¿Inversión extranjera “versus” crisis migratoria?


La actual crisis migratoria cubana posee un universo de causas. Resulta una consecuencia de factores nocivos, internos y externos, entronizados sobre todo durante la época de la “guerra fría”. En tanto, Cuba heredó una crisis, no sólo económica. Sin embargo, la economía constituye uno de los elementos esenciales que determinará la satisfacción de la población, y la capacidad de los cubanos para implicarse en la búsqueda de un bienestar mayor dentro de la Isla (también civil, político, cultural, etcétera) y esto, como es lógico, podría restringuir progresivamente el movimiento migratorio.

Para ello, resulta imprescindible re-dimensionar la economía, así como la manera estratégica y práctica de gestionarla. No obstante, podríamos cincelar el mejor modelo y no lograr los necesarios niveles de desarrollo. En cualquier caso haría falta un acceso sólido y sostenido a finanzas, tecnologías, experiencias, mercados y la incorporación a mecanismos internacionales. Ya no existen economías nacionales, sino “una sola economía global”, que ofrece muchísimas oportunidades e impone enormes injusticias, y sin la cual resulta imposible conseguir un país próspero y sustentable. En tanto, debemos comprender que recibiremos de ese entramado mundial en la medida que seamos capaces de ofrecer. Por ende, desarrollar nuestra economía constituye un desafío insoslayable, en el cual se juega el destino del país.

Las posibilidades para la inversión extrajera, y en particular el potencial inversionista estadounidense, resultan una oportunidad que debe aprovecharse cuanto antes y en la mayor proporción posible. Se diáloga y se negocia sobre el tema. Sin embargo, no hemos alcanzado el nivel que ya debíamos haber conseguido en cuanto a los vínculos económicos entre Cuba y Estados Unidos u otros países. La realidad, la institucionalidad, la legalislación y los modos de gestión son discordantes, y esto dificulta la compresión y la capacidad para implementar la relación necesaria.

Resulta un quimera proponerse adecuar una realidad a “convencionalismos” ya establecidos en otro entorno. Lo posible sería contribuir al desarrollo de Cuba y que las dinámicas internas, de forma autóctona y auténtica, re-creen la institucionalidad, la legislación y los modos de gestión. Las nuevas circunstancias, y las próximas inversiones extranjeras lo serán, siempre resultan “fuente de derecho”, y la urgencia que reclama situaciones internas como la nuestra siempre exige “modos emergentes para la adecuación de las instituciones y las normas jurídicas”. En tal sentido, las negociaciones deberían estar signadas por esta comprensión, por este pragmatismo, por esta flexibilidad.

Sin embargo, la solución a la problemática del “bloqueo/embargo” ya se presenta como el próximo escalón por el cual deberíamos transitar. Quienes han estado implicados en el diseño de una relación bilateral positiva, habían decidido prolongar la negociación sobre las temáticas de mayor conflictividad para cuando las condiciones lo fueran facilitando; y obviamente el desmontaje de ese “monstruo jurídico-político” resulta el tema más complejo y difícil. No obstante, los gestores y estudiosos de este nuevo momento entre los dos países se han convencido de dos verdades: I. Una relación económica amplia, profunda y vital entre Estados Unidos y Cuba, será el fundamento ineludible para desarrollar, a su vez, la integración de la Isla en los mecanismos globales y los vínculos comerciales con otros países, sin lo cual resultará imposible el re-dimensionamiento de la economía y el desarrollo del país. II. Esto no será realmente posible, de manera integral y efectiva, mientras subsista el llamado “bloqueo/embargo”.

Los defensores de esta tesis presentan un conjunto de argumentos que todos deberíamos analizar cuidadosamente. Ahora sólo me referiré a uno de ellos. Estos sostienen que Cuba ha sido privada del derecho a realizar gestiones con dólares estadounidenses y aunque implemente vías para obtenerlos, no puede utilizarlos legalmente en el mercado mundial y en otros mercados locales. Reconocen que en ocasiones, tal vez en muchas, el gobierno cubano lo ha hecho, violando dicha imposición, pero siempre poniendo en riesgo a sus contrapartes, que en muchos casos han sufrido sanciones severas por hacerlo. Y afirman rotundamente que sin poder manejar dólares estadounidenses (una de las poquísimas monedas consideradas con valor e imprescindible en todo orbe), de manera directa y fluida, y sin que ello deje de representar un peligro para inversionistas, empresarios y comerciantes de y en otros países, serían insuficiente las condiciones para una relación económica bilateral (amplia, profunda y vital), que asegure además la integración de la Isla en los mecanismos globales y sus vínculos comerciales con otros países, y por ende garantice la dinamización necesaria de la economía interna.

Por otra parte, el Consejo de Ministros de Cuba, encargado de tejer las nuevas redes, debería poseer un mandato provisional del parlamento, expreso, para ir adecuando o renovando, por medio de “decretos”, las reglas jurídicas encargadas de consagrar la relación económica que se consiga y de permitir el desarrollo sucesivo de la misma. Lograr una pronta sinergia entre estos desafíos podría colocar cimientos para el desarrollo de la Isla y para una disminución de la crisis migratoria cubana.  

Con esto último no auspicio una especie de “dictadura”, al modo de la Roma antigua. Estimo que este mandato provisional pudiera justificarse solo ante la situación presente. Además, considero que debería estar suficientemente regulado y controlado por cada uno y por todos los diputados, por las comisiones del parlamento, por el sistema judicial, por la sociedad y por todo ciudadano. Por otro lado, también estoy convencido de que este proceso debe ser concebido solamente como una creación de condiciones para un proceso mayor, a través del cual Cuba “toda” actualice su “pacto social”, re-creando los ideales del país que prefiere, así como las instituciones y los procedimientos para conseguirlo.


(Foto: El Nuevo Herald)
 


Sobre los autores
Roberto Veiga González 95 Artículos escritos
(Matanzas, 1964). Director de Cuba Posible. Licenciado en Derecho por la Universidad de Matanzas. Diplomado en Medios de Comunicación, por la Universidad Complutense de Madrid. Estudios curriculares correspondientes para un doctorado en Ciencias Pol...
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