
Cuba Posible tiene la oportunidad de presentar a Emily Mendrala, nombrada recientemente Directora Ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas, una organización cuyo aporte al restablecimiento y la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es ampliamente reconocido. La Sra. Mendrala tiene una experiencia relevante de trabajo en el tema de las relaciones con Cuba, pues ha ocupado distintas posiciones en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Congreso de Estados Unidos. Para la Sra. Mendrala, la forma en que se llevaron a cabo las expulsiones de los diplomáticos cubanos en Washington, que perjudicaron los servicios comerciales y consulares, sugiere la existencia de una influencia política por parte de quienes se oponen a un mayor compromiso entre ambas naciones.
¿Cuál es su análisis sobre las condiciones en las que el gobierno de Estados Unidos ha tomado estas medidas? ¿Está Ud. de acuerdo con ellas?
Los gobiernos de Estados Unidos y Cuba no deberían permitir que los inexplicables “ataques sónicos” socaven las relaciones bilaterales o los esfuerzos hacia la normalización. Las políticas de participación siguen siendo los mejores intereses de los estadounidenses y los cubanos.
La decisión del gobierno de Estados Unidos de remover a más del 60 por ciento de sus diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos en La Habana (el viernes 29 de septiembre), fue hecha teniendo en mente la seguridad de sus diplomáticos y sus familiares. Los “ataques sónicos” están envueltos en el misterio, y el daño experimentado por nuestros diplomáticos es alarmante. Permitir a los diplomáticos la posibilidad de abandonar temprano su misión en La Habana fue la decisión correcta; pero tal vez la salida debería haber sido voluntaria en lugar de ordenada. En una situación como esta, nuestros diplomáticos normalmente mantienen abiertos los canales de comunicación con sus contrapartes del gobierno extranjero. Algunos de los diplomáticos a los que se les ordenó partir a casa, hubiesen preferido quedarse, y su sindicato los respalda. Barbara Stephenson, presidenta de la Asociación Estadounidense de Servicio Exterior, dijo sobre la reducción del personal de la Embajada de La Habana: “Los diplomáticos estadounidenses deben permanecer en el campo y en el juego”. Dijo: “Tenemos una misión que hacer y realmente creemos que el presente es importante”.
Simultáneamente al anuncio de salida ordenada, se emitió una “advertencia de viaje”. La redacción de la advertencia, que alertaba a los viajeros estadounidenses en contra de visitar Cuba, fue excesiva. Aunque no hubo informes confirmados de daños a ciudadanos estadounidenses, la “advertencia de viaje” indicó que “creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden estar en riesgo y les advertimos que no viajen a Cuba”. A primera vista, la mera existencia de la “advertencia de viaje” puede haber parecido irrazonablemente cautelosa, pero la emisión de la advertencia resulta ser más una formalidad. De acuerdo con el “Manual de Asuntos Exteriores del Departamento de Estado”, emitir una salida ordenada requiere una “advertencia de viaje” acompañante.
Sin embargo, el anuncio del martes aumentó las sospechas de que las fuerzas políticas están en juego. Ese día, el Departamento de Estado declaró que, en medio de una investigación en curso, estaba pidiendo a 15 diplomáticos cubanos que abandonaran Washington. La movida se produjo días después de que varios tuits del senador Marco Rubio consideraron “vergonzoso” que Estados Unidos no hubiesen pedido una retirada simultánea de diplomáticos de la embajada cubana en Washington, DC. Según informes, el Departamento de Estado le entregó al embajador de Cuba en Estados Unidos una lista de 15 nombres de diplomáticos cubanos específicos que debían abandonar el país. Durante una conferencia de prensa, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, dijo a los reporteros que las expulsiones dejaron la Embajada de Cuba con un solo funcionario consular para procesar las visas, y más tarde se informó que el Departamento de Estado expulsó a todos los diplomáticos cubanos que trabajan en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Cuba. Tal vez esta acción de Estados Unidos fue un paso necesario para garantizar la paridad en el tamaño de nuestras presencias diplomáticas; pero la forma en que se llevaron a cabo las expulsiones (que perjudicaron los servicios comerciales y consulares), sugiere la presencia de influencia política por parte de los que se oponen a un mayor compromiso entre personas y empresas de Estados Unidos y Cuba.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de estos hechos para el estado actual de las relaciones entre los distintos actores no estatales de ambos países?
Unas embajadas poco dotadas en ambas capitales socavarán la participación en asuntos de interés mutuo y complicarán el procesamiento de las visas, dividiendo a las familias cubanas. A través de su presencia diplomática en La Habana, Estados Unidos han celebrado numerosos diálogos bilaterales y han firmado acuerdos con Cuba sobre cuestiones que incluyen la cooperación en la aplicación de la ley y la seguridad nacional, la protección del medio ambiente y la salud pública. Estos intercambios han tenido efectos tangibles: aumentos masivos en la incautación de narcóticos y la reanudación de vuelos comerciales entre los dos países, por nombrar algunos. Este tipo de cooperación y diálogo, sin duda, disminuirá.
Los emprendedores cubanos también se verán afectados. Muchos ya estaban ansiosos a raíz del cambio de política anunciado por el presidente Trump el 16 de junio. Tuvieron miedo de que la retórica gubernamental negativa de Estados Unidos y las próximas reglas sobre comercio y viajes de las agencias de aplicación de sanciones disminuyeran la cantidad de viajeros estadounidenses que visitan Cuba y, por lo tanto, dañaran sus negocios. Ahora, están en pánico.
Podría decirse que los más afectados son las familias cubanas. Debido a la decisión de la Embajada de Estados Unidos en La Habana de detener el procesamiento de visados, muchos cubanos no pueden obtener visas para visitar a sus familiares en Estados Unidos.
¿Cree usted que existe la voluntad política de ambos gobiernos para superar este obstáculo, o es el comienzo del deterioro (de nuevo) de la relación bilateral?
Es lamentable que los diplomáticos estadounidenses y canadienses hayan sido perjudicados, algunos de forma permanente, y que la respuesta del gobierno de Estados Unidos esté debilitando el frágil proceso de normalización. Después de un estallido de ímpetu, parece que estamos acelerando hacia atrás (por cierto, un sentimiento muy familiar en el contexto de la política entre Estados Unidos y Cuba).
Sin embargo, esta vez es diferente. Durante los últimos dos años y medio, el proceso de normalización avanzó rápidamente con el objetivo de lograr que el progreso fuera irreversible. El trabajo diligente de los diplomáticos estadounidenses y cubanos estableció mecanismos para la cooperación y, lo que es más importante, demostró que la cooperación entre nuestros dos gobiernos es posible y puede dar sus frutos. Este retroceso actual puede enfriar la cooperación, pero será difícil revertir por completo los avances de años anteriores.
Quien esté orquestando los “ataques sónicos” parece querer abrir una brecha entre Estados Unidos y Cuba en un momento increíblemente importante en nuestra relación bilateral. A raíz de una rápida normalización, hay un momentum en el Congreso de Estados Unidos para tomar medidas contra elementos del embargo. Las oportunidades y los desafíos abundan (con un nuevo contexto político en Estados Unidos y una transición política cubana en el horizonte).
¿Cómo influiría este conflicto en el nuevo gobierno cubano que asumirá en 2018?
Exactamente cómo terminará esta partida ordenada sigue siendo algo incierto. Las autoridades de Estados Unidos y Cuba continúan cooperando en la investigación de los “ataques sónicos”. Con suerte, la cooperación será auténtica y la investigación finalizará rápida y concluyentemente. Todo el tiempo, según la política del Departamento de Estado, este reevaluará la partida ordenada cada 30 días. El Departamento de Estado debe establecer criterios específicos para estas evaluaciones y hacer que esos criterios sean transparentes con el Congreso de Estados Unidos, y con el público en general.
Si bien el momento actual es desafiante, es importante señalar que las declaraciones del gobierno de Estados Unidos prometen mantener relaciones diplomáticas con Cuba y continuar cooperando con funcionarios cubanos en la investigación en curso sobre los ataques que afectaron a los estadounidenses en La Habana.
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