El galgo y la jicotea: las economías de China y Cuba

Cuba Posible reforma economica
Carmelo Mesa-Lago
  1. Pensando el presente y el futuro del desarrollo económico en Cuba: introducción a un dossier
  2. La industria del uso integral de la caña de azúcar: ¿una apuesta plausible para el futuro de Cuba?
  3. Turismo en Cuba: mirar al futuro con habilidad estratégica y flexibilidad táctica
  4. Cuba: necesidad de una estrategia para la promoción de los servicios médicos y el turismo de salud
  5. Potencialidades de la participación de la emigración en el crecimiento económico de la Isla
  6. La inversión extranjera directa en Cuba: balance del presente y mirada estratégica al futuro
  7. El desarrollo de la biotecnología en Cuba: retos en el nuevo contexto económico
  8. Cuba, el “Hub de las Américas” y un ejercicio de política-ficción
  9. Cuba: necesidad de atraer capital financiero internacional
  10. Economía cubana: cambiar todo lo que debe ser cambiado
  11. Cuba: la descapitalización y las crisis financieras cíclicas
  12. Las micro, pequeñas y medianas empresas en el desarrollo: experiencia de Japón y lecciones para Cuba
  13. Alfonso Larrea: “Deben ser los cubanos y no los extranjeros quienes ocupen y desarrollen nuestro mercado interno”.
  14. El galgo y la jicotea: las economías de China y Cuba
  15. Cuba: hacia un modelo económico inclusivo, flexible y con disposición pragmática
  16. Informe: “La economía cubana: situación en 2017-2018 y perspectivas para 2019”
  17. Descargue en formato PDF el Informe económico del profesor Carmelo Mesa-Lago
  18. La economía cubana en 2018: otro año sin colapso y sin progreso

China y Cuba tienen economías socialistas (ambas bajo el control del partido comunista, único) pero diametralmente distintas en cuanto a su diseño y resultados. Las reformas económicas cubanas pretenden “actualizar” un modelo con supremacía del plan central y la propiedad estatal sobre el mercado y la propiedad privada (que no ha tenido éxito); mientras que China tiene un sistema descentralizado mixto (“socialismo de mercado”) donde el mercado y la propiedad privada son componentes integrales. A Cuba le tomó siete años para elaborar una primera versión conceptual de la “actualización”, que continúa siendo vaga e ilusa, mientras que el modelo chino lleva funcionando medio siglo mostrando resultados económicos positivos.

Ambos países han aplicado un enfoque gradual en lugar del big bang usado en Europa Central y Oriental. Sin embargo, las reformas en China comenzaron 29 años después de la revolución versus 48 años en Cuba. La principal razón de la demora fue la reticencia de Fidel Castro a implementar reformas orientadas al mercado (las revirtió tres veces: en 1986, 1996 y 2001) y su estricto control sobre la economía, el gobierno y el Partido.

En China, hubo que esperar a la muerte de Mao para que despegaran las reformas. En Cuba, cuando en 2006 una grave enfermedad hizo que Fidel transfiriera el poder a su hermano Raúl, 47 años de problemas económicos acumulados forzaron su abordaje. Pero las reformas de China han sido mucho más veloces y profundas que las de Cuba, logrando así resultados más rápidos y mejores. La implementación en Cuba ha sido muy lenta y oscilante; a pesar de la falta de efectos tangibles, Raúl afirma que las reformas no deben ser apresuradas para evitar costosos errores.1 Pero el tiempo y edad conspiran contra tal actitud: él se ha retirado como Presidente del Consejo de Estado el 19 de abril, ya con 86 años, pero permanecerá como primer Secretario del Partido hasta 2021, si todavía está vivo.

La propiedad de los medios de producción en China es mucho mayor y la privatización avanzó más rápida que la de Cuba. Entre 50 y 60 por ciento del PIB chino es generado por el sector privado. El correspondiente porcentaje de PIB cubano no se conoce, pero debe ser pequeño; después de 10 años de reformas, el Estado y las cooperativas controladas por este abarcan 95,8 por ciento de la propiedad total. Alrededor del 85 por ciento de la población de Cuba es propietaria de su vivienda, pero los derechos de propiedad en China están mucho más extendidos que en Cuba, incluso con la ley de vivienda de 2011 (que permitió la compraventa de casas, pero con muchas restricciones).

La reforma agraria china tuvo un mejor diseño, una mayor participación del mercado y menos regulaciones estatales que la cubana. El Estado conserva la propiedad de la tierra en ambos países, pero en China prácticamente toda la agricultura se maneja de forma privada; los contratos con los agricultores suelen ser por 50 años o por tiempo indefinido (en lugar de 20 años en Cuba, renovables bajo condiciones estrictas). En China hay libertad para contratar trabajadores, la inversión no está limitada y los granjeros libremente deciden qué sembrar, a quién vender el producto y fijar un precio de mercado, no así en Cuba. Las reformas agrarias chinas terminaron las hambrunas históricas y consiguieron la autosuficiencia alimentaria; las reformas cubanas (básicamente la entrega de la tierra en usufructo) no han aumentado la producción agrícola después de casi un decenio y han obligado a importar el 70 por ciento de los alimentos necesarios para el consumo.

A pesar de alguna reducción, el empleo estatal y en las dominadas cooperativas agrícolas representan el 75 por ciento de la fuerza de trabajo ocupada de la Isla; 1,8 millones de empleados estatales son innecesarios (36 por ciento de la fuerza laboral), pero solo 500,000 han sido despedidos porque el sector no estatal no ha crecido lo suficiente bloqueado por fuertes regulaciones, impuestos y la enorme burocracia. El trabajo por cuenta propia se ha expandido al 12 por ciento de la fuerza laboral, pero tendría que aumentar tres veces para absorber el excedente laboral estatal. Todo el sector no estatal (privado, usufructo, trabajadores por cuenta propia, miembros de las nuevas cooperativas) sólo llega al 25 por ciento de la mano de obra empleada versus 75 por ciento en China, cuyas cooperativas generalmente tienen carácter autónomo y sus miembros son dueños del negocio.

Desde 1993, las monedas chinas fueron unificadas y, 25 años después, el RMB es la octava moneda más tranzada internacionalmente. Ni el peso nacional cubano (CUP), ni el llamado peso convertible (CUC, cuyo valor es fijado unilateralmente por el gobierno), se cotiza en los mercados mundiales. La doble moneda en Cuba, en vigor desde hace 23 años, sufre una enorme brecha (24 CUP por 1 CUC) provocando distorsiones graves. Aunque anunciada varias veces, la última por Raúl el pasado diciembre, la unificación sigue en el limbo.

Tras 30 años, China se abrió a la inversión extranjera, pero le tomó 45 años a Cuba, cuya ley es más restrictiva que la china (por ejemplo, impide la contratación de y pago directo a los empleados por las empresa foráneas y pocas de ellas reúnen el 100 por ciento de las acciones). Cuba abrió una Zona Especial de Desarrollo Económico en Mariel en 2014 (ha firmado sólo 33 contratos de más de 400 propuestas), mientras que China comenzó con cuatro zonas en 1980 y agregó 14 en 1984. Además, atrajo con éxito la inversión de los chinos de la diáspora, pero Cuba no la permite. Mientras que China busca ávidamente la inversión extranjera como parte integral de desarrollo, Cuba la considera “complementaria”, establece prioridades específicas y da preferencia a las grandes empresas.

Durante 40 años, China ha tenido el mayor crecimiento económico en el mundo (un promedio anual de 8 por ciento entre 2009 y 2017), mientras que el promedio de Cuba fue 2 por ciento en el período. Como porcentaje del PIB, la formación bruta de capital fijo en China promedió 46 por ciento anualmente entre 2009 y 2016, mientras que la de Cuba era un quinto de aquella. En 2016, China fue el mayor comerciante de mercancías en el mundo, generando un superávit de 510,000 millones de dólares; aunque el país es un importador neto de productos agrícolas, exporta 7,000 millones de dólares de esos bienes. Por el contrario, Cuba sufre un déficit comercial de bienes de 8,000 millones de dólares e importa 2,000 millones de dólares en alimentos.

En el ámbito social, Cuba está más avanzada que China porque el acceso a la salud y a la educación es universal y gratuito, mientras que la cobertura de pensiones es muy alta y no contribuye la mayoría de los trabajadores, pero la insostenibilidad financiera de dichos servicios ha obligado a recortes significativos en todos ellos y provocado un deterioro en su calidad. Por otra parte, los salarios reales en China se triplicaron en 2006-2016, a par que la incidencia de la pobreza cayó de 63 por ciento a 6 por ciento entre 1990 y 2012; mientras que los salarios reales cubanos disminuyeron en 61 por ciento entre 1989 y 2016 y, a pesar de una creciente población vulnerable en parte debida a las reformas, la asistencia social se ha reducido drásticamente. China está expandiendo poco a poco los servicios sociales, con copagos y contribuciones tripartitas incluyendo a todos los trabajadores.

Si Cuba siguiese el camino de China, con las adaptaciones adecuadas, lograría avanzar de manera más veloz con los resultados siguientes: un modelo económico más viable, eficiente y productivo; mayor propiedad no estatal y cooperativa-independiente con más incentivos; expansión de la participación del sector no estatal en el PIB, promoviendo el crecimiento; impulso a la producción agrícola y recorte de las costosas importaciones de alimentos; despido del empleo estatal innecesario que encontraría trabajo en el sector no estatal; atracción de una inversión extranjera substancial incluyendo la de los cubanos en el extranjero; y con un mayor crecimiento económico para financiar mejor a los servicios sociales. Los líderes cubanos rechazan el camino de China argumentando que no es viable debido a las diferencias con Cuba, tales como el mayor tamaño de la primera, ser más agrícola y menos urbanizada que la segunda, no sufrir un bloque/embargo y tener abundante inversión extranjera. Sin embargo, en 2017 Xi Jinping argumentó que el galgo chino es una opción para que las jicoteas aceleren su paso.

Nota al Pie: 

  1. Una posible explicación de la lentitud es que Raúl carecía del poder de Fidel y tuvo que contemporizar con los “duros”. Además, a medida que la propiedad no estatal—particularmente privada—se expandió (y por tanto la participación del Estado en la propiedad y el PIB se contrajo), se hizo más difícil para el gobierno mantener la planificación central, lo cual amenaza a los ortodoxos.
Sobre los autores
Carmelo Mesa-Lago 14 Artículos escritos
(La Habana, 1934). Licenciado en Derecho Universidad de La Habana. Máster en Economía por la Universidad de Miami. Doctor en Derecho por la Universidad Madrid. doctor en Relaciones Laborales y Seguridad Social por la Universidad de Cornell. Catedr...
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