
“La Agenda LGBTI de Wilfredo Pino Estévez, arzobispo de Camagüey-Cuba” es el título de un documento que, con bajo la firma de “Un grupo de Sacerdotes Católicos de Cuba”, circula por las redes. Se trata de un material destinado a confrontar (en realidad, se propone acorralar) un texto de monseñor Pino Estévez, que bajo el título “Mi modesta opinión” había publicado en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Basta tomar en cuenta y agregar a lo anterior que, en medio del encuentro de opiniones que el país vive a propósito del actual Anteproyecto de Constitución, un obispo considera que el artículo 68 es un ejemplo de “imperialismo cultural” (Dionisio García, de Santiago de Cuba); otro estima que el matrimonio igualitario no debe de ser admitido, aunque sí ofrecer cobertura legal a las “uniones de hecho” (Wilfredo Pino, Camagüey) y 21 iglesias protestantes firman un documento manifestando su oposición radical a la inclusión del artículo, para que entendamos que estamos ante un momento especial.
Si algo resalta en “La Agenda LGBTI…” es el modo en que la rabia es organizada para despertar en quien lee la sensación de un peligro arrasador e inmediato, capaz de hacer estallar el orden social en el país (e incluso en el mundo); por este camino, el texto hasta incluye un momento en el que la ira se transforma en simple vulgaridad solariega. De esto último es un buen primer ejemplo cuando la inesperada introducción de la sospecha de que alguien como Pino, ascendido a la dignidad de Obispo en un panorama marcado por “la actual deficiencia de formación del clero de Cuba en general”, ni siquiera ha leído las “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”, firmadas por quien luego fuera Benedicto XVI, cuando como cardenal Joseph Ratzinger actuaba como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y otro ejemplo más, esta vez al nivel de la chancleta, lo encontramos en la siguiente pregunta que, puesto que no es derivable de las palabras de Pino, sólo pueden venir de los cerebros de los redactores del documento: “Al menos, de momento, en la Arquidiócesis de Camagüey, ¿para continuar siendo católico, será necesario volverse pro-sodomita?”
En este exacto punto, no deja de llamar la atención lo que el texto, sin decir, dice acerca de un calculable (a partir de lo que sugiere sobre la supuesta ignorancia de Pino) bajísimo nivel teórico, cultural, teológico e informativo en la más alta jerarquía del catolicismo nuestro; sobre la tolerancia de quienes promovieron, aceptaron o compartieron responsabilidades con este que ahora es negado de modo tan absoluto. ¿Son realmente “un grupo de Sacerdotes Católicos de Cuba” quienes, arrastrados por la cólera hablan así, dejan entrever suspicacias semejantes sobre las interioridades de la Iglesia cubana y, en general, sobre los sacerdotes católicos cubanos? ¿De cuál Cuba?
Con toda humildad, arrodillado y humillado en lo poco que soy, quisiera que no sea cierto y más bien prefiero imaginar a personajes oscuros, en sótanos más oscuros aún, gente entrenada para manipular y mentir; gente a quien señalar sin vergüenza porque -en el contexto de la vida interna y los escándalos del catolicismo hoy- es una clara, muy lamentable y peligrosa intervención en la opinión pública un párrafo como el que sigue, colocado casi en el final de la carta:
“Paralelamente, si urgido por las circunstancias, el Papa Francisco convocó a una reunión mundial de obispos para febrero de 2019, a fin de tratar el escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia, viendo lo que pasa en Cuba tendría la oportunidad de dar una señal muy clara. En efecto, si el Papa sancionara severamente a este arzobispo cubano por predicar lo que la Iglesia condena, los obispos de todo el mundo pondrían las barbas en remojo sabiendo de antemano el castigo que les espera en febrero a los homosexuales infiltrados en la Iglesia, pero si como todo indica no se toma ninguna medida ejemplar, vamos derecho al abismo.”
Lo primero a decir es que la reunión mundial de los obispos va a tratar el escándalo de la pedofilia, escándalo que -vale la pena recordarlo- lo mismo incluye hasta hoy múltiples ejemplos de abuso homosexual que heterosexual; es decir, lo que se trata es el uso del poder para dominar “al otro” o “la otra” y así satisfacer deseos sexuales. El documento clama por una acción papal específica para sancionar “severamente” al Obispo camagüeyano y para ello mezcla, como si se tratasen de una única cosa, el pronunciamiento de Pino acerca de las “uniones de hecho” con los numerosos casos de pedofilia que (luego del conocimiento público de casos en países como Irlanda, Estados Unidos, México o Chile) han conmovido a los creyentes católicos en el mundo, sacudido a la opinión pública internacional, y estremecido a la más alta jerarquía vaticana.
En el penúltimo párrafo los autores de “La Agenda LGBTI…” se despiden con un burdo e increíble chantaje nada menos que a la más alta autoridad católica, y para ello presentan un argumento según el cual cualquier inacción o silencio del Papa sobre la opinión de Pino significaría que el abismo se precipita, todavía, más veloz, en nuestra dirección. Decepciona y nos llama a extremar la alerta pública el leer a estos presuntos “Sacerdotes Católicos de Cuba” que imaginan “el castigo que les espera en febrero a los homosexuales infiltrados en la Iglesia” como si ese fuera a ser el tema de la reunión; por tales motivos, hay que insistir y nuevamente insistir, en que el tema es la fusión entre poder, pedofilia, abuso sexual y, lo peor de todo, el silencio y la manipulación sobre estos temas en el interior de la institución católica. De esto es que hablan las denuncias que nunca fueron tramitadas, o los casos de curas que, en lugar de ser juzgados, eran trasladados de diócesis o protegidos de otra forma.
Echar en un mismo saco una diferencia doctrinal y una conducta criminal, perdónenme los redactores de la carta, es una elección irresponsable, inculta y malvada.
José Raúl dice:
Willy es un hombre inteligente, pragmático, consecuente con su posición y su ideología, pero ello no atenta contra su honestidad y contra ese tipo de personas generalmente suelen enfilarse quienes se ubican en cualquiera de los extremos. El problema no está en que discrepen de sus opiniones, sino que lo hagan desde la descalificación, la sospecha, el alarmismo. Un cáncer que por mucho tiempo ha calado en nuestro debate y nuestro civismo y del que al parecer, se salvan muy pocos. Algo que lamentablemente nos está haciendo y nos seguirá haciendo mucho daño. Aún sabiendo lo que significa, en una institución tan conservadora como la Iglesia Católica, el hecho de dar por escrito criterios de esta índole, lo hizo, aún cuando ello pueda traer consecuencias negativas para su carrera. Y aunque discrepo de su posición, pues creo abiertamente que debe reconocerse el matrimonio igualitario, lo respeto y lo admiro por tener la valentía de decir con sinceridad lo que piensa
Pedro Monreal dice:
Un comentario y dos preguntas:
Comentario: El texto del arzobispo de Camagüey fue publicado el 24 de septiembre en página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Esa es una publicación institucional –con sede legal en Cuba- donde es razonable asumir que no se publica “por la libre”. Por otra parte, la respuesta de «Un grupo de Sacerdotes Católicos de Cuba» se publicó poco después en un sitio web llamado InfoVaticana –con sede legal en España- que se autodefine como “un medio de información libre e independiente”, y que declara entre sus objetivos “el rechazo de las imposiciones totalitarias del poderoso lobby LGTB”. Es decir, parece ser un sitio hecho expresamente para facilitar que se publique “por la libre”.
Primera pregunta: ¿se conoce quienes son las personas que han firmado el documento bajo el seudónimo colectivo de «Un grupo de Sacerdotes Católicos de Cuba»?
Segunda pregunta: ¿existe información acerca de si el sitio InfoVaticana es una plataforma de vehementes trabajadores por cuenta propia obsesionados con denunciar con “crudeza” el islamismo y lo que llaman “ideología de género, o si se trata de otra cosa más aviesa, como pudiera ser una disimulada derivación institucional diseñada para la “negación plausible”?