
Cuba Posible se ha dirigido a diversos expertos cubanos (de diversas generaciones, experiencias y procedencias profesionales), para indagar sobre las transformaciones necesarias de cara al presente y al futuro del país. A cada uno de los abordados se les hizo la siguiente pregunta: “¿Cuáles han de ser las características de las trasformaciones del modelo social cubano, para asegurar una evolución de sus capacidades a favor de la realización de los actuales y futuros anhelos de la sociedad cubana?”. A continuación publicamos la respuesta del joven investigador Lennier López.
Hay cuatro dimensiones que creo son primordiales y urgentes en la transformación del modelo cubano: la política, lo jurídico, lo económico, y la cultura democrática. Estas cuatro dimensiones, que no son las únicas importantes, están fuertemente interconectadas y difícilmente puedan ser separadas en la práctica.
En primer lugar, la transformación de la esfera política y jurídica es fundamental y, creo, debe ser el primer paso dado en aras de transformar la sociedad cubana. Por un lado, la esfera política se encarga de la toma de decisiones y, por otro, lo legal define los marcos (más amplios o más estrechos) dentro de los que podemos movernos. Una redistribución del poder es, por tanto, urgente; sin ello, resulta difícil pensar que las decisiones sobre cómo y qué se transforma en Cuba puedan representar al conjunto total de la nación.
Por otro lado, el ámbito jurídico requiere de una Constitución acorde a nuestro tiempo, que mantenga algunos derechos que la de hoy refleja, y garantice otros como la libertad de movimiento, la libertad de expresión, el libre acceso a Internet a un costo razonable, la libertad de asociación, y la libre empresa. Todas estas libertades deben ser reguladas por la ley, obviamente, pero en ningún caso coartadas por esta. En última instancia, la decisión sobre la constitucionalidad o no de las leyes que regulen estos derechos debe ser competencia del Tribunal Supremo y no, como es hoy, de la Asamblea Nacional. Por demás, la redistribución de poder, y la reforma del marco jurídico, pasan por la creación de un nuevo sistema electoral, con elecciones de los representantes de forma directa, y debe ponderar, en mi opinión, el parlamentarismo. No podemos seguir teniendo una Asamblea Nacional que apenas legisle, y que vote en “unanimidad” casi el 100 por ciento de las veces.
Por otro lado, la redistribución del poder pasa por la descentralización del mismo. Es impostergable garantizar la independencia, en temas regionales, a los poderes provinciales y municipales del gobierno central.
En el escenario económico creo que el principal problema y peligros que enfrenta el país es la carencia de un sector privado doméstico fuerte que pueda garantizar la creación de empleos de calidad y la creación de riqueza sin tener que depender totalmente de las inversiones extranjeras. La soberanía del país, la soberanía popular, podría verse decisivamente estrangulada ante la influencia y el poder del capital internacional sobre la economía nacional. Un sector privado doméstico fuerte, además, permitiría el desarrollo del sector público mediante políticas fiscales justas sobre los ingresos y la creación de riqueza.
Finalmente, el desarrollo de una cultura democrática es crucial para sostener en el tiempo un proyecto democrático y socialista en Cuba. Esta cultura democrática pasa por la transformación de los medios de propaganda del Estado (monitoreados por el Departamento Ideológico del PCC) en medios de comunicación pública, al servicio de la gente y con unas garantías de independencia del Gobierno recogidas por la ley. Los medios de comunicación son un espacio crucial para que la nación debata y aprenda a hacerlo sin desacreditar de facto al “otro” diferente.
Manuel Zayas dice:
Me parece que más que hacer referencia a la «libre empresa» deberíamos hablar de libertad de emprendimiento como un concepto muchos más amplio, que guarda relación con él desarrollo de proyectos autónomos, desde la sociedad civil organizada, que incluya la producción de bienes y servicios tanto de valor económico como social y cultural.