Los economistas, sus detractores y el abrelatas

Foto: Joe Stein / Holeintheclouds.net

Admitámoslo, los economistas hemos sido tradicionalmente material de inspiración para los humoristas. Mi chiste favorito de economistas es quizás aquel en el que un físico, un químico y un economista naufragan, se encuentran en una pequeña isla donde no hay nada que comer, y lo único con lo que cuentan es con una lata de conservas.

Los tres están desesperados por abrirla y el físico propone: “… teniendo en cuenta la posición del sol y la sombra que proyecta esta palmera podemos concluir que su altura es de “X” metros; si accedemos a lo más alto de ella y lazamos con una fuerza «Y» la lata contra esta roca, podremos acceder sin problema al contenido…”; el químico dice: “… teniendo en cuenta el índice de salinidad de las aguas de la zona y la proyección de los rayos solares sobre la superficie, si colocamos la lata bajo el agua durante «X» tiempo, la corrosión debilitará la lata y…”; el economista, tras haber escuchado a sus compañeros, dice: “… supongamos que tenemos un abrelatas”.

Menciono todo esto a propósito de un texto de 1999 titulado “La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales” del sociólogo húngaro József Böröcz, con un prólogo de Desiderio Navarro, que bajo el título “Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales, de József Böröcz”, fue publicado en el blog La pupila insomne, el 21 de diciembre.

LOS PÉRFIDOS ECONOMISTAS HÚNGAROS DE LA “TRANSICIÓN”

Sobre el texto de Böröcz me limito a hacer cuatro observaciones:

Primero, que el punto de partida que se adopta, la supuesta falta de una auto-reflexión de los economistas sobre el tipo de conocimiento que producen ―algo que aparentemente establecería una diferencia entre la economía y las otras ramas de las ciencias sociales―, es una falacia. Simplemente ilustra que se puede ser sociólogo y no estar informado acerca de las discusiones que sobre la naturaleza de las ciencias económicas vienen ocurriendo desde la primera mitad del siglo XIX, por lo menos desde Mills y Senior. Quienes hayan cursado la asignatura “Historia del Pensamiento Económico” en cualquier universidad cubana entienden el asunto sin mayores complicaciones.

Segundo, que es necesario comprender que la crítica que hace Böröcz a los economistas debe ser entendida en un contexto muy específico que es difícilmente reproducible: la Hungría de la “transición” hacia el capitalismo. En modo alguno los argumentos de Böröcz tienen validez universal. Es decir, no se está hablando de los economistas en general, sino exclusivamente de los economistas húngaros de la “transición”.

En tercer lugar, la explicación de Böröcz respecto a la función de los economistas en la “transición” húngara representa una de las tantas interpretaciones que coexisten sobre el tema y, hasta donde conozco, no se le reconoce primacía sobre las demás explicaciones.

Finalmente, el trabajo de Böröcz se limita a investigar un tema muy reducido ―la “postura epistémica” de los economistas húngaros de aquella época― y lo hace “en gran medida in abstracto”, algo que automáticamente debería aclararnos que su estudio no incluye otras dimensiones importantes que pudieran explicar el papel de los economistas en la “transición”, como pudieran ser los cambios en las relaciones de aquellos con el poder. Además, el trabajo no se apoya en una base empírica amplia y diversa que permita sustentar con datos una explicación sobre la manera concreta en que los economistas húngaros de la “transición” interactuaron entre ellos y con otros actores sociales durante aquel proceso.

Resumiendo, excepto mi consideración acerca de que Böröcz no está bien informado respecto a los debates auto-reflexivos sobre la naturaleza de las ideas económicas, el resto del texto es interesante, aunque de ninguna manera debe ser asumido como un argumento generalizable a toda la ciencia económica, ni tampoco como una explicación completa de la función de los economistas durante la “transición” hacia el capitalismo en Hungría.

MEDITANDO SOBRE UNA INVITACIÓN A MEDITAR

Paso ahora al prólogo del respetado intelectual cubano Desiderio Navarro. Concuerdo plenamente con este, en el entendido de que se refiere exclusivamente a los economistas de la “transición” húngara. Sin embargo, hay dos cosas que me llaman la atención. Por una parte, haber dejado “en el aire” ―al menos en este prólogo― la determinación de la responsabilidad relativa a “la extrema escasez y superficialidad de la información ofrecida entre nosotros sobre los procesos de desintegración del socialismo y transición al capitalismo en la Europa del Este”.

Por otra parte, la selección del título (“Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales”) ―que no queda claro si fue escogido por Navarro o por el blog en que se ha publicado― no permite precisar a qué tipo de meditación se está invitando al lector cubano: si a meditar sobre la reacción “vendida” como progreso cuando el capitalismo se falsea como mecanismo de ascenso social “para todos”, o si se está invitando a meditar sobre lo que en ocasiones se ha considerado como una variante de reacción que se manifiesta en enfoques “conservadores” respecto a los ritmos y modalidades de la “actualización” del socialismo en Cuba. Un tema sin dudas controvertible, pero que no puede desconocerse su discusión hoy en el país.

O quizás se trata de meditar acerca de que los economistas no son simplemente intelectuales sino actores sociales profundamente involucrados en la política, algo que no es nuevo. Ya, al respecto, Marx fijó su posición ―referida entonces a los filósofos, pero aplicable a los economistas y a cualquier especialista de las ciencias sociales, y seguramente de muchas otras profesiones― en el sentido de que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

Sugeriría, entonces, muy respetuosamente, dejar sobre la mesa otro tipo de invitación para meditar: ¿por qué razón lo ocurrido en Hungría hace más de un cuarto de siglo debería funcionar como algo embarazoso para el ejercicio de la crítica social por parte de los economistas cubanos de hoy?, ¿cuál es exactamente el componente de pensamiento “reaccionario” que presumiblemente existiría en algunos economistas cubanos y que pudiera justificar ―supuestamente con fines educativos― el reciclaje de textos sobre viejos procesos de transformación social que poco tienen que ver con la realidad actual de Cuba?

UN FANTASMA RECORRE CUBA… ¿LOS ECONOMISTAS?

Aquí fijo mi posición: ni la Cuba actual es la Hungría de la “transición”, ni el pensamiento de los economistas cubanos se asemeja al de los economistas húngaros de aquella época, ni la lectura de un texto como el de Böröcz es directamente relevante para el debate económico y político en Cuba.

Invitarnos a leer un texto como el de Böröcz es pasable como sugerencia para ganar cultura general, del mismo modo que también lo es leer la obra de Santo Tomas de Aquino sobre la teoría del “justo precio” en los albores de la ciencia económica en la Edad Media.

Hay algo que considero conveniente anotar para despejar posibles dudas. La mayoría de los economistas cubanos que hoy expresan sus criterios públicamente, han sido educados en una tradición de Economía Política marxista que los capacita plenamente para entender su profesión de manera totalmente alejada de cualquier interpretación “naturalista” y que los habilita para entender las complejidades que la ideología y la política introducen en el análisis económico y en el diseño de propuestas de políticas económicas. La aplicación de esa base de conocimientos a los análisis concretos es “harina de otro costal” y su evaluación rebasa las posibilidades que ofrece un breve artículo como este.

No todos los economistas cubanos aplican sistemáticamente la Economía Política en sus análisis, quizás tampoco todos dicen lo que piensan, pero quienes lo hacen ―y no son pocos― lo saben hacer muy bien, con elevado rigor profesional. Una rápida ojeada a los números de la revista Economía y Desarrollo y de la revista Temas, publicados durante el periodo de la “actualización”, permitiría confirmar lo que afirmo.

Como regla, el economista cubano que hoy se expresa en los debates ―profesionales y políticos― entiende muy bien que las cuestiones del poder moldean la manera en que funcionan las instituciones, los agentes económicos y los actores sociales. Asumen con claridad que no es posible superar el subdesarrollo si no se modifican las condiciones que lo mantienen, incluyendo las condiciones políticas que pudieran estar interviniendo en ello. Desconocer ese dato de la realidad y pensar que el economista cubano promedio de hoy no es un analista político capacitado, y por lo general sagaz, equivale, cuando menos, a una ingenuidad.

Pudiera ser entonces que los economistas disponen de instrumentos intelectuales que, como la Economía Política, tienen el potencial de actuar como un abrelatas, pero no como el del chiste, sino como uno capaz de ayudar a exponer procesos sociales ―principalmente de naturaleza política― mediante explicaciones que muchas veces no parecen ser bien apreciadas, o probablemente no muy bien recibidas, en el marco de los análisis sobre las perspectivas del desarrollo de Cuba.

LEA ADEMÁS:

Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales, de József Böröcz. Por Desiderio Navarro

Los economistas, el abrelatas y los taxistas

Sobre los autores
Pedro Monreal González 55 Artículos escritos
(Guantánamo, 1958). Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana (1999). Estudios de posgrado en la Universidad del Sur de California (USC), La Jolla, Estados U...
Cuba Posible 188 Artículos escritos
Cuba Posible es un “Laboratorio de Ideas” que gestiona una relación dinámica entre personas e instituciones, cubanas y extranjeras, con experiencias y cosmovisiones diversas; en algunos casos muy identificadas con las aspiraciones martianas. Si...
3 COMENTARIOS
  1. Marlene Azor Hernández dice:

    He leído con mucho interés los tres textos: el de Borockz, el de Pedro Monreal y el de Desiderio Navarro respondiendo a Monreal.
    El de Borockz, me parece un texto histórico muy interesante para saber lo que pensaba un crítico de los economistas húngaros de la reforma.Sin embargo la sociología del conocimiento que propone ya está superada por la propia sociología del conocimiento.La economía no es una ciencia natural o exacta y visualizarla de esta manera ya está rebasada.Las Ciencias sociales son disciplinas del conocimiento pero no ciencias extactas ni naturales, no después del debate epistemológico de los años 80s del siglo pasado.
    Encasillar el pensamiento de los reformadores entre ideológico y utópico es ya una visión agnóstica sobre el conocimiento.No es posible el concocimiento verdadero porque fluctúa entre los intereses de los grupos(ideológicos y utópicos) lo cual me parece una reducción que no se acerca a la realidad de la producción del conocimiento.La publicación de este texto en la Pupila Insomne es ya un problema de ataque a los economistas cubanos sencillamente porque el debate actual impuesto por el gobierno entre socialismo y capitalismo borra todo entendimiento sobre los problemas estructurales del socialismo de estado y menosprecia los análisis de los economistas cubanos muy aterrizados sobre la realidad empírica del país, algo que no se observa según Borockz en los economistas húngaros.Lamentablemente el ejemplo a resaltar de un logro del socialismo húngaro sobre el transporte público en la HUNGRÍA de los 60s a los 80s, no puede ser señalado como un logro en Cuba. He aquí cómo un debate epistemológico resulta vacuo frente a los hechos empíricos de la realidad y sólo resulta interesante como un debate histórico, con las «orejeras» del crítico que lo hace.

  2. Marlene Azor Hernández dice:

    Si leemos a Stuart Hall un postmarxista que analizó la posición de Marx sobre la ideología como «falsa conciencia» vemos que Borockz no tiene ninguna razón en encasillar el pensamiento de los reformadores en el par «ideología utopía» para mostrar una supuesta inconsistencia.Su base analítica es tan arbitraria como cualquier otra.Su reduccionismo epistemológico es bien grave por producir en su análisis una posición agnóstica frente a la posibilidad del conocimiento.Por ese camino su propio texto carece de «veracidad disciplinaria».

  3. Marlene Azor Hernández dice:

    Por último el enfoque de Borockz, padece de un error reiterado del marxismo occidental, a saber: privilegiar el contexto internacional, siempre adverso y «olvidar» las responsabilidades de las élites políticas nacionales y sus políticas económicas en el fracaso del socialismo de Estado o de los países pobres.Este es un error epistemológico que además porta en sí mismo un determinismo paralizante y des responsabilizador que deja al sujeto productor de conocimiento en una postura de resignación o de repulsa sin gestionar otras alternativas.Es muy fácil decir que la globalización es adversa, mucho más inteligente es aprender a insertarse en ella y defender los propios intereses.De otra forma nos estamos imponiendo restricciones que no son infalibles.Sartre decía «el infierno son los otros»,desresponsabilizando su propia incompetencia.

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