Martí y el nombre de mi calle

En enero del presente año 2018, se desarrolló en Caimito del Hanábana un coloquio que conmemoraba, en tan memorable contexto, el 165 aniversario del natalicio de nuestro Apóstol y Héroe Nacional José Martí. Los panelistas, de lujo: Pedro Pablo Rodríguez, historiador, Investigador Titular del Centro de Estudios Martianos, director general de la edición crítica de las Obras Completas de José Martí y galardonado con los más altos premios de las Ciencias Históricas y Sociales; Francisca López Civeira, profesora emérita de la Universidad de La Habana, vice-presidenta de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) y Premio de Ciencias Sociales; Mildred de la Torre Molina, profesora de la Universidad de La Habana, organizadora de la UNHIC y Premio Nacional de Historia, y en representación de los matanceros: Ercilio Vento Canosa, médico legista; profesor de la Universidad de Ciencias Médicas e historiador de la ciudad de Matanzas.

Como era de esperarse, las intervenciones de los panelistas sedujeron a los presentes, provenientes fundamentalmente de Matanzas, Jagüey Grande y Calimete, miembros de la UNHIC, de la Sociedad Cultural José Martí, fervientes martianos todos. Concluidas las disertaciones de los ponentes se produjo un intercambio coloquial en el que se hicieron preguntas y acotaciones, que resultaron de gran interés. Uno de los temas que más impactó al que redacta estas líneas, fue el de los argumentos que se dieron por panelistas y público, de cómo se ha honrado a Martí haciéndolo presente en la vida del cubano, prácticamente desde su trágico deceso en Dos Ríos, en contraposición con lo que se quiso silenciar su nombre por el Gobierno Colonial y distorsionar sus ideas durante la intervención norteamericana y en la época republicana

Se comentó que uno de los primigenios homenajes que se le rindiera al Apóstol resultó el de ser sustituido el nombre del Término Municipal de Guamutas y del poblado de Hato Nuevo por el de Martí, tan tempranamente como el 24 de diciembre de 1898, hace 120 años. Para la celebración de tan importante “aniversario cerrado” se aprestan los pobladores del municipio matancero de Martí y han mostrado gran interés los historiadores y martianos. También se narró, esta vez por el ya jubilado historiador de la ciudad de Matanzas Arnaldo Jiménez de la Cal, cómo en esta ciudad se le había sustituido el nombre de Isabel II, por el de Paseo de Martí, a una de las vías más agraciadas de la ciudad, que permite el acceso desde La Habana. Fue opinión fundamentada la trascendencia del Apóstol a la cotidianidad del cubano, cuando en cada escuela está presente el imprescindible busto al pie del cual los niños colocan diariamente flores o que es casi inherente la presencia de la imagen marmórea o de bronce del Apóstol dondequiera que haya un parque; y que no falta un pueblo en Cuba donde no se haya nombrado una calle con su nombre.

En este momento del intercambio, que se producía en la sala que nos acogía y que es parte del memorial Caimito del Hanábana, debe haber aparecido cierto rubor en mi rostro, ignoro si los que estaban cerca lo habrán notado; y es que me sentí realmente apenado ante mis compatriotas de otros territorios matanceros, o ante los cubanos en general, porque desde abril de 1959, vivo en una calle que se denominaba Martí, en Jagüey Grande. Contrario a lo que sucede en otros lugares, en esa calle, desde hace muchos años, pasó a señalarse por un número, un despersonalizado número 17. Llamo la atención de mi calle, pero mis entrecalles eran Agramonte y Pedro Betancourt, ¡que excelsos patriotas se honraban!; pero ahora son solo 58 y 60. Por el frente del antiguo Ayuntamiento, hoy sede del Poder Popular, corre la calle que tenía el nombre de Martín Marrero, patriota insigne nombrado Delegado del Partido Revolucionario Cubano por Martí en la zona de Jagüey Grande, y quién protagonizó el alzamiento del 24 de febrero de 1895 en el territorio jagüeyense, siendo este el primer combate escenificado en la zona occidental de Cuba.

Por la calle Céspedes, hoy número 13, marcharon hacia Playa Larga y Playa Girón los milicianos que derrotaron en abril de 1961 a los invasores; y por esa misma calle, fueron evacuados los que murieron defendiendo el socialismo, mártires inolvidables de la Patria, y regresaron victoriosos de los combates los bisoños soldados. Otras calles en Jagüey Grande ostentaban nombres como el del Generalísimo Máximo Gómez, el del Mayor General Antonio Maceo y Grajales, que también se homenajeaba al denominarse uno de los dos cines del pueblo -“General Antonio”-, el otro cine está prácticamente en ruinas desde el paso del ciclón Michel, en noviembre de 2001, y el “General Antonio” se habilita como centro cultural y no puedo asegurar que conserve el nombre. El General de Brigada del Ejército Libertador Clemente Gómez, primer alcalde cubano que tuvo el municipio de Jovellanos, se reconocía en una calle; el albacea de Martí, Gonzalo de Quesada Aróstegui, a quien conjuntamente con su hijo Gonzalo de Quesada Miranda, debemos que podamos contar con la inmensa bibliografía del Maestro, caracterizaba otra de las calles.

“La modernidad” nos ha impuesto muchos retos, y es verdad que es una norma, no intrínseca de Cuba, lo referido a la numeración de calles. Esto cual resulta muy práctico, incluso cuando se extienden las ciudades se hace una necesidad, como ha podido ser el caso de Jagüey Grande, que al triunfo de la Revolución rondaba los 6,000 habitantes y hoy esa cifra se ha multiplicado por 4 o 5. No obstante, en otros lugares donde se ha adoptado la numeración, como en la ciudad de Matanzas, indefectiblemente todavía se habla de San Juan de Dios, La Merced, Tirry, Velarde o Daoíz; estos nombres no tienen que ver con luchadores por la independencia de Cuba como los que ya se mencionaron para Jagüey Grande, pero los matanceros aventajan a Jagüey en el surgimiento como población en 164 años; es por ello que aunque los nombres fundacionales no se corresponden con el momento histórico, aún así los matanceros los han conservado. Otro elemento que quizás ha contribuido a que pervivan esto nombres es que no han sido obviados por los medios de comunicación al referirse y señalar los lugares, a pesar de que en los documentos de identidad el ciudadano pueda tener la numeración de las calles.

En momentos en que es imprescindible hablar de valores, de patriotismo, de enseñanza de la historia, bien vale el intento de reparar un error, no digo rescatar, pues esos patriotas tienen su sitial imperecedero en la historia. Empezando por los medios pudiera convocarse para un acto o precisarse una dirección en los programas de facilitación, mencionando el nombre de las calles, esto es como decir que: “en la calle 17, José Martí, entre la Máximo Gómez 54 y Martín Marrero 56, se encuentran las Oficinas del Carnet de Identidad”. No sería muy pretensioso, para quedar en paz con la historia, que allí en las Oficinas del Carnet de Identidad, se le pueda colocar al solicitante los datos de residencia incluyendo el nombre de la calle. Entonces los jagüeyense andaríamos por nuestras calles recordando y honrando, a la vez, a los patriotas y, por qué no, a nuestros nuevos héroes y heroínas, ya que no nos faltarán nombres para identificar nuevas calles. Martí nos trató de enseñar que “honrar a los que cumplieron con su deber es el modo más eficaz que se conoce hasta hoy de estimular a los demás a que lo cumplan”. Tratemos de seguir al Maestro.

Sobre los autores
Diego de Jesús Alamino Ortega 4 Artículos escritos
Diego de Jesús Alamino Ortega es Doctor en Ciencias Físicas, profesor titular y profesor consultante de la Universidad de Matanzas. Tiene trabajos publicados sobre divulgación de la ciencia en revistas nacionales como Juventud Técnica, Energía y...
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