El desarrollo humano y la teoría de las necesidades en la trama migratoria cubana


INTROITO

Hoy es casi un lugar común afirmar que en Cuba hay un proceso de cambio. Una transformación que, en lo interno, reafirma un debate sobre las estrategias económicas seguidas hasta el momento, augurando un saldo tangible para la población cubana. Esa metamorfosis ocurre en un contexto global, que está sujeto a una racionalidad dominante de competencia ciega y de codicia según Max-Neef (1994); cuya principal característica es la anomia sistémica que simboliza la prevalencia de intereses de rentabilidad, dentro de un marco institucional normativo que promueve una solidaridad utilitaria (Hobsbawn, 1994). En esa trama se produce la “reconexión” de una Cuba, donde prevalece una estrategia política socialista que carece de una economía eficiente para generar soluciones que mitiguen los efectos de las fuerzas heterónomas que provienen del contexto internacional.

Una resultante de esta última contradicción es la migración internacional. Un proceso que en las últimas décadas, tácitamente se ha convertido en una estrategia de sobrevivencia, al mismo tiempo que el bienestar y la calidad de vida se han ido interpretando más a través de los ingresos y el consumo y menos a partir de la satisfacción de las necesidades humanas. Al parecer, en la estrategia socialista –como en otras latitudes latinoamericanas en donde se manifiesta un fenómeno migratorio–, los individuos perciben rendimientos negativos para su propia calidad de vida, a partir del déficit de ingresos y el bajo acceso a lógicas de consumo que, en el ámbito laboral, son muy difíciles de encontrar. Por otra parte, es una característica importante del contexto cubano que en esos rendimientos parecen no contemplarse los saldos referidos a la tasa de recursos humanos per cápita y los “satisfactores” que por medio de las políticas públicas están dirigidos a las necesidades humanas.  

Partiendo de esos argumentos, es posible referir que: el análisis de la migración cubana requiere de una actualización teórica. Una, que contemple la posición de Cuba en el contexto internacional; pero también, que deje detrás las polémicas posiciones políticas al enjuiciar o analizar el fenómeno porque este tiene causalidades políticas, económicas, sociales y culturales. Otra, que empiece a abordar el fenómeno migratorio con un carácter transnacional y que defina que: tanto a través de las remesas, como a través de las transferencias culturales, los migrantes están incidiendo –hasta ahora de manera indirecta–, en la sociedad cubana. Ello bien podría condicionar un cambio en los derechos de ciudadanía y sobre la comprensión de la nación cubana, porque ser cubano es tener el sentimiento, el concepto en las ideas (Ortíz, 1949). No es que Cuba sea para todos un sentimiento igual, pero en el presente ya resulta inefable que se siga pensando que los migrantes abandonaron la conciencia de ser cubanos y por tanto, no forman parte de una nación. Nótese que la Nación Cubana existe y se conformó hace mucho tiempo atrás.

Por otra parte, en un sentido histórico, resulta necesario que en esa actualización se contemplen los fracasos económicos reflejados en el sostenimiento de “distorsiones estructurales” (Torres, 2011), el mantenimiento de la Heterogeneidad Estructural (HE) y la Dependencia; aunque sin establecer que el principal condicionamiento es económico, porque existen representaciones sociales y determinantes inmediatas para los migrantes que se valoran a partir de las expectativas o rendimientos que estos tienen para alcanzar calidad de vida y bienestar. Valoración en la que no son determinantes los “satisfactores” de necesidades humanas contenidos en las políticas públicas de la estrategia de desarrollo socialista y sí lo son los esquemas culturales supranacionales que determinan la calidad de vida como acceso a bienes y el consumo. Esa contradicción es más bien política aunque tiene una raíz económica.  

Además, es preciso tener en cuenta las potencialidades de innovación y de capacidades que tiene la fuerza de trabajo para el desarrollo, una parte de la cual se desaprovecha a través del flujo migratorio y otra se soslaya a partir de no existir oportunidades desprejuiciadas de su incorporación al sistema socio-productivo con esquemas de pago y de ingresos adecuados a las capacidades. Este ensayo entonces, busca promover el debate sobre este fenómeno, para suscitar que la sabiduría llegue cuando sirve de mucho.  

APUNTES PARA EL DEBATE ACADÉMICO SOBRE MIGRACIÓN Y DESARROLLO

La migración en Cuba sigue teniendo un abordaje político; más concentrado en el conflicto que ha existido y que parece entrar en un proceso de distensión con Estados Unidos –aun cuando la migración cubana se dirige a diferentes latitudes–, y menos en la causalidad interna que origina determinantes inmediatas para la vida de las personas que deciden emigrar. Si se acepta esta afirmación, es posible entrever que resulta necesario un abordaje que contemple cómo se reconfiguran esas determinantes inmediatas para los migrantes en Cuba, y cuál es el proceso histórico que está detrás de ese fenómeno; así como sus consecuencias inmediatas.

A modo de ejemplo, en la coyuntura cubana actual, se debate más la influencia que tendría la Inversión Extranjera Directa (IED) en el desarrollo cubano, que los efectos de la migración para el crecimiento económico. Aquí se subrayan dos cuestiones respecto a esos efectos sin soslayar otros: a) la migración cubana es creciente e influye en el desenvolvimiento demográfico de manera directa; b) el flujo se sostiene con la salida de una fuerza de trabajo joven, con un porciento relativamente alto de personas calificadas. Ambos aspectos tienen una influencia muy importante en el corto plazo para el futuro del desarrollo en la Isla, en tanto se perpetúa un círculo vicioso dado por la disminución de la población económicamente activa, lo cual podría reproducir la dependencia al sistema de intercambio internacional y por ende a la IED, al mismo tiempo que disminuye la productividad y la capacidad de innovación interna.

Con respecto a lo anterior, es preciso reconocer que el desarrollo en Cuba tiene como características –también algunos países de Latinoamérica–, el mantener un sistema productivo con encadenamientos ineficientes, con baja productividad y baja innovación (Triana, 2008). La resultante del mantenimiento de esas “distorsiones estructurales”, es la pervivencia de la HE y de la Dependencia a los sistemas de intercambio mundial. En tal sentido, el actual proceso de reconexión de la Isla al sistema de intercambio mundial, legitima las cuestiones de: cuán eficiente fue la alternativa política que representa la Isla, en generar soluciones económicas endógenas y eficaces que disminuyeran, por una parte, la influencia de los intereses de rentabilidad y la solidaridad utilitaria; y por otra, en generar estrategias de desarrollo que superaran la HE y la Dependencia.

Esta última afirmación viene a descubrir lo que podría ser catalogado como la principal contradicción de la estrategia prevaleciente en Cuba y que está en la base del proceso migratorio: esto es, haber creado capacidades sociales (CS) –sería la sumatoria de indicadores de DH más las necesidades cubiertas por “satisfactores” contenidos en las políticas públicas–; que no son utilizadas ni en los marcos regulatorios, ni en la economía de una manera eficiente, por el déficit de oportunidades para desarrollar las habilidades y competencias adquiridas de modo que la mayoría de las personas percibiesen “satisfactores” a necesidades inmediatas.

En este sentido, proponer un desarrollo endógeno con logros de productividad y progreso tecnológico a partir de la incorporación de las CS logradas en la Isla, es un desafío actual. Reto que enfrenta hoy un obstáculo incipiente: los efectos de la incorporación de actores supranacionales –que reproducen un tipo de geopolítica– por la necesidad de búsqueda de financiamientos y capital en los marcos de una HE. Es un desafío porque en un ambiente de DH, existen estímulos sociales que reconocen procesos de desarticulación, como: el crecimiento de las desigualdades y la pobreza, la diferenciación social, la segregación urbana y decrecimiento de los ingresos, en un contexto global donde la percepción de bienestar se relaciona con el consumo.

El dilema de la geopolítica de la apropiación diferencial de la riqueza o de las fuerzas heterónomas que conducen a la dependencia parecía superado. Sin embargo, ese dilema hoy parece cuestionar al nivel de las representaciones sociales, las fortalezas de una concepción socialista que define el bienestar como acceso a condiciones de vida dignas y creación de capacidades, para enfrentar lo que Scribano, (2008) plantea como “una metamorfosis del poder al nivel de las relaciones sociales”. Esto es, estímulos sociales que representan la movilidad social y el bienestar a través de sensaciones de acceso a consumo provenientes de países centrales, quedando la acción social sometida a fuerzas heterónomas, no del todo palpables (Scribano, 2008), y que van reproduciendo una solidaridad utilitarista en ausencia de clases o grupos que concentran el ingreso como resultado de actividades productivas.

En relación a esta problemática, los intentos de dilucidar las causas de la migración, sus características e implicaciones, necesitan tener en cuenta que el cubano, es un ámbito que teóricamente trasciende las relaciones sociales de producción propiamente capitalistas, pero que a la vez se vincula con estas a través del intercambio internacional. Ello, especialmente ha influido en la reducción de las brechas socio-productivas; e incide en la principal reivindicación del impulso al DH. Aun cuando Veltmeyer y Rushton (2012) afirman que el caso cubano es uno en el que se ha logrado una estrategia socialista de DH, las relaciones de intercambio desigual (Bernstein, 1982) en las que Cuba continúa insertada –un aspecto de lo cual son las deudas externas–, perpetúan el problema de que no hay un excedente disponible para satisfacer formas diferenciadas de consumo y cubrir inversiones al mismo tiempo porque no hay productividad (Furtado, 1984).

Es precisamente esta limitante endógena la que explica la inestabilidad en torno a la sustentabilidad del DH. Tómese en consideración que, en condiciones de baja productividad, la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población reclama el empleo de una proporción elevada de la capacidad productiva. Más todavía, bajo un prisma de DH, al acrecentarse dichas necesidades, tiende a producirse una creciente y a la postre insostenible inestabilidad en los procesos de redistribución.

Son estos procesos los que le dan cuerpo a la noción de limitación relativa del consumo para explicar la migración en Cuba. Nótese que no se aborda la lógica neoclásica de “privación relativa”: maximización de utilidades y de beneficios absolutos en referencia a otros grupos –lógica propuesta por la Nueva Economía de la Migración (Stark y Taylor, 1989). La hipótesis que le da cuerpo a este término, es que existe una percepción de rendimientos que consiente una relación de costos-beneficios en analogía a las “determinantes próximas” (Arango, 2003, p.21) que enfrentan los migrantes. Donde no solo las diferencias salariales son causas que revelan la elección racional, la maximización de la utilidad, los rendimientos netos esperados, la movilidad de factores y las diferencias salariales; como lo hace el paradigma neoclásico.

La percepción de rendimientos se traduce en las nociones de bienestar y de calidad de vida que matizan el comportamiento social de los individuos. En cuanto a ellas, a partir de que existen interpretaciones diferenciadas por los grupos, la percepción de rendimientos no se circunscribe en este caso a la movilidad de los factores productivos. Más bien se orienta a las “determinantes próximas” constatables en los ambientes urbanos: a) tejido cultural desde el cual emanan los símbolos y referentes que le dan significado a la vida social; y b) las externalidades negativas del crecimiento. En relación a esto último, la IED se asume en el presente cubano como una solución, pero para evitar esas externalidades, resultaría necesario un marco regulatorio que precisamente evada la aparición de una nueva causalidad en la migración (contaminación ambiental, economías duales, segregación socio-espacial, exclusión y discriminación, uso irracional de los recursos, entre otras).

En este caso, la elección racional asociada al acto de migrar, se entiende sujeta a metas, objetivos y propósitos que aquí se resumen como expectativas; en las que inciden los factores estructurales como una condicionante. En este ámbito, no se puede eludir el peso que tienen las diferencias salariales y las consecuencias de la segmentación de los mercados laborales. Sin embargo, en esa elección racional inciden los símbolos y referentes que le dan significado a la vida social. Los mismos que, en el plano cultural, aluden a la asimilación de nociones socialmente aprehendidas sobre bienestar y calidad de vida, que componen las necesidades generalizadas que se tratan de satisfacer en la relación ingresos-consumo.

La tesis que se ha defendido en artículos previos sobre la limitación relativa del consumo, es que: el déficit de ingresos y la ausencia de “satisfactores” (Max-Neef, 1994) para compensar las necesidades del consumo, son parcialmente suplidos a través de los flujos migratorios. Bajo estas circunstancias, se generan dos modalidades migratorias: a) la llamada “migración económica”, referida a la salida creciente de población en edad laboral que busca mecanismos de movilidad social allende las fronteras, y b) la denominada exportación de servicios intensivos, que alude al intercambio de fuerza de trabajo calificada por divisas. Ambas modalidades migratorias intentan mitigar —que no resolver— los efectos de las distorsiones estructurales.

Hay que tener en cuenta que en Cuba se manifiesta un deterioro paulatino de la fuerza de trabajo, en virtud de que sus ingresos directos no logran cubrir la transferencia al consumo familiar o doméstico de los precios de las mercancías internacionales a través de las importaciones (más allá de una limitada canasta de productos de consumo básico). Según Vidal (2008), los ingresos y los salarios son variables dependientes que condicionan la situación de pobreza de amplios sectores de la población.

Esta visión reconoce rasgos de la heterogeneidad en la Isla que propician la emigración, en un entorno socioeconómico, donde un sesgo importante lo va a constituir la “exportación” de niveles de conocimientos ?por el peso que tienen en la balanza comercial? y la transferencia o “exportación” de fuerza de trabajo, incluyendo bonos demográficos, hacia otras latitudes. Se trata, en el fondo, de “aportes” o traspasos netos de la sociedad de origen a las sociedades receptoras que, en el mediano y largo plazos, se traducen en una transferencia de excedentes y en una pérdida potencial de recursos y capacidades para el desarrollo de la Isla.

La exportación de servicios intensivos cumple un papel fundamental en esta última perspectiva. Se trata, en esencia, de la promoción institucional de la exportación de fuerza de trabajo calificada para la obtención de divisas. Esta opción migratoria está incluida en la más reciente gestión del Estado en pro de la actualización del modelo económico cubano. Más allá de la concepción inicial de esta política, como una oferta solidaria de servicios en el marco del internacionalismo socialista, por esta vía se pretenden utilizar los excedentes de fuerza de trabajo calificada que no pueden ser aprovechados internamente para compensar las distorsiones estructurales que acusa el aparato productivo. Asimismo, atendiendo a las expectativas de consumo y movilidad social de quienes participan en esta actividad, se promueve una migración de retorno o temporal modulada a través de las proyecciones de política exterior del Estado cubano.

En el debate actual sobre migración y desarrollo en Cuba, resulta necesario tener en cuenta las particularidades del fenómeno arriba descritas, para así evitar la adecuación forzada y no sustancial de teorías elaboradas para explicar otros contextos (ej. Push-Pull, Nueva Economía de la Migración, Migración Forzada, Economías Duales, Privación Relativa). Los estudios que se han centrado en explicar las causas de la emigración por determinantes meramente políticas o económicas, o que han hecho uso de cifras estadísticas para describir la migración cubana, siguen siendo antecedentes importantes, pero con carencias en lo relativo a una comprensión teórica del fenómeno.

TEMAS DE INVESTIGACIÓN, LÓGICAS DE ANÁLISIS E IDEAS INELUDIBLES

Aun cuando parece muy pretensioso este último subtítulo, lo que se busca en este apartado es proponer temas de investigación y lógicas de análisis que puedan ser útiles para promover un mayor entendimiento sobre la migración cubana. Atendiendo a las lógicas de DH y la teoría de las necesidades, aquí se proponen además ideas que de difundirse y centrarse en el debate público, resultarían de especial beneficio para ahondar en un fenómeno que particularmente incide en la nación. Un propósito importante de este intento, es lograr la atención sobre estos temas particulares, de modo que se gestionen proyectos e ideas que puedan favorecer el desarrollo de la investigación, así como la elaboración de políticas públicas.

Un aspecto de primer orden, es la correlación entre el desarrollo humano y la migración. Correlación que evidencia una contradicción que siempre se encuentran los estudiosos al abordar el tema cubano y que pocas veces ha sido respondida: ¿por qué emigran desde una estrategia socialista de desarrollo humano a sociedades con carencias y limitaciones en cuanto al DH? Una de las respuestas a investigar, es que las políticas públicas no cubren en su totalidad, en tanto “satisfactores”, las necesidades humanas. En este sentido, resultaría importante determinar cuáles son las necesidades que sí cubren las políticas y cuáles no; y en esa valoración es importante estimar la percepción de los migrantes y de sus familias. Ya existen investigaciones, en tanto antecedentes, sobre las “representaciones sociales” y “la percepción de rendimientos”; sin embargo, aún no son investigaciones que sistematicen el conjunto de necesidades no cubiertas y satisfechas y el modo en que son cubiertas o no satisfechas esas necesidades.

En una estrategia de desarrollo centrada en el ser humano, podrían reformularse las políticas en relación a cuáles son las necesidades que no encuentran “satisfactores” y en las soluciones múltiples que pueden elaborarse para desarrollar “satisfactores” sinérgicos, no solo contenidos en las políticas públicas sino en la gestión y participación de actores que viven dentro de las fronteras nacionales y de otros que viven más allá de esos límites.

En relación a lo anterior, resulta necesario tener en cuenta que las necesidades difieren de los “satisfactores”; y también, que es humano tener necesidades. Tomando por ejemplo los criterios del teórico de las necesidades humanas Max-Neef (1994) existen necesidades axiológicas como: creación, subsistencia, participación, identidad, protección, ocio y entendimiento; que se complementan con necesidades existenciales como: tener, hacer, estar y ser. Así, existen “satisfactores” necesarios para cada una de esas necesidades, los cuales pueden ser sinérgicos –satisfacen varias necesidades–, o son pseudo-“satisfactores” –cubren de manera supuesta una necesidad, más no de forma real–.

A modo de ejemplo, una pregunta de investigación podría ser: ¿qué “satisfactores” encuentran los migrantes para cubrir la necesidad de subsistencia? Metodológicamente, los indicadores permitirían construir varios tipos de instrumentos, tanto cualitativos como cuantitativos para reconocer si: ¿los migrantes tienen una alimentación saludable?, ¿tienen trabajo?, ¿ingresos apropiados al costo de la vida?, ¿acceso a recursos naturales?, ¿ambientes libres de contaminación?, ¿si pueden trabajar de manera creativa, innovar? ¿Si viven en un ambiente saludable, si tienen salud física?. Y con ello, se podría valorar cuáles son las determinantes que inciden más en lo relativo a la decisión de emigrar.

Otra pregunta de investigación podría ser: ¿qué “satisfactores” encuentran los migrantes o la población cubana respecto a la necesidad de protección?, ¿están insertos en sistemas de ahorro adecuados?, ¿en sistemas de seguros?, ¿tienen seguridad social?, ¿conocen las legislaciones por medio de las cuales pueden hacer ejercer sus derechos y deberes?, ¿tienen un hogar?, ¿una vivienda?, ¿una familia?, ¿reciben los beneficios de los servicios públicos?, ¿viven en un espacio de distribución urbana adecuada?, ¿toman decisiones?, ¿cooperan?, ¿se afilian?, ¿dialogan?, entre otros.

Este tipo de análisis superaría la reiterada interpretación basada en caracterizar las condicionantes como económicas o políticas, por ejemplo, y le imprimiría al abordaje de la migración una contextualización que puede influir, reiteramos, en la elaboración de las políticas públicas. En muchos casos el soslayo y animadversión política a los migrantes y de las autoridades a las que le compete trabajar con ellos, radica en el desconocimiento de todas estas causalidades y en el resumen político que muchas veces se hace sobre personas que buscan cambiar sus vidas sin ser responsables de encontrar o no esos “satisfactores” en la sociedad. De manera global, el análisis de los “satisfactores” para las necesidades humanas, su presencia y déficits es un tema de investigación por desarrollarse. Por una parte, este tema tributa a la percepción de rendimientos respecto al bienestar y la calidad de vida; por otra, al alcance de las políticas públicas, y con respecto a las dinámicas de la pobreza y la desigualdad en Cuba.

Otro tema de investigación que resulta necesario para comprender la migración cubana, es el relativo a la ciudadanía y los derechos de los migrantes. Es conocido que existen instituciones internacionales tanto gubernamentales como de la sociedad civil y académicas, que hacen un énfasis en cómo los migrantes se organizan e influyen ante distintas entidades y organizaciones para proteger sus derechos. En el caso de la migración cubana, otra vez como resultado de la politización de este fenómeno, existe una fragmentación visible que perjudica los procesos de inserción en otras sociedades, así como la posibilidad del retorno al país de origen.

En cuanto a la ciudadanía, es necesario desarrollar investigaciones que permitan reconocer el carácter transnacional de la migración cubana. En este sentido, se debe pensar en lógicas en las que existan canales de comunicación efectivos para atender a las necesidades de los migrantes fuera de los límites geográficos de Cuba. También, paulatinamente ha de procurarse determinar formas de asociación y organización que permitan desarrollar un capital social migrante, que pueda tener cierta influencia en las estrategias de desarrollo local o regional. Son conocidos los casos de discriminación contra los migrantes cubanos incluso de manera institucional en otras latitudes; los estereotipos sobre hombres y mujeres y la actitud de algunas sociedades que rechazan incluso de manera violenta a los migrantes de la Isla. Migrantes que quedan desprotegidos muchas veces por no tener amparo jurídico o institucional.

En este sentido, existe una vieja discusión en el debate “migración y desarrollo” y versa sobre el papel que tienen los migrantes en el desarrollo y el rol de la remesa, sus usos y efectos en los países de origen. Sigue siendo una oportunidad de investigación el desarrollar proyectos productivos, la inversión y el financiamiento o micro-financiamiento del desarrollo desde la comunidad migrante. Ello, como una alternativa más consecuente con un tipo de inversión en la que se refrendan los intereses cubanos y no de las grandes compañías transnacionales, o actores que por su naturaleza buscan más un interés de utilidad y menos un tipo de inversión que tenga derramas multidireccionales en la economía cubana. Claro está que para ello se requiere de un cambio de mentalidad en las instituciones que atienden esos temas, y más aún, de las personas que los desempeñan. También el cambio en la concepción absolutista sobre ciudadanía.

Ciertamente, el tema de los recursos humanos en Cuba es otro asunto de investigación: ¿cómo se incluyen en los procesos económicos?, ¿cómo pueden satisfacer necesidades con sus ingresos y cuál es su capacidad de innovación o de emprendimiento? A modo de ejemplo, resulta contradictorio que en Cuba existe inseguridad alimentaria teniendo profesionales de la agricultura y la ganadería que prestan servicios en otros países con resultados positivos en el incremento de la productividad. En el caso de la migración, el no prestar atención a la salida de profesionales con capacidad de gestionar y desarrollar estrategias desconcentradas de crecimiento, es un desliz que tendrá consecuencias futuras. Y la solución a esa salida de profesionales no es la retención en frontera o medidas coercitivas como ha solido suceder en ocasiones, sino la creación de mecanismos de participación y de toma de decisiones en los que diferentes actores, o factores humanos de la cubanidad según Ortiz (1949), deciden sobre una estrategia centrada en el ser humano.

Otro tema de investigación es el trans-nacionalismo. Hoy existen comunidades de cubanos en varios continentes. La transferencia cultural ha sido amplia. Dentro de este tema, una cuestión relevante son los efectos que tiene la migración sobre la familia. No solo en cuanto a la transnacionalización de los roles de la familia y de las funciones de esta, sino también a las consecuencias psicológicas, identitarias, sentimentales y de cualquier otro tipo que sufren los miembros de la familia que se quedan. El estricto esquema de la política migratoria cubana, ha de ser estudiado para encontrar soluciones que mitiguen tales efectos. Por otra parte, hay que investigar los destinos de la migración cubana y la evolución que han tenido. Hoy se conoce que los cubanos emigran a países con alto y medio índice de desarrollo humano, pero también a países con niveles de desarrollo humano inferiores a los de Cuba.


Bibliografía citada

1. Arango, Joaquín (2003), “La explicación teórica de las migraciones: luz y sombras”, Migración y Desarrollo, no. 1, Octubre.

2. Berstein, Henry (1982), “Industrialization, Development and Dependence”, Hamza Alavi y Teodor Shanin (editores), Introduction to the sociology of developing societies, Reino Unido: MacMillan.

3. Furtado, Celso (1984), Desarrollo y Subdesarrollo, Buenos Aires: EUDEBA.

4. Hobsbawm, Eric, (1994), Historia del Siglo XX, Grijalbo, Buenos Aires, pp. 551.

5. Max-Neef, Manfred (1994), Desarrollo a escala humana, ICARIA, Barcelona, pp. 148.

6. Ortiz, Fernando (1949), “Factores humanos de la cubanidad”, Revista Bimestre Cubana, La Habana, no. 3, marzo-abril, pp. 161-186.

7. Scribano, Adrián (2008), “Hacia unas Ciencias Sociales del sur, Pensar las prácticas autonómicas entre el imperialismo, la dependencia y el neo-colonialismo”, Pensamento Plural, Pelotas [08]: 11-36 janeiro/junho.

8. Sen, Amartya (1999), Development as freedom, Ramdom House: New York.

9. Stark, W. I. y Taylor, J.E. (1989), “Relative Deprivation and international Migration”, Demography, 26, 1, pp.1-14.

10. Torres, Ricardo (2011), “La actualización del modelo económico”, Temas, junio.

11. Triana, Juan (2008), De los desequilibrios a las distorsiones. Cómo crecer en el futuro Inmediato, La Habana, Centro de Estudios de la Economía.

12. Veltmeyer, Henry y Rushton, Mark (2012), The Cuban revolution as human socialist development, The Netherlands: Koninklijke.

13.    Vidal, Pavel (2008), Determinantes de la inflación en Cuba: una modelación estructural, La Habana, Centro de Estudios de la Economía Cubana.

Sobre los autores
Edel José Fresneda Camacho 2 Artículos escritos
(La Habana, 1977) Licenciado en Historia y master en Sociología por la Universidad de La Habana. Posee un doctorado en Estudios del Desarrollo. Catedrático en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Miembro del Sistema Nacional de Investigad...
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