Las vías del cambio y los posibles dilemas: comentarios sobre un artículo del Dr. Ovidio D’Angelo.





 

Compartimos con nuestros lectores este debate sobre la naturaleza y objetivos de Cuba Posible.

¿Debería el proyecto Cuba Posible (CP) convertirse en una plataforma de concertación política? En su texto “¿Hay otras Cubas posibles? Dilemas actuales y posibles vías”, el Dr. Ovidio D´Angelo parece inclinarse por una respuesta positiva a tal pregunta, pero considero conveniente discrepar afablemente de ese enfoque. Si nos atenemos a la evidencia disponible -los trabajos publicados en la página web de CP- queda claro que el proyecto se ubica en un plano diferente: respaldar la capacidad de la sociedad civil cubana para que esta pueda intervenir con mayor efectividad en decisiones claves que benefician o que afectan a los ciudadanos. No existen indicios observables respecto a una eventual intención de CP de cambiar ese plano de acción.   

Obviamente, el ejercicio de esa función tiene una connotación política directa pero esta no consiste en que CP funcione específicamente como una entidad que se ocupe de “hacer política”, ni siquiera en su modalidad básica de fraguar representación política y, mucho menos, en su variante de “concertar” actores políticos. La conexión de CP con la política se produce a un nivel distinto de dicho quehacer: operar como un espacio donde se genera opinión ciudadana.

En ese sentido pudiera argumentarse que, más que proveer un “bien político”, su función esencial consiste en proporcionar un “bien público” en la Cuba actual. Lo que hace CP tiene valor “instrumental” (por ejemplo: puede contribuir a informar el diseño de políticas), pero mucho más importante que eso es una utilidad pública que consiste en promover la reflexión crítica amplia que la sociedad debe hacer respecto a ella misma, y que de hecho representa una manera de construir la propia sociedad. Al promover un espacio de crítica social  extenso y diverso, su quehacer va mucho más allá de una mera crítica de “grupo” orientada por afinidades políticas.

Percibo que quienes participamos en CP lo hacemos persuadidos de que el proyecto presta más un servicio de amplia utilidad pública que un beneficio político sesgado en favor de determinadas visiones ideológicas. Considero que muchos de quienes confluimos en el proyecto, no importa las divergencias que podamos tener en varios aspectos, coincidimos en que es crucial entender los puntos de contacto y las diferencias entre grupos y corrientes políticas, de una parte, y las plataformas/espacios de debate político, de otra.  

Si bien es cierto que, en general, las plataformas/espacios de debate político tienden a reflejar posiciones ideológicas y programáticas de grupos políticos, es un hecho que muchas plataformas de debate político no son “orgánicas” a grupos políticos específicos y ni siquiera son “orgánicas” respecto a “preferencias” ideológicas coherentes. Considero que ese es precisamente el caso de CP. Opino que es evidente para cualquier observador del proyecto que las personas que interactúan en los marcos de CP funcionan como una especie de “confederación” intelectual muy elástica, que incluye diferentes posiciones teóricas y perspectivas ideológicas diversas; diferencias que a veces son significativas.   

El texto del Dr. D´Angelo ciertamente da cuenta de esa particularidad pero pienso que la proyección futura que hace de tal característica, en cuanto a que CP tenga potencial como “espacio potencial aglutinador para una plataforma de diálogo nacional”, es rebatible. Percibo que el término “diálogo nacional” se utiliza en el texto del Dr. D´Angelo en el sentido de diálogo con un propósito explícito de construcción política que va mucho más allá de la noción de diálogo como “laboratorio de ideas” que defiende CP. Transmutarse en pivote de un “diálogo nacional” enfocado en funciones de representación y de concertación política equivaldría a modificar esencialmente la naturaleza actual del proyecto y, entre otras cosas, es probable que un número de colaboradores actuales de CP no se sentirían inclinados a aceptar tal giro.  

CP debate ideas y hace propuestas de diverso tipo con la legítima aspiración de tener un impacto en las políticas concretas que benefician o que afectan a los ciudadanos. Sin embargo, la posibilidad de influir en las políticas económicas, sociales y de cualquier tipo –que en última instancia las decide y aplica el gobierno cubano- no es un proceso lineal y, de hecho, existen varias formas para intentar hacerlo. Creo que lo que hace atractiva una plataforma como CP es que –a diferencia de otros “laboratorios de ideas”- se propone con igual intensidad tratar de influir más o menos directamente sobre “quienes deciden” (haciendo propuestas que pudiesen ser utilizables en el diseño de políticas específicas) y, al mismo tiempo, se ocupa de darle “densidad” al debate público en temas claves. Es decir, coloca temas y propuestas que permiten ampliar tanto la evidencia como las visiones normativas que en principio pudiesen informar las acciones no solo del gobierno, sino también de otros actores sociales y políticos. Creo que es esa amplitud de miras y diversidad de mecanismos, más que el carácter “constructivo” o estar en el “centro” (dos términos muy discutibles), son las que hacen atrayente para muchos intelectuales cubanos una plataforma como CP.  

Considero que la cuestión acerca del tipo de crítica que se hace en CP necesita de algunas precisiones. En particular me refiero a la crítica que se hace desde la perspectiva de las ciencias sociales. Aclaro este particular porque también se hace desde CP otra clase de crítica más centrada en los planos ético, normativo e ideológico –obviamente con impacto en el análisis científico- pero deseo referirme específicamente ahora a la crítica que se hace desde las ciencias sociales. En ese sentido, lo que le da valor a lo que hace CP no es que la crítica sea “dura”, “constructiva” o “inclusiva”. Lo que realmente importa es que la crítica se apoye en un método científico correcto, no importa lo “conveniente” o “inconveniente” que pudiese resultar la crítica. Cuando la crítica se fundamenta en la investigación científica, los otros posibles calificativos que se le adjudiquen a la crítica realmente no cambian la esencia del análisis crítico: construir capacidad para percibir la realidad social con precisión razonable y para ofrecer explicaciones racionales al respecto. Tal resultado pudiera ser políticamente ventajoso para unos y pudiera ser rechazado por otros, pero ese es otro asunto.  

Una cuestión crucial abordada en el texto del Dr. D´Angelo es la relativa al  posicionamiento de CP respecto a los llamados logros sociales de la Revolución (educación, salud, seguridad social, etc.). Sobre este particular no puedo hablar por todos los que participamos en el proyecto, pero considero que en CP muchos asumimos ese tema no tanto como un asunto de continuidad de aspectos del pasado (aunque también pudiera serlo) sino como parte de una visión normativa acerca del futuro deseable. Es decir, que lo que pudiera definir posibles afinidades entre CP y otras personas o grupos en esta área no es tanto un posicionamiento respecto a la práctica de un gobierno o un partido político específico, sino que sería fundamentalmente un posicionamiento respecto a cómo debería funcionar la justicia social en el futuro bajo cualquier gobierno o sistema político.            

CP es un proyecto animado por la idea de alcanzar la más amplia inclusión posible,  pero que tiene que asumir realistamente que existen inevitables diferencias tanto al interior del proyecto como respecto a otros grupos y entidades políticas. En este último caso, las discrepancias son muchas veces irreconciliables. La manera en que el proyecto gestiona ese problema parte de diferenciar claramente los planos de acción. A nivel del debate intelectual, la utilización de un formato de “laboratorio de ideas” ofrece un espectro relativamente amplio de deliberación, dentro de un marco lógico de restricciones pues el proyecto no ofrece su espacio a ideas racistas, a visiones denigrantes de la condición humana, o a nociones que justifiquen el odio y la violencia.

En el plano político, particularmente en cuanto al tipo de ordenamiento político en el que CP debería interactuar con otros actores sociales y políticos durante el proceso de transformación social del país, la posición del proyecto ha sido clara: debería funcionarse en el marco de un Estado de Derecho. Este es un punto justamente destacado por el Dr. D´Angelo, respecto al cual reitero la precisión de que CP no se ha planteado el avance del Estado de Derecho actuando como un actor político directo (representando y concertando actores políticos) sino desarrollando la capacidad de la sociedad civil para poder avanzar hacia un modelo de Estado de Derecho que incluya derechos humanos que no están actualmente reconocidos como derechos fundamentales en el país.
     
Alcanzar ese punto requiere de una discusión que, aunque inevitablemente, está conectada con la política, exige una reflexión sosegada en la que más que la “aceptación” o “rechazo” de ideas preconcebidas lo que se necesita es un proceso de “coproducción” de ideas, apoyadas en criterios normativos y también en la interpretación efectiva de la evidencia. Este último me parece un punto importante pues la discusión sobre derechos humanos no debe ser asumida solamente como una cuestión doctrinaria, sino que necesita un examen de la evidencia empírica concreta.

Finalmente, creo ver una contradicción entre la posición planteada en el texto acerca de que “las cosas hay que resolverlas internamente” y la sugerencia de que en el proceso de concertación política que se sugiere pudiesen participar “mediadores de países bien intencionados”. Adicionalmente, el término “bien intencionado” exige una definición específica pues no se trata de una propiedad política (o ética) que se explique por sí misma en el contexto de Cuba.

 

Los temas expuestos por el Dr. D´Angelo ameritan una discusión mucho más amplia;  estas breves notas apenas exploran unas cuantas dimensiones. En ese sentido, esperamos que otros colegas se sientan estimulados a contribuir a esta necesaria reflexión sobre lo que representa hoy y lo que debería ser CP en el futuro.

 


Sobre los autores
Pedro Monreal González 55 Artículos escritos
(Guantánamo, 1958). Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana (1999). Estudios de posgrado en la Universidad del Sur de California (USC), La Jolla, Estados U...
1 COMENTARIO
  1. Ovidio D´Angelo dice:

    Como se explica en la fecha del texto, el colega Pedro Monreal se refiere a un texto mío de 2015, sobre el cual recibí unas notas muy oportunas del autor y envié mis consdideraciones al respecto, entendiendo sus argumentos y el caracter de laboratorio de CP. De manera que remitiría a los lectores a ese momento -que no es el actual., como también evoluciona el pensamiento y las comprensiones epocales e institucionales-, con la mejor intención de diálogo constructivo.
    Ovidio D´Angelo

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