven esos grupos sociales.

En un país donde la mayoría de quienes reciben un ingreso son trabajadores asalariados, las causas de la pobreza y de la desigualdad deben ser buscadas en el mercado laboral. Es, esencialmente, un problema de bajos salarios. Dado el peso mayoritario que tiene el sector estatal en el empleo asalariado, es plausible asumir que los bajos salarios estatales parecen ser una causa central de los niveles de desigualdad y de pobreza.

Aunque las llamadas “líneas de pobreza” son una medición insuficiente y controvertida del nivel de pobreza de un país, es, de todas maneras, un dato que hay que tener en consideración. No existe un cálculo oficial de la “canasta básica” en Cuba, pero existen economistas cubanos que han realizado estudios de terreno, que aportan evidencia que, aunque obviamente no puede ser asumida como un reflejo estadístico preciso de la media nacional, permiten tener datos concretos para hacerse una representación de la desigualdad y de la pobreza.

Ese es el caso del estudio realizado en 2015 por la Dra. Blanca Munster basado en una muestra de hogares del Consejo Popular Santa Fe.  En ese estudio, el 96 por ciento de los hogares registraron ingresos per cápita iguales o menores de 420 pesos, en tanto el gasto mensual declarado por cada familia era de 1,955 pesos, de los cuales 1,710 pesos fueron gastos de alimentación.

El dato que debe ser retenido es que se necesitaban cuatro fuentes de ingreso promedio per cápita por cada núcleo familiar, simplemente para comer. Expresado de otra manera: el ingreso per cápita apenas cubría la cuarta parte de los gastos en alimentación de una familia.

Nótese que este tipo de estudios concretos ilustra una realidad que es mucho más compleja que la ilusión que pudieran ofrecer cifras como el salario estatal medio mensual que ha crecido en los últimos años, alcanzando un nivel de 687 pesos en 2015.

Hay un punto importante que debería ser entendido: reducir la pobreza y la desigualdad en Cuba no pasa, esencialmente, por medidas de redistribución social sino por transformar la esfera productiva, especialmente en lo relativo a la distribución primaria del ingreso. Resolver el problema en el sector estatal debería ser una prioridad y una urgencia.

Seguramente pudiera argumentarse que el sector estatal no puede pagar salarios más altos porque debe evitarse una potencial situación inflacionaria que acarrearía más pobreza y más desigualdad. Este es un argumento válido, pero no estoy abordando ahora las disfuncionalidades de una empresa estatal que ni siquiera es capaz de retribuirles a sus empleados el valor del “producto necesario” (valor producido por el trabajador para cubrir sus necesidades).

Estoy discutiendo ahora las causas de la pobreza y de la desigualdad, y la función que desempeña en ambos procesos la existencia de salarios muy bajos. Son discusiones que deben hacerse de manera integrada, pero lo que afirmo es que la pregunta “¿por qué hay pobreza en Cuba?”, tiene una respuesta directa en los bajos salarios y en ingresos asociados, como las jubilaciones.

Es importante entender cómo funciona la pobreza y la desigualdad. Claire Melamed, especialista de OXFAM, ha anotado una cuestión que me parece conveniente adoptar como marco general para abordar temas de desigualdad y de pobreza en Cuba: “Existen dos maneras muy diferentes de pensar en la desigualdad. La primera se enfoca en el rico. La segunda se enfoca en el pobre. La primera es sobre la que más escuchamos hablar. La segunda es la que verdaderamente importa”.

¿Por qué debería importarle –exactamente- a un obrero cubano que unos pocos “ricos” tuviesen más ingresos que muchos trabajadores “pobres”? (una respuesta como esa no es obvia, hay que explicarla);

¿Es que si esos “ricos” fueran despojados de su riqueza, mejoraría realmente ello la situación del trabajador “pobre”? (la redistribución pudiera ser parte de la solución, pero el problema es mucho más complejo)

De nuevo, expreso mi rechazo ético a la concentración de ingresos y riqueza en manos de unos pocos. Simplemente trato de llamar la atención sobre preguntas que me parecen de sentido común.

Resumiendo:

– La reducción de la desigualdad y la pobreza demandan la existencia de empresas –de cualquier tipo de propiedad- que sean capaces de sostener un mercado laboral con un salario medio que tenga, al menos, un nivel de entre tres y cuatro veces el actual, es decir, en el rango de 2,100 a 2,800 pesos mensuales. Crecer económicamente con equidad exige, en Cuba, contar con entidades productivas vigorosas y unidades presupuestadas eficientes que paguen buenos salarios.

– Un objetivo de política económica de esa magnitud probablemente exigiría una transformación más radical y más acelerada que la que parece haberse sugerido oficialmente hasta ahora. La reforma de la empresa estatal y la creación de un marco adecuado para la empresa privada nacional deberían ser dos áreas cruciales, y simultáneamente priorizadas, de la reforma económica. Creo que esta es una percepción compartida; lo interesante es la parsimonia con la que sigue discutiéndose sobre la posibilidad de una nueva ley de empresas y la inacción que se observa respecto a algo que ya ha sido políticamente admitido como política de Estado: la legalización y regulación adecuada de la empresa privada nacional.

Sobre los autores
Pedro Monreal González 55 Artículos escritos
(Guantánamo, 1958). Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana (1999). Estudios de posgrado en la Universidad del Sur de California (USC), La Jolla, Estados U...
9 COMENTARIOS
  1. Marlene Azor Hernández dice:

    Me parece excelente el análisis.Lo que me parece insólito, como señala el autor es que el estado no tome las medidas necesarias para hacer productiva la empresa estatal y la regulación en ley de la empresa estatal y de la privada. El monopolio estatal directo de la economía es un cáncer de la economía cubana.Por cierto, leí que el porcentaje de impuestos indirectos de Cuba es de 38.6%, no se entiende ese nivel de impuesto de país desarrollado en una sociedad empobrecida como la cubana.
    No es un asunto jurídico, es voluntad política o su ausencia para enfrentar el problema de la pobreza en el país.
    Coincido en que el bajo salario, hoy es la causa primera de la pobreza generalizada en el país y me parece adecuado además los rangos de salarios que sugiere el autor.

    • Pedro Monreal dice:

      Estimada Marlene,

      Gracias por tu comentario. Dos precisiones breves sobre los impuestos:

      1. La proporción de los impuestos en el PIB de Cuba es de 38,6%, lo cual es efectivamente elevada, a un nivel similar al de los países desarrollados.

      Sin embargo, eso no debe ser considerado -en principio- como algo negativo. Es un tema controversial en el marco de los estudios sobre el desarrollo. Hay especialistas que consideran que esos recursos pudieran utilizarse -por el sector privado- para hacer crecer la economía, mientras que otros especialistas afirman que el desarrollo necesita una intervención activa y costosa del sector público, incuyendo gastos en infraestructura, educación y salud.

      De hecho, un punto recurrente en los análisis sobre Africa, por ejemplo,es la consideracion de que hasta los gobiernos no logren establecer sistemas recaudatorios que permitan elevar el peso de los impuestos en el PIB, no podrá aspirarse al desarrollo.

      En el caso de Cuba, considero que existe una relación positiva entre esa elevada capacidad reacudatoria del Estado y los resultados, también con niveles muy altos, que se obtienen en los componentes de educacion y de salud del Indice de Desarollo Humano (IDH).

      2. Los impuestos son aproximadamente el 75% de los ingresos del presupuesto nacional. De ellos, el mas importante es un impuesto de tipo indirecto -el impuesto sobre las ventas- que representa casi el 35% del total de ingresos presupuestarios, son como unos 18 mil millones de pesos. El segundo impuesto en importancia es un impuesto directo -impuesto sobre utilidades- que es como el 10% de los ingresos totales. Esos son impuestos captados en el sector estatal, que en su conjunto aporta como el 94% del total de impuestos, mientras que el sector no estatal representa el 6%. Escribo estas cifras sin poder comprobarlas ahora, pero creo que son correctas.

      Cuando se compara con las partidas en que se emplean esos recursos (unos 11 mil millones en salud y mas de 8 mil millones en salud)parece quedar claro que resultaría muy difícil poder mantener bienes públicos fundamentales en Cuba, como la salud y la educación, en caso de que el estado redujera el peso de los impuestos en el PIB. En todo caso, esas dos actividades necesitan mas recursos que los que hoy se utilizan.

      Creo que con una reforma -en serio- de la empresa estatal y con una ampliación sustantiva del sector no-estatal, pudieran establecerse mercados laborales que, basados en más productividad, pudieran sostener mayores salarios. Es decir, no se necesitaría reducir la capacidad recaudatoria del Estado, que en cualquier caso seguirá siendo muy importante para el desarrollo del país.

      • Si se permitiese la sanidad y educación privada en Cuba, se liberarían recursos del estado, unos recursos que podrían emplearse en mejorar la sanidad y educación pública.

        De ese modo el rico pagaría por lo que recibe mientras que el pobre lo recibiría del estado, con lo que aumentaría la igualdad.

      • Marlene Azor Hernández dice:

        Mi pregunta es más concreta.¿Por qué no se considera una violación a los derechos ciudadanos que el impuesto indirecto sobre las ventas, me imagino que se incluya allí el IVA de las TRD CON UN 240% Y 260% sobre el valor real de los productos, frente a los salarios paupérrimos, los más bajos del hemisferio occidental?
        Im puestos altos estoy a favor pero no a la mayoría de la población con salarios y pensiones que no permiten la sobrevivencia.
        ¿Si no puedo sobrevivir, para qué me sirve la salud y la educación?
        Gracias por tu respuesta.

  2. Pedro Monreal dice:

    RECTIFICACION:

    Quise decir: Cuando se compara con las partidas en que se emplean esos recursos (unos 11 mil millones en salud y mas de 8 mil millones en EDUCACION)

  3. Las regulaciones impositivas cubanas darán como resultado un alto nivel de recaudación, pero de una moneda devaluada, sin poder de compra. La educación y la salud que se continúan esgrimiendo como los grandes logros están en estado pésimo. Basta visitar una escuela para ver pupitre rotos, pizarras descascaradas, baños tupidos y maestros clamando porque los padres, de sus recursos ayuden a reparar la escuela. De los hospitales es de sobra conocido en estado clamitoso en que se encuentran. Para gozar de todos esos servicios, además de contar con infraesructura en carreteras, acueductos, puertos y aeropuertos decentes, lo primero que hay que hacer no es subir slarios, sino tomar medidas para estimular la producción y si esas medidas conllevan la privatización en cualquier sector, con tal de que genee empleos y de ahí fuentes de ingreso parala población, no vacilar en adoptarlas, que es lo que ha pasado hasgta ahora. Pero se tiene miedo a que el ciudadano eleve su nivel de vida, se enriquezca. Ese desarrollo solo está permitido para unos pocos que se dan la gran vida, con hijos incluso estudiando en el extranjero y vacaciones por todo el mundo

  4. Por fin alguien habla del coeficiente de Gini, ese numerito que indica la desigualdad. El autor habla de 0,4 para Cuba, que es un país socialista. Comparémoslo con el valor de algunos países capitalistas:

    Noruega: 0,259
    Alemania: 0,3013
    Australia: 0,305
    Francia: 0,331
    Unión Europea: 0,306
    Italia: 0,3516
    Canadá: 0,321
    Reino Unido: 0,330
    España: 0,350
    Japón: 0,376
    VIetnam: 0,378
    Cuba: 0,4
    Estados Unidos: 0,469
    China: 0,614

    Recordemos que cuanto menor es el número, mayor igualdad.

    Que sirvan estos datos para desmontar el mito de que el Comunismo conduce a mayor igualdad.

    • Estimado, Noruega es de tendencia Socialdemócrata, y el Estado controla el 32% de las empresas más grandes del país (que cotizan en la bolsa). Su política de Bienestar entrega Salud, Educación y pensiones de la mayor calidad, entregadas por el Estado. Tiene altos impuestos, pero mantiene una eficiencia genial, combinando lo mejor de lo público, y lo privado. El Estado controla el petróleo, la energía, el alcohol, la banca, y otras industrias. Es el mejor país para vivir según muchos estudios. Su cultura es de cooperación, y hasta tienen palabras especiales para ello. Lo invito a conocer más de Noruega, y los países nórdicos, y así se quita esa visión partidista de un sector ideológico. Saludos!

  5. Luis salazar dice:

    Para distribuir riqueza hay que producirla y es aquí donde un estado debe manejar una apolítica donde participe el emprendedor como empresario y el trabajador. creo y estoy convencido que esta la CALVE

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