El Matrimonio Igualitario en Cuba, la cuestión de la raza, el género y la clase

Foto: Johana Caicedo Sinisterra y Sandra Arizabaleta
  1. Causas y Azares (Yaíma Pardo, 2017)
  2. Por todes y para el bien de todes: introducción a un dossier sobre Matrimonio Igualitario en Cuba
  3. La regulación del Matrimonio Igualitario en Cuba: una visión desde el Derecho
  4. Vos, che, ¿te querés casar conmigo?
  5. Cotidiano e invisible: notas acerca del documental “Causas y Azares”
  6. Principales aportes del anteproyecto del nuevo “Código de Familia” relacionados con la diversidad sexual
  7. Cuando salí de La Habana
  8. El Matrimonio Igualitario en Cuba, la cuestión de la raza, el género y la clase
  9. #UnaFamiliaRevolucionaria

“Hay mujeres que aman
en la oscuridad
mujeres recordadas en páginas
mujeres que danzan sobre mentiras
mujeres que cabalgan sin llorar”

Elena Martínez, “Sal de las Marianas”.

Dedicado a Elena y a todas las mujeres lesbianas, trans negras y afrocubanas que están resistiendo.

A partir del año 2010 comenzó un proceso de legalización del matrimonio de las parejas no heterosexuales en el contexto latinoamericano y caribeño. A finales del 2017 se aprobó en el estado de Chiapas, al sureste de México, donde resido actualmente. Mientras tanto en Cuba continúa siendo un sueño para gran parte de la comunidad LGBTQI. Sin embargo, los logros en el área latinoamericana han impulsado una movilización activista para lograr este reconocimiento.

Como persona afrocubana, feminista queer, comprendo el matrimonio como una institución heteronormativa occidental, que genera e impone una sola forma de crear amor, familia y lazos afectivos. Tomo esta idea como punto de partida para el análisis que propongo. Me interesa profundizar el abordaje sobre el matrimonio desde una mirada interseccional, que nos permita comenzar a pensar las implicaciones de dicha institución para las mujeres negras y afro-descendientes en el Caribe y en Cuba.

El régimen colonial español generó un sistema económico, político, cultural y social que ha sustentado durante cinco siglos la esclavitud y el genocidio en sus múltiples formas, directa o indirectamente de las poblaciones negras, afro-descendientes, en América Latina y el Caribe.

El matrimonio occidental fue una de las instituciones que surgió como herramienta de ese proceso de colonización. En Cuba produjo un sistema de castas, de género, clase y raza entre la población africana y afro-descendiente (Abreu García, 2008). Estas castas funcionaron como barreras sociales entre las comunidades afro-descendientes, profundizando el racismo y la misoginia. Se originó a costa de la exclusión y criminalización de gran parte de las experiencias de las mujeres negras y afro-descendientes, a partir de un proceso de normatividad del sujeto mujer blanco y heterosexual mujer.

Existen numerosos estudios feministas que han abordado cómo el matrimonio despojó a las mujeres de su capital, de su fuerza política en los espacios públicos, las redujo a los hogares, donde quedaron para realizar trabajo doméstico. ¿Y las mujeres que fueron forzosamente traídas al Caribe y a Latinoamérica, que por su color de piel y sus rasgos físicos no fueron consideradas mujeres? ¿Las que nunca se casaron? ¿De qué manera influyó el matrimonio sobre ellas?

No conozco muchos estudios que investiguen los efectos del matrimonio en las vidas, el trabajo sexual, la construcción de las familias y afectos de las amantes, las sexualidades e identidades de género de las personas de las comunidades afro-caribeñas. Esto permite llamar la atención sobre los análisis feministas que se han centrado en los efectos del matrimonio basándose principalmente en la categoría de género. De esta forma, fomentan un ideal de mujer universal, que responde a las experiencias y subjetividades de las mujeres blancas en el Norte y blanco-mestizas del Sur Global.

Se excluyen o reducen en estas investigaciones las formas de opresión y resistencia interseccionadas que surgen del racismo, el clasismo, el heterosexismo, el binarismo de género. Estas experiencias son encarnadas por las mujeres negras y afro-descendientes, entretejidas con la cuestión de género; de forma tal que es imposible separarlas y subordinar su importancia. Por ello, considero que la mirada esencialista del feminismo hegemónico ha silenciado las múltiples vivencias históricas que marcan social, política y culturalmente las vidas de las mujeres afro-caribeñas y afro-latinas por no estar casadas.

Desde mi experiencia como historiadora, estar casada en Cuba hasta inicios de la Revolución era un privilegio de las mujeres blancas y de algunas pocas mujeres negras y mestizas. Solo léase Cecilia Valdés para entender el peso del casamiento en la época. El matrimonio fungió como una institución de ascensión social en el Caribe. Estableció una diferencia entre las mujeres casadas y aquellas que viven fuera del matrimonio; estas últimas cargaron con un estigma social, cuyas implicaciones se muestran en la dificultad de acceder al sustento económico y en la participación en los espacios políticos.

Nupcias revolucionarias. Foto: Ained Cala

Cathy Cohen (2004) habla de las madres negras solteras y de las uniones interraciales como sujetos no heteronormativos. Utiliza la heteronormatividad para nombrar aquellas prácticas localizadas e instituciones centralizadas que legitiman, privilegian la heterosexualidad y las relaciones heterosexuales como fundamentales y “naturales” dentro de la sociedad. Así, este sistema busca consolidar un tipo de sujeto sexual normativo: heterosexual, de clase media y/o alta, miembro de una familia heteronuclear.

Contiene un carácter racista, ya que ese sujeto aparenta ser universal, mientras en realidad responde a un origen local europeo, y al sustento ideológico eurocéntrico. Criminaliza otras identidades sexuales y de género, familias y afectos que no respondan a ese paradigma. Las personas africanas que fueron traídos forzosamente al Caribe tenían otras formas culturales de constituir familias, amor y afectividades, las cuales fueron ilegalizadas bajo ese sistema heteronormativo colonial. A pesar de ello, permanecieron y se han actualizado en los diferentes momentos históricos subsecuentes.

Evidencia cómo las uniones, el deseo, las sexualidades y los afectos que resultaron de estos procesos históricos son otras formas de resistencia anticolonialista. Así se encuentran el aumento de las familias matrifocales y las identidades no heteronormativas. Otros ejemplos que se pueden mencionar han sido la reapropiación de constructos racistas sobre la hipersexualización y masculización de los cuerpos de las mujeres negras y afrodescendientes para su sobrevivencia económica y negociar su presencia en los espacios públicos. Todas estas formas de resistir al colonialismo se han realizado, en la mayor parte de los casos, fuera de los ideales que propone el matrimonio heterosexual occidental, y/o a pesar de ellos.

En La Habana, durante la colonia, se demarcaron fronteras entre los barrios afrocubanos, empobrecidos, compuestos por familias matrifocales, otras formas de constitución familiar no heteronuclear, madres solteras, trabajadoras sexuales, lesbianas, personas trans, no binarias (por un lado) y los barrios de la clase media blanco-mestiza heteronormativa (por otra). Continúo observando esa separación geopolítica racista y misógina, que dificulta a las comunidades negras de acceder en la misma medida que los sectores blancos de clase media a los centros de poder económico, político y social. De esta manera, se prolonga la estigmatización moral y el empobreciendo de las mujeres afrocubanas por medio de mecanismos contemporáneos, pero igual de eficaces.

En la actualidad, esos legados colonialistas sobre las mujeres negras y afro-descendientes madres solteras, separadas, lesbianas, trans y trabajadoras sexuales, continúan atravesando sus experiencias diarias y las formas en que constituyen sus familias y sus afectos. Las acerca o las aleja más del sujeto mujer normativo, contribuyendo a la patologización y criminalización de sus vidas.

No obstante, las formas de resistencia antes expuestas también se actualizan y redefinen en la contemporaneidad. En muchos casos siguen siendo estrategias de sobrevivencia cotidianas, algunas conectadas a una genealogía de resistencia y, otras, son el producto del contexto inmediato. Por ello, es necesario usar todas las herramientas a nuestro alcance y el matrimonio igualitario puede ser una de ellas. No con el objetivo de apoyar los valores neoliberales homo-nacionalistas, más bien, como otra forma de continuar resistiendo.

Me pregunto, entonces: ¿qué interés tiene el Estado cubano en perpetuar el matrimonio heteronormativo, como la única vía legal de reconocimiento de la familia y el amor? ¿Está interesado en seguir manteniendo este sistema que contribuye a la deshumanización de las mujeres negras y afro-descendientes? ¿Qué importancia tiene para el gran capital (socialista o capitalista) mantener a las mujeres negras y afro-descendientes en un sistema de empobrecimiento tan complejo, perpetuado también a través del matrimonio?

¿Pero, qué tiene que ver esto con la lucha por el Matrimonio Igualitario en Cuba? El matrimonio en Cuba, hasta la actualidad, es un privilegio heterosexual atravesado por una historia de racismo y clasismo. Es un privilegio, precisamente, porque se construye mediante la exclusión de otras personas a acceder al mismo. Esto se pone de manifiesto en la criminalización del trabajo sexual que realizan mujeres, hombres y otras identidades genéricas afrocubanas.

Sin embargo, si ha sido instrumento de racialización y devaluación para quienes tienen que vivir fuera del mismo, sus usos pueden ser redirigidos para favorecer a mujeres, personas trans y no binarias afrocubanas. La unión civil de personas no heterosexuales puede facilitar vías más horizontales de emigrar, gestionadas por nuestras propias posibilidades como ciudadanos residentes en otros países y no por la exclusividad de ser hombre, europeo, con residencia en otro país. Brindará la posibilidad de reconocer las familias homoparentales, y sus hijos. Facilitará cuestiones de herencia, vivienda y trámites que hasta ahora son privativos para las personas heterosexuales. Podrá contribuir a la disminución del exilio, producto de los estigmas morales y las complejas formas de limitaciones económicas que se les impone a las mujeres que no se encuentran dentro del régimen heteronormativo. Entre otras muchas posibilidades, puede ser utilizado para celebrar la gran diáspora afrocubana y queer que se supone no debería sobrevivir, pero ahí estamos.


Bibliografía:

  1. Abreu García, Leidy (2008) Matrimonio interracial. Legislación familia y disenso en la Habana colonial (1776-1881). En http://www.perfiles.cult.cu/article.php?article_id=257
  2. Cohen, Cathy. (2004) “Punk, Bulldaggers and Welfare Queens: The Radical Potencial of Queer Politics?” En: Still Brave: The Evolution of Black Women Studies. Editado por: Stanlie M. James y Frances Smith Foster. The Feminist Press. New York.
  3. Sasbay, Leticia. “Políticas queer, ciudadanías sexuales y decolonización”  En: Resentir lo querer en America Latina: diálogos desde/con el Sur. En: Falconí Travéz, D., Castellanos, S. y Viteri M. A. (eds.) Editorial Egales, pp. 45-60.
Sobre los autores
Logbona Olukonee 2 Artículos escritos
(La Habana, 1985). Licenciada en Historia (2008) y Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba (2013) por la Universidad de La Habana (UH). Actualmente, está realizando su Doctorado en Estudios e Intervención Fem...
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