
Hace poco más de seis meses, el Laboratorio de Ideas Cuba Posible publicó los Fundamentos para una Ley de Información, Comunicación y Medios (LICOM), una propuesta que posteriormente fue analizada por mí en el artículo Newton y la Ley de Prensa. Los por qué y para qué de una propuesta ciudadana. El objetivo de ambos textos era fundamentalmente —y aún lo es—, ofrecer las bases para un debate sobre la pertinencia, características y alcances de una legislación que paute, promueva y proteja los derechos de información y comunicación en Cuba, tanto para los profesionales de la prensa como para los ciudadanos.
En uno de los pocos debates públicos que hasta el momento se han generado a raíz de la propuesta, la profesora y periodista Elaine Díaz expresó su inconformidad ante el hecho de que la propuesta no mencionaba, de manera explícita, las formas de propiedad que debían ser reconocidas para la gestión de los medios de comunicación en el país. A su juicio, tal ausencia resultaba peligrosa por ser esta una cuestión vital y de primer orden en cualquier debate sobre prensa y comunicación en el país, y por la cual pasa la legitimidad de la mayoría de los medios no oficiales que hoy operan en la Isla en estado de alegalidad. Sintéticamente Elaine propuso que para solucionar este déficit se agregara a los Fundamentos… que “Se reconoce el derecho a la propiedad social, estatal, cooperativa, comunitaria y privada de los medios de comunicación en Cuba”.
Días más tarde, se sumó al debate Roberto Veiga González, director de Cuba Posible, con un texto donde resaltaba las fortalezas de la propuesta y señalaba que aun cuando no se mencionan explícitamente la nomenclatura de términos que definirían las formas de propiedad de los medios de comunicación en Cuba, su lectura hace evidente que opta por reconocer tal derecho formal y material a todos los “individuos, grupos, organizaciones, instituciones, etcétera”. Según Veiga, él influyó todo lo posible para que dichos términos se obviaran con la intención de que fueran sometidos a un debate posterior, mucho más amplio, cuyo alcance va más allá de los medios de comunicación y que debe superar varias de las distorsiones que han acompañado a la definición e implementación de las formas de propiedad en el modelo cubano.
Como artífice de la investigación y propuesta que dio lugar a los Fundamentos… quiero expresar que coincido con Elaine Díaz en la centralidad de la cuestión de la propiedad de los medios, un tema sin dudas complicado, sobre el cual tengo muchas más preguntas que respuestas y que tengo la convicción de que no puede ser resuelto por una o un grupo de personas. Por ello, aunque en la propuesta inicial se concebían formas concretas de propiedad, acepté que estas fueran omitidas en la revisión realizada por el grupo de expertos consultados por Cuba Posible, con la intención de que formara parte de un debate posterior.
Lo que aquí presento es mi contribución a ese debate, con el objetivo de que se sumen a él muchas más personas, sin importar su orientación ideológica, formación profesional o criterios, pues el alcance de los temas que aquí se discuten nos afectan a todos y van más allá de diferencias y saberes. Debido a la complejidad de los temas analizados y a la exhaustividad con que deben ser tratados, he decidido estructurar el trabajo en una serie de tres textos organizados de la siguiente manera:
- La legislación existente sobre las formas de propiedad de los medios de comunicación en Cuba y las problemáticas que exhibe y genera;
- Las formas de propiedad reales bajo las que operan los medios de comunicación en Cuba; y
Propuesta sobre las formas de propiedad que pueden reconocerse a los medios de comunicación en Cuba en los contextos actuales.