La centralidad de la igualdad

Vista de la ciudad de Matanzas, Cuba

Foto: Emmanuel Huybrechts/Flickr

El compromiso con la igualdad debe continuar siendo un fundamento constitutivo del modelo socio-político cubano, pues resulta un componente identitario que atraviesa nuestra historia y sostiene eso que podríamos llamar “lo cubano”. Sin embargo, resulta obvio que hacerlo demanda buscar, encontrar y concretar nuevas maneras de lograrlo. Por ende, se hace ineludible la necesidad de replantear los elementos que realizan la igualdad, así como las mejores formas posibles para desarrollarlos.

Grueso puede y tiene que ser el universo que sostiene y garantiza la igualdad, e invito a debatir con el propósito de identificar cada uno y todos aquellos principios y derechos que sean factibles de integrarlo. En este momento sólo identificaré nueve derechos que forman parte de ese entramado capaz de asegurar la igualdad entre todas las personas.

Ellos son: los derechos a la educación, a la cultura, y a la información; los derechos al trabajo, a una remuneración digna, y a la seguridad social; los derechos a favor del cuidado de la salud, y ante desamparo; así como los derechos a la participación social y política, y a la protección jurídica. Por otra parte, también sería necesario discernir y deliberar, de manera amplia, en qué podría consistir cada uno de estos derechos, así como qué otros derechos serían necesarios para sostenerlos y cuáles otros podrían ser garantizados y promovidos a partir de estos.

En tal sentido, poco habremos avanzado en cuanto a la claridad sobre el tema, si no análizamos y debatimos igualmente “cómo” asegurar y defender dicha igualdad. Esto forzosamente nos conducirá, además, al estudio y al diálogo en torno al cincelamiento de derechos e instituciones constitucionalizados/das, así como al redimensionamiento de las legislaciones de temas laborales, de seguridad social, de enseñanza, de salud, de organización de la sociedad civil, de prensa, de participación política, de materia civil y penal, y de cuestiones judiciales y penales, etcétera.

O sea, la cuestión de la igualdad, que resulta medular, nos orienta hacia otros derechos, y hacia el diseño de instituciones, que están llamados/das a garantizar un desarrollo progresivo y cada vez más integral de la humanidad de todos y de la igualdad entre todos. En tanto, todo este análisis siempre debería partir de una noción básica de igualdad, que oriente hacia su comprensión desde el derecho, la sociedad, la política, la economía, el Estado, etcétera.

Para contribuir al consenso acerca de esta noción básica, presento aquí algunos criterios del padre Félix Varela, reconocido patriota y humanista cubano. Sustenta Varela que existen tres especies de igualdad: natural, social y legal. La igualdad natural consiste, afirma, en la identidad de especie en la naturaleza, pues todas las personas tienen los mismos principios y les convienen o repugnan generalmente unas mismas cosas. La igualdad social, apunta, consiste en la igual participación en los bienes sociales, debido al influjo igual de todos los individuos. Y la igualdad legal, precisa, consiste en la atribución de los derechos e imposición de premios y penas, sin excepción de personas.

Sobre el tema, aclara que la igualdad natural y social van acompañadas necesariamente de una desigualdad, pues las personas en la naturaleza, a pesar de poseer unos mismos principios e iguales derechos de la especie, se diferencian en las perfecciones individuales: tanto corpórea como intelectual. En la sociedad, precisa, es obligatorio que haya diferencia, pues el sabio jamás será igual al ignorante, ni el rico al pobre, ni el fuerte al débil, mereciendo siempre mayor atención la persona de quien se espera mayores bienes o de quien se temen mayores males.

La igualdad legal, esclarece, se halla en la distribución de los derechos, y es la única que no va acompañada de desigualdad en las operaciones. Tanto derecho tiene un pobre como un rico, un sabio como un ignorante, pues el derecho legal no depende de la opinión que se tiene de la persona, ni de lo que ésta puede prometer, sino de la naturaleza de los hechos sobre los que se juzga.

Sin embargo, aún si llegaramos a una comprensión suficiente acerca de todos los tópicos identificados en estos párrafos, habríamos alcanzado un triunfo muy débil. Se hace forzoso desentrañar también “con qué” aseguramos esos derechos constitutivos de la igualdad; por ejemplo: la educación, la salud, el trabajo, y la seguridad social.

Para ello, en todo caso resulta imprescindible una economía capaz de generar un desarrollo (inmediato y, a la vez, progresivo) equitativo para todos. Esto, como es lógico, orienta el asunto a la deliberación en torno al crecimiento económico, al modelo de economía, a las estrategias de desarrollo, y a la socialización de las riquezas.

En el estudio, en el debate y en todos los esfuerzos encaminados al desarrollo del modelo social cubano, no debemos perder de vista la integralidad de asunto, ni la centralidad de la igualdad.

Sobre los autores
Roberto Veiga González 95 Artículos escritos
(Matanzas, 1964). Director de Cuba Posible. Licenciado en Derecho por la Universidad de Matanzas. Diplomado en Medios de Comunicación, por la Universidad Complutense de Madrid. Estudios curriculares correspondientes para un doctorado en Ciencias Pol...
1 COMENTARIO
  1. Carlos Suarez dice:

    Este es un tema muy interesante y complicado. Mas que la palabra igualdad me gustaría equidad. Creo efectivamente que el modelo socio politico socialista escogido por nuestro país debe ser inclusivo y equitativo, pero siempre teniendo en cuenta que no somos iguales. Error que se cometió y se sigue cometiendo en la actualidad. No todos tenemos los mismos gustos, el mismo nivel de educacion, la misma escala de valores y eso es muy importante respetar y hacer que se cumpla en cada espacio. Saludos. Carlos

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