La realidad doblada como un papel: manía clasificatoria y debate político en Cuba.

Lo que a veces se escucha en el debate político cubano recuerda las cosas de Miguel de Unamumo, pero sin la genialidad del vasco, claro está. Como le ocurría a Don Fulgencio Entrambosmares (personaje de novela que prepara los “Apuntes para un tratado de cocotología” –es decir, el arte de hacer pajaritas de papel o papirolas) existen hoy comentaristas políticos sobre el tema cubano aquejados por una especie de manía clasificatoria.

Foto: Mary Newcombe (CC BY 2.0)

Lo que a veces se escucha en el debate político cubano recuerda las cosas de Miguel de Unamumo, pero sin la genialidad del vasco, claro está. Como le ocurría a Don Fulgencio Entrambosmares (personaje de novela que prepara los “Apuntes para un tratado de cocotología” –es decir, el arte de hacer pajaritas de papel o papirolas) existen hoy comentaristas políticos sobre el tema cubano aquejados por una especie de manía clasificatoria.

En vez de doblar hojas de papel para hacer figuritas que luego se clasifican, estos comentaristas tratan de doblar la representación de la realidad, una y otra vez, para ver en qué pudieran transfigurar las ideas, instituciones y personas que no encajan en sus particulares visiones ideológicas.

Nótese que utilizo el término de comentaristas pues no hacen “análisis político”, aunque parecen esforzarse por dar esa impresión. El análisis requiere conocimiento teórico, disponibilidad de evidencia, método y oficio, precisamente lo que no se observa en los escritos que, desde hace algún tiempo, nos han presentado nociones como “corrimiento al centro”, “centrismo” , o la “oposición de izquierda”, concebidas más como “lodo político arrojadizo” que como conceptos que expliquen algo realmente existente y que tenga relevancia práctica para el debate político nacional. Quien tenga dudas puede revisar esos textos. Proporcionan etiquetas concebidas para descalificar a otros.

La más reciente ocurrencia ha sido la de tratar de potenciar la circulación del término “neo-contrarrevolución”.  Javier Gómez Sánchez, animador de la idea, clasifica irresponsablemente a otros en esa “categoría”, algo que en sí mismo pudiera no haber tenido mucha relevancia en el caso de que hubiese reservado ese pensamiento para él y para sus amistades. Es comprensible que la gente intente encontrarle sentido a las cosas que no entienden, tratando de clasificarlas y de asignarles cierto orden en sus propios mundos mentales. Es una reacción humana. Con eso no hay problema. Obviamente, Gómez tiene derecho a expresarse libremente de la manera que mejor entienda, pero le convendría apreciar mejor las limitaciones de sus pensamientos.

Dada la improvisación con la que se ha promovido esa idea, resulta espinoso hacerla pasar como el producto de un proceso intelectual razonado. La clasificación, probablemente influida por ese mundo interior nítidamente etiquetado en que parecería querer habitar Gómez, choca con una realidad que la contradice, pues el enfoque de una política cubana donde “solo existen dos posiciones, revolucionario o contrarrevolucionario” nunca ha sido sostenible en la práctica. En realidad eso no sucede tan “sencillamente” como se imagina Gómez. La política cubana, como casi todas, es compleja y no encaja en esquemas maniqueos del tipo, o conmigo o “sinmigo”.

Como la clasificación que se aventura a exponer Gómez seguramente será tomada como un agravio político por otros, lo mejor que puede hacer es estar preparado para escuchar a quienes, siendo amables, le pudieran hacer la observación de que una cosa es que alguien pueda creerse sus propias elucubraciones mentales y, otra bien distinta, es pregonarlas en plan de taxonomista político.

Lo que voy a decir ahora, lo digo de manera respetuosa, simplemente porque es la pregunta que siempre debe hacerse cuando alguien trata de plantear una idea aparentemente novedosa. ¿Qué tipo de credenciales intelectuales puede, exactamente, mostrar Gómez para que pudiéramos aceptarlo como una fuente creíble de la tipología política cubana?

La verdad es que parece que ninguna. Si se utiliza cualquiera de las cuatro principales bases de datos que informan sobre la legitimidad y la visibilidad de los resultados de investigación (el Social Sciences Citation Index – SSCI de Web of Science, Scopus, Redalyc y SciELO), el resultado siempre es el mismo: no se encuentra mención alguna a Gómez. Para otras bases de datos como Google Scholar y Publish or Perish, este autor tampoco existe. Es fácil verificarlo. Trato de ser objetivo. Ese tipo de revisión es lo que se hace habitualmente cuando se desea hacer una comprobación preliminar de la calidad del pensamiento social contemporáneo.

Expresado de otra manera, Gómez no es un autor científico, ni anda cerca de serlo, y por ello no puede aspirar a acreditar capacidades que no posee en materia de tipología política. Pudiera repartir etiquetas políticas a diestra y siniestra y estaría en su derecho, pero eso fundamentalmente lo que revela es una manía. No mucho más que eso. Lo digo con afecto.

Aclaro que no tengo nada en contra de que los comentaristas expresen opiniones en el debate político. De hecho es muy positivo que quienes no son analistas, ni políticos profesionales, participen activamente en el debate. Es un derecho que tiene todo ciudadano cubano. Además, el debate participativo amplio es muy útil para la política. Entonces me parece muy bien que los comentaristas se manifiesten todas las veces que puedan hacerlo.

Lo que no resulta apropiado es hacer taxonomía política “de oído”. Nadie interesado en escuchar ideas de calidad aceptaría eso. Sería como tomar en serio a un alquimista. La clasificación –sea de especies naturales o de posiciones políticas- se hace desde el método científico. Ni Darwin ni Linneo en las ciencias naturales, ni Marx ni Huntington en las ciencias sociales, hicieron clasificaciones a partir de opiniones y comentarios. Se pudiera estar de acuerdo o no con las taxonomías que plantearon, pero todas están afincadas en una interpretación científica de la realidad.

Clasificar lleva muchas horas de trabajo intelectual, usualmente agotador. Requiere volver, una y otra vez, sobre los resultados para refinarlos. Una clasificación rigurosa no se logra en poco tiempo, ni es algo que pueda hacerse desde las tertulias de un blog. “Sencillamente” porque la ciencia no opera de esa manera. Cualquiera que posea un entrenamiento elemental sobre la manera en que funciona la producción del conocimiento entiende eso.

Me detengo para hacer una breve aclaración. Las personalidades de la política habitualmente crean tipologías para descalificar a sus adversarios. A veces ponen etiquetas con una prodigalidad asombrosa, pero eso es parte del oficio. Usualmente, no pretenden que se les considere como analistas. Lo que desean es que se entienda bien que pueden golpear políticamente al adversario, inclusive adjudicándoles epítetos que, aunque no vengan mucho al caso, una parte de la gente acabará aceptándolos como válidos. Eso sería un claro indicador de la fortaleza de un político, pero ello solamente funciona si se cuenta con una maquinaria política y con apoyo popular. Dicho esto, cabría la posibilidad de que Gómez fuese un líder político y por eso dice lo que dice, pero no tengo evidencias de que ese sea el caso.

El problema es que, cuando clasifica, Gómez niega realidades y denigra. Asumo que entiende perfectamente que cuando le dice “neo-contrarrevolucionario” a la gente, sin detenerse a probarlo, hay muchos a quienes eso los pudiera ofender profundamente.

Gómez hace, al menos, dos afirmaciones que convierten sus proposiciones en una contorsión: primero, clasifica a Cuba Posible como uno de “los grupos políticos contrarios a la Revolución apoyados por los Estados Unidos”; y segundo, dice que Cuba Posible ha hecho una “campaña contra el debate de la conceptualización del socialismo cubano”, algo que es una extraña manera de concebir la participación en un debate como una campaña contra el debate. Aquí hay un evidente doblado de la representación de la realidad.

El hecho de que se discrepe en el marco de un debate no significa que se haga una campaña contra el debate. Para que sea creíble la aseveración de que se ha hecho una campaña en contra de algo, hay que aportar pruebas de intencionalidad. Tomo asiento y espero pacientemente a que Gómez trate de demostrar –a partir de lo que se publica en Cuba Posible– que ha existido la intención de hacer campaña contra el debate de la conceptualización. Con mucho gusto le ofrezco una pista: humildemente lo invito a leer mis textos. Soy, casi seguramente, quien más ha publicado en Cuba Posible sobre la conceptualización.

Considero que no hay necesidad de dedicarle más tiempo a refutar esas dos falsedades. No utilizo aquí el término de manera peyorativa sino como se entiende en la lógica, como uno de los “valores” que indica la veracidad de una proposición. Ocuparse minuciosamente de desmontar falsedades puede representar, a veces, una pérdida de tiempo.

La reacción primaria de un analista pudiera ser exigir las evidencias detalladas en las que pudieran sustentarse ambas afirmaciones, pero en este caso no tiene sentido insistir en algo que Gómez parece no entender: la función de la evidencia en el debate público. Por suerte, no es algo insoluble. Con las lecturas adecuadas pudiera resolverse esa laguna de formación, que es inexcusable para alguien que intenta hacerse escuchar en el debate intelectual cubano.

Sin embargo, transitando en sentido opuesto, es abundante la evidencia de que sus dos proposiciones son falsas. Esa evidencia, consiste en cientos de textos publicados en Cuba Posible, a los cuales obviamente Gómez no hace una sola referencia. Es una representación de la realidad que el comentarista parece preferir doblar para poder fabricar la pajarita de la “neo-contrarrevolución”. El “ninguneo” de textos de quienes desea criticarse es un desliz de aprendices. Ningún comentarista avezado deja descubierto ese flanco en un debate. La buena noticia para Gómez es que, con práctica, es un error superable.

La idea “aterrizada” que supuestamente se presenta es el gastado argumento de las relaciones de Cuba Posible con fundaciones de otros países, específicamente de Estados Unidos; algo que en rigor es una práctica extendida –desde hace décadas- en el terreno intelectual cubano y que abarca una amplia diversidad de instituciones nacionales, siendo hoy una buena parte de ellas, si no la mayoría, entidades estatales. Sobre eso nada se dice, probablemente para tratar de proyectar la falsa imagen de que, en Cuba, relacionarse con fundaciones extranjeras es solamente una felonía cometida por unos pocos. Aquí hay otro doblado de la representación de la realidad.

Desde Cuba Posible no se intenta convencer a nadie de que haya algo malo o bueno en esas relaciones. La extensión de estas es un hecho observable, pero la evaluación de su impacto normalmente no es predecible, requiere un análisis. El posible efecto de esas relaciones pudiera ser diverso y sin dudas habría casos negativos, quizás muchos, pero afirmar a priori y de manera tajante que relacionarse con determinada entidad extranjera implica necesariamente una influencia política negativa para la entidad o persona de Cuba, parece cosa de autismo político. En cualquier caso, para medir el posible impacto de ese tipo de relaciones, habría que utilizar una métrica precisa que debería ir más allá de la simple mención de la existencia de una relación. Este, que parece ser el principal “indicador” que Gómez utiliza, puede ser problemático.

Debería tomarse nota de que razonamientos de ese tipo pueden conducir a conclusiones como a las que ha llegado otro autor –esta vez un académico reconocido- que le ha imputado a una entidad del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (el Centro de Investigaciones de Política Internacional, CIPI) el haber permitido que una fundación extranjera (alemana) haya “conseguido imponer sus propias condiciones” en el diseño de un evento organizado en La Habana. .

En ese sentido, desde la lógica con la que Gómez parece operar, Cuba Posible y el CIPI deberían compartir la misma categoría en el árbol clasificatorio de las “especies” institucionales de la política cubana. Sorprendentemente, la clasificación de “neo-contrarrevolución” se le aplica a Cuba Posible, pero Gómez parece no atreverse con el CIPI. Aquí hay un doblado interesante de la representación de la realidad. No solamente Gómez clasifica, sino que deja claro que tipifica según le salga de su pensamiento, ofreciendo como única explicación la enigmática, y sobre todo ridícula, máxima pseudo- filosófica de que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, algo que recuerda aquello que se le ha atribuido a algún boxeador olímpico cubano –dicen que injustamente- de que “la técnica es la técnica y sin técnica no hay técnica”.

La primera y la última pregunta que quizás deberían hacerse los comentaristas políticos cubanos aquejados por la manía clasificatoria es simple: ¿atenta lo que se publica en Cuba Posible contra la aspiración de alcanzar una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible?

Seguramente se darían respuestas diferentes, pero si en realidad desea avanzarse en una discusión medianamente seria y constructiva, sería apropiado evitar los fárragos que sobre el socialismo muchas veces se escucha entre ciber-tertulianos que participan en el debate nacional y a los que Gómez contribuye cuando dice cosas como que: “Es cierto que nadie sabe cómo construir el socialismo, y el propio Fidel Castro mencionó una vez en un momento el pretender saberlo como un error, no tanto respecto a nosotros como a la Unión Soviética y sus manuales. Pero no lo repitió constantemente, y si lo repetimos nosotros, en un estribillo que tal vez la contra nos esté componiendo, llegaría a parecer que como nadie, absolutamente nadie, sabe cómo lograr hacer el socialismo, y mucho menos el ideal, entonces es algo irrealizable, y por lo tanto no debemos perder nuestro tiempo dedicándonos a eso”.

Se trata de un embrollo resultante de no saber cómo lidiar con la palabra “nadie”, que lo lleva inicialmente a decir que es “cierto” –o sea, indiscutible-,  que “nadie” –es decir, ninguna persona- sabe cómo construir el socialismo pero, que luego, al darse cuenta de que eso de “nadie” funciona contra él, entonces conecta la marcha atrás y lo que se le ocurre es decir que si aquello de que “nadie sabe” no se repite en un estribillo –como en un conjuro maldito- el asunto no es tan grave. Parece cosa de Harry Potter, pero así fue como le salió el párrafo a Gómez.

¿Tiene sentido empecinarse en cultivar una especie de cocotología política criolla que intenta doblar la representación de la realidad para fabricar papirolas que encajen en el maniqueísmo de algunos ciber-tertulianos?

En mi modesta opinión, no tiene sentido alguno, pero trato de ser realista. Habrá que intercambiar fraternal y constructivamente con ellos. Son parte del contexto actual. Están ahí. Forman parte de esta Cuba más heterogénea que hoy existe, y siempre está la posibilidad de que personas como Gómez pasen de ser comentaristas improvisados a analistas políticos competentes, sobre todo, si se van a dedicar a categorizar y a dictar cátedra . Hay que asumirlos con espíritu positivo, como parte del debate democrático, amplio y diverso, que necesita el país.

Sobre los autores
Pedro Monreal González 55 Artículos escritos
(Guantánamo, 1958). Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana (1999). Estudios de posgrado en la Universidad del Sur de California (USC), La Jolla, Estados U...
14 COMENTARIOS
  1. Alexei Padilla Herrera dice:

    Estimado Pedro, su texto pone a Javier Gómez Sánchez en el lugar que se merece y que por pudor no mencionaré aquí.

    No se equivoca usted. Javier, a quien conozco y él a mí, no tiene formación en ninguna área de las ciencias humanas y sociales. Estudió producción en la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA. No recuerdo que haya militado en ninguna de las dos organizaciones políticas más importantes del país, no fue presidente del CDR ni delegado del Poder Popular, no fue parte de la FEU porque estudió por CPT.

    Me sorprende que después de cierto tiempo y erráticos rumbos, Javier se presente como un salvador de la Revolución, claro, desde el blog de Iroel Sánchez.

    En lo personal, no me creo nada de lo que él dice. No solo por lo que usted expuso muy bien en su texto, sino porque lo que Javier dice no pasa de palabras incapaces de volverse verbo.

    Y por ahí va Javier, queriendo pasar por economista, especialista en transporte público, analista político. Difícil de creer, no solo por su escasa formación, también por su oportunismo tantas veces demostrado.

    Pero quiénes escriben en el blog de Iroel?Digo escribir para el blog, no coger un post y reproducirlo allí.

    Vale el análisis, pero no le demos a Javier Gómez Sánchez, que desea, pero que no tiene y merece porque no pasa de ser un ciberchanchullero.

  2. Alexei, me parece realmente poco acertado tu comentario sobre la «educación» de Javier. Será influencia de mi sistema de valores, pero a la hora de debatir o desmantelar los criterios de alguien, yo personalmente doy poca o nula importancia a sus estudios académicos. Un título, recuerda no es la varita mágica para convertirse en un pensador, ni la ausencia de título impide que se puedan tener ideas brillantes o grandes conocimientos.

    • Alexei Padilla Herrera dice:

      Vicenzo, mi comentario que me parece muy acertado, es una síntesis de lo que planteado por el prof. Monreal.

      Hablé en términos de formación, no de educación que son dos cosas diferentes. No defiendo un debate elitista y excluyente, donde solo especialistas puedan participar. El debate, si es democrático, debe ser inclusivo y plural.

      Pero lo creo yo expresa el artículo de Monreal es que una cosa es ser un testigo, un comentarista o un cronista de la realidad, y otra, querer pasar como analista. Si de lo que se trata es de juzgar a los demás, de clasificar a unos y otros, los criterios personales son insuficientes. Para eso, discúlpame, sí se necesitan ciertas credenciales. Algunas se ganan con años de estudios, de investigación, otras las da la experiencia y sobre todo el trabajo y la militancia en una causa.

      Dentro de nuestro sistema de valores (el cubano) dar el ejemplo es una regla de oro. Sobre todo, para aquellos que se dicen revolucionarios. Se exige coherencia entre palabra y actuación cotidiana. Revolucionarios de verdad, de rodilla en tierra conozco a muchos, trabajé con muchos, soy amigo de muchos. Demogogos, también conocí a muchos.

  3. Excelente artículo Monreal. Una vez más y siempre con argumentos, como ya ocurriera con la triste «oposición de izquierda» del Sr. Ernest August, desnuda usted las carencias científicas de estas personas que se dedican a desvirtuar las realidades y a querer establecer nuevas clasificaciones políticas con mala intención y sin basamento serio alguno. Lamentablemente, esta es una situación que no es nueva, son personas que sin la más mínima evidencia de nada y hablando excrementos, se sientan frente al ventilador para tratar de esparcirlos y de salpicar a otros.
    Comentaristas como el Sr. August y el Sr. Gómez, que sustentan sus trabajos en la crítica poco seria a todos aquellos que piensen o se expresen en una línea diferente a la línea oficialista, «casualmente» encuentran cobijo en el mismo blog a sus artículos carentes del rigor de la ciencia y de la evidencia, lo cual lleva a pensar en la seriedad y en el nivel de debate que se realiza en el mismo.
    Es por todos sabido que el gobierno no da margen a que una persona o grupo de personas, posean un pensamiento y propogan una estrategia económica, política o social alternativa a la oficial, sólo basta echar un vistazo a lo que se publica en los medios estatales de comunicación donde la prensa que no es estatal no tiene cabida, es una cuestión de o estás conmigo o estás contra mí, no hay otra postura posible. Teniendo en cuenta esto y apoyándose en campañas propagandísticas, utilizan y socializan este tipo de artículos que no contienen evidencia alguna, en el que se inventan calificativos y clasificaciones denigrantes cuyo único objetivo es generar mentiras que repetidas mil veces, falsamente puedan llegar a ser verdades

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Javier, lamentablemente veo que usted insiste en dictar cátedra sobre algo para lo que no está calificado, pero esa es su opción y la respeto. Observo, con curiosidad, como a sus dotes de “categorizador” ahora ha agregado las de vidente y es capaz de intentar convencer a otros de que puede profetizar el “trabajo de calendario” de otras personas. Eso es muy interesante, pero no sé si percata de que nada de eso lo ayuda. Un consejo amable, es difícil que lo tomen en serio en un medio intelectual si no puede ofrecer argumentos razonados.

      El debate de ideas tiene una regla de oro: hay que aportar ideas. Espero que lo entienda.

      Reciba un saludo fraternal.

  4. Estimado Pedro

    Javier necesita ayuda. Padece de incontinencia escritural. Su caso es mas complicado por el exceso de vitamina K, algunos autores hablan de K doble y otros simplemente refieren que es KK.

    Se recomienda aislarlo de sus mentores actuales….y sobre todo NO LEERLO!

    Saludos

    Dr. Pirolo

  5. Miguel Orozco dice:

    Ph.D Pedro Monreal González, quisiera de ser posible, y a propósito de esta confrontación en la blogosfera, que comente sobre dos cuestiones que salen a flote. La primera, es sobre la capacidad intelectual requerida para aportar en este debate. Usted aconseja el uso de indicadores de la capacidad científica del autor, como por ejemplo los artículos publicados y las citas que estos reciben en la WoS u otras bases de datos académicas. En rápida búsqueda en la web veo que su puntuación en sitios como ReserachGate es de 3.86, muy inferior a la media. ¿Cuál usted considera que debe ser el patrón para tomar en serio los argumentos del ponente? La segunda cuestión, tiene que ver con las razones de fondo de la polémica. Según Javier, usted y muchos de los que aportan a Cuba Posible tienen la abierta intención de subvertir el proceso Revolucionario, promoviendo ideas como el pluripartidismo. ¿Es esto cierto? ¿Cuál es su posición y argumentos ante este planteamiento?

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Miguel,

      Gracias por interesarse por la métrica de mis publicaciones. Tomo nota de que debo actualizar mi perfil en ResearchGate. Me percato de que la última vez que lo actualicé fue a mediados de 2015.

      Lo que dije en mi texto fue que normalmente “cuando se desea hacer una comprobación preliminar de la calidad del pensamiento social contemporáneo” se hace una búsqueda en las bases de datos bibliográficas. Aquí la palabra clave es “preliminar”. La búsqueda –que demora segundos- sirve para identificar rápidamente si un autor en cuestión forma parte del grupo de autores que son reconocidos por su publicación académica. Obviamente, la valoración definitiva –no la preliminar- del artículo solamente puede resultar de la lectura de su contenido. Como no conocía quien era Javier Gómez, hice esa búsqueda rápida, que es lo que se hace normalmente.

      Pero mi crítica se basa en una lectura detallada del contenido del texto de Gómez.

      Lo que he hecho es tratar de llamarle la atención a Javier Gómez respecto a que categorizar actores políticos necesita capacidad profesional. Se requiere de una formación científica –en ciencias políticas o en sociología, por ejemplo- que Javier Gómez no posee, ni de lejos.

      Repito que Gómez está en libertad de decir lo que le parezca. Supongo que se admita entonces que otras personas –como es mi caso- estemos en libertad de recordarle que dice cosas infundadas. Me tomo muy en serio la manera en que se produce el conocimiento, entonces mi posición es que si alguien no es un científico social no debería adoptar una pose académica para hacerle creer al prójimo que los “nombretes” que inventa son categorías resultantes de un pensamiento científico. Hacer eso es una impostura. Lo digo sin ánimo de ofender a nadie. Si uno no es ingeniero civil no puede construir un puente, o hace algo que parece un puente y que acaba cayéndose. Lo mismo es aplicable al resto de los campos del conocimiento.

      La segunda pregunta la respondo directamente: lo que pienso sobre Cuba lo he publicado durante más de veinte años. Lo que escribo no tiene la intención de subvertir nada. Es muy fácil comprobarlo, desde el libro que escribí en 1994 –en coautoría con Julio Carranza y Luis Gutiérrez- “Cuba: la restructuración de la economía. Una propuesta para el debate”,hasta lo que he publicado en Cuba Posible. Todo lo que he escrito en esta plataforma es público y está al acceso de un “click”.

      A diferencia de otros que participan en el debate, despachando fárragos nebulosos sobre la revolución, la ideología y cualquier otra cosa, en los textos que he publicado en Cuba Posible he dejado bien claro no solamente ni apreciación sobre temas diversos, sino que también he sugerido propuestas concretas. Siempre trato de aportar evidencia, que es una forma elemental de respetar al lector.

      Entre otros temas que he abordado están: salario, empleo, pobreza, desigualdad, crecimiento económico, consumo, inversión, colaboración internacional, la “conceptualización”, entorno internacional de la economía cubana, empresa privada, empresa estatal, cambio económico y poder político, y también he criticado los puntos de vista de otros participantes en el debate.

      Javier Gómez ha mentido cuando dice que desde Cuba Posible se ha hecho campaña contra el debate de la actualización. Lo invité cortésmente a que dijera cuál de mis textos podría justificar su opinión. Todavía estoy esperando sentado a que presente alguna evidencia, pero estoy convencido de que Gómez no entraría en ese tipo de discusión porque ya sería demasiado que ahora tratase de presentarse con la impostura de que también es economista.

      Entonces, estimado Miguel, le puntualizo: a) los argumentos de Javier Gómez no pueden ser tomados en serio porque no tiene la calificación intelectual para categorizar nada; b) la idea de que tengo la intención de subvertir el proceso Revolucionario es una falsedad de Gómez que no puede ser sostenida con nada de lo que he escrito; y c) mis posiciones sobre la economía, la sociedad, la política y la ideología en Cuba están nítidamente expuestas en los textos publicados en Cuba Posible en los últimos años.

      Ya sé que lo que pienso y escribo no encaja en el esquema mental de otras personas. Supongo que eso es normal. Ese es el debate.

    • Francisco Garcia dice:

      Miguel, acabo de encontrar este artículo de Pedro Monreal. No estoy al tanto si su perfil en Researchgate está completo, pero veo que no estás al tanto de lo que Pedro ha publicado sobre economía cubana en los últimos 30 – 35 años. Te puedo decir, que sino es el más citado, está entre los más citados autores cubanos del área de economía. Ha publicado trabajos fundamentales que te sugiero buscar, si te interesa el estudio de la economía cubana del 1959 para acá. Pero para eso, tienes que investigar….el Researchgate, el Google Scholar dan idea, pero no toda.

  6. Ernesto Gómez dice:

    Saludos Profesor, gracias a un enlace de lo escrito por Javier pude ver su blog, le escribo porque me preocupa siendo usted un academico y con tantos estudios, no logro entender cual es su posicion. Sabes que hay muchos que dentro de nuestro pais si abogan por un anexionismo, y otros por implantar un capitalismo, sea cual sea el nombre que le quieran poner. No soy un academico, ni un genio de la politica, pero no me parece que Cuba necesite un cambio al capitalismo, que es eso lo que quiere la contrarrevolucion interna y externa, cambie o no el discurso, es el mismo objetivo. pero eso lo puedo esperar incluso de alguien, como usted lo impone de mi clase, que es la media si lo vieramos en el punto de vista de los contrarios. No estoy ofendiendo a nadie, no me interesa la opinion de nadie ni estoy defendiendo a nadie. Solo quisiera saber y le pregunto, si desde sus conocimientos, quisiera que me diga si en Cuba es necesario un capitalismo o un socialismo?

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Ernesto,

      Muchas gracias por su pregunta, la cual me complace aclararle: en Cuba es necesario el socialismo.

      Obviamente, dicho de manera general, eso no dice mucho.

      Si le interesa conocer mas lo que pienso en detalle sobre el socialismo que debería haber en Cuba y sobre otros diversos temas le sugiero humildemente que lea lo que he escrito recientemente en Cuba Posible (puede utilizar el buscador del sitio, poniendo mi apellido).

      Si desea conocer la base de donde se originan mis reflexiones actuales puede consultar el libro “Cuba: la restructuración de la economía. Una propuesta para el debate”, que escribí en 1994, en coautoría con Julio Carranza y Luis Gutiérrez. También puede leer otro libro, continuación del primer, titulado «Dilemas de la globalización en el Caribe: hacia una agenda de desarrollo en Cuba», en coautoría con Julio Carranza.

      Encontrará en esos libros -como propuestas hechas desde esa época- muchas de las cosas que contiene lo que ahora se conoce como «la actualización».

  7. » en Cuba es necesario el socialismo» dice Pedro Monreal y en eso coincidimos totalmente. Pero tambien es cierto, como el agrega, que «Obviamente, dicho de manera general, eso no dice mucho». Por tanto de lo que se trata es de concretar un diseño de sociedad socialista para Cuba.Y en ese empeño le he presntado a CubaPosible mis ideas al respecto en lo que se refiere a la economia, que es mi profesion, pero que al parecer, no cumplen con las exigencias intelectuales de quienes dirigen esa revista.Por consiguiente no me queda mas recurso que agregarlas aqui:

    ¿Cómo vamos a definir este socialismo próspero y sustentable?

    Que yo sepa, no conozco otra teoría de la historia que me permita entender el proceso de advenimiento, de vigencia y de declinación de un regimen social para dejar paso a uno nuevo, y en particular una explicación teórica del advenimiento, desarrollo y fin del sistema capitalista de producción, que no sea la que nos dejaron Marx y Engels. La metodología analítica para ello sigue siendo imprescindible para comprender los procesos de cambio históricos y con mayor razón cuando de lo que se trata es de hacer una crítica a un sistema económico social vigente en aras de encontrar una solución superior, actividad obviamente propia de revolucionarios.

    ¿Cómo criticar una solución socialista inadecuada y poco eficiente, aunque haya logrado sobrevivir contra vientos y mareas, de trascendencia histórica y mundial como es la cubana, sin utilizar explicita o al menos implícitamente, las herramientas analíticas que nos dejaron los creadores del marxismo? Eso, habría que explicármelo.

    No obstante, entiendo que la experiencia es también fuente de conocimiento y que, ante lo nuevo, particularmente en el terreno de la implementación de nuevas soluciones operativas a escala de la sociedad, en adición al conocimiento teórico, hay que ser pragmático y hacer como Napoleón en el campo de batalla: “Entro en combate y veo lo que debo hacer”.

    “ Errare humanun est” y por tanto no siempre se acertará y si así sucede, habrá que rectificar. Hacer algo nuevo implica experimentar. Eso lo entiendo y es inevitable por que llevar a la practica el conocimiento teórico conlleva inevitablemente crear, inventar, los medios para hacerlo. Pero, ¿es que de eso se trata o estamos en presencia de otra cosa?

    ¿Ha aparecido un socialismo no marxista? Hasta ahora esas declaraciones de objetivos históricos políticos socialistas las escucho en países en donde a pesar de llevarse a cabo procesos de verdad revolucionarios, las relaciones sociales de producción siguen siendo capitalistas en su gran mayoría y ese sistema económico sigue rigiendo en esos países. ¡Y esos países recién empiezan su marcha hacia un comienzo por el cual los cubanos pasaron hace ya 57 años!

    Un brillante joven, hijo de un Comandante de la Sierra Maestra, me contaba años atrás que en su escuela ellos denominaban “Ciencia Ficción” a los cursos obligatorios de Comunismo Científico que recibían. Cuento esta anécdota como expresión tanto del descredito a que había llegado entre la juventud cubana la enseñanza de lo que se ofrecía como marxismo, como de la manifestación de esa escolástica a la que se refería el Che, contenida en los famosos manuales que nos llegaban principalmente de Moscú, en donde supuestamente radicaba el conocimiento científico del marxismo, lo que no impidió que el socialismo desapareciera en ese país. No hay duda de que lo acontecido provoco en Cuba el descredito de “ese pensamiento marxista” y por tanto la búsqueda de nuevas ideas a partir de un enfoque pragmático de la realidad social y económica. Pero el hecho de que un avión se precipite a tierra por fallas en su construcción no conlleva el descredito de la ley de la gravedad ni de las que explican el comportamiento de las alas y el funcionamiento de los motores. Fallaron el diseño y las tecnologías utilizadas en su fabricación.

    ¿O habrá nacido una corriente nueva de pensamiento “neo socialista”, de un socialismo que regresa hacia el pasado criticando su extremismo revolucionario de antaño cuando “se nos fue la mano” al copiar a otros que hoy por hoy ni siquiera existen por haber sido “unos exagerados”?

    Ya apuntamos anteriormente en otro escrito que corregir, vale decir rediseñar tanto la estructura de la economía socialista cubana como el sistema correspondiente, exigía ante todo definir correctamente la metodología para ello. Me permito reproducirlo. (1)
    “La principal cuestión metodológica que confrontamos al diseñar un nuevo modelo de la economía cubana es ¿Deducir o Inducir? Es decir: aplicar un Método por el cual se procede lógicamente de lo universal a lo particular, o bien extraer a partir de determinadas experiencias particulares, el principio general que en ellas está (supuestamente) implícito. El primero implica necesariamente partir de un sistema coherente de ideas generales, es decir de una concepción teórica del problema. El segundo, un intento de lograr conclusiones generales a partir de diversas y diferentes experiencias vividas. Ante el problema que se confronta hoy en Cuba, yo diría que el enfoque correcto es reexaminar la teoría a la luz de las experiencias, o sea desarrollar la teoría.”
    “Los 311 Lineamientos para mejorar el actual modelo económico cubano, producto de una consulta popular, obedecen a un intento de ¨corregir¨, o sea rediseñar el sistema económico vigente en Cuba, que descansa sobre el supuesto de que el ¨todo¨ conformado por lo actualmente vigente y las 311 ¨correcciones¨ que le serán aplicadas, dará por resultado un nuevo sistema lógico y sobre todo coherente en su funcionamiento. Esta es una manera de interpretarlo, pero a mi juicio errada.”
    “A mi entender, la iniciativa de lanzar a la discusión pública los llamados Lineamientos fue una medida de profundo contenido democrático al invitar a todos los ciudadanos cubanos sin excepción, a expresar sus opiniones críticas sobre el sistema económico vigente y sus ideas sobre qué hacer para corregir su funcionamiento. Con ello se ha logrado conocer que piensa el pueblo sobre cómo debe ser un socialismo a la cubana. Y con ello se ha logrado conocer realmente los objetivos del cambio de sistema que quiere el pueblo de Cuba.”
    “Para ser lógico, debe haber correspondencia entre el diseño y las formas operativas del sistema con el objetivo final de lograr lo que se persigue con su modificación.”
    “En mi modesta opinión, el planteamiento de este problema tan importante para el futuro de Cuba, arranca de la definición de cuáles son los objetivos que debe alcanzar dicho sistema en su funcionamiento. Es decir, en que consiste concretamente” un socialismo próspero y sostenible” y proceder a rediseñar la economía cubana, su estructura y su sistema, para lograr dichos objetivos.”
    “Digamos que esos objetivos constituyen lo que entendemos como la expresión concreta de lo que en la actualidad es la Revolución Cubana y para plantearnos la solución del problema apliquemos el criterio fundamental que Fidel expreso años atrás en un discurso a los intelectuales: ¨ Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada¨. Ello quiere decir que toda modificación de la estructura y del sistema de la economía cubana debe estar en correspondencia con esos objetivos aprobados por el pueblo cubano que definen, a mi entender, el humanismo como lo entienden los propios cubanos en el sentido de la famosa Tesis de Marx sobre la filosofía de Feuerbach que dice ¨Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales. ¨
    “Me atrevo a tratar de especificar las características de ese humanismo cubano mediante la definición de cuáles son los derechos de todo cubano en este país, o sea lo que se considera en Cuba derechos de todo homo sapiens:
    Consisten fundamentalmente en:
    – Asegurarle al feto a través de la madre las condiciones necesarias para un buen desarrollo y parto
    – Alimentación asegurada durante su vida
    – Vivienda con los servicios básicos necesarios
    – Servicios de salud durante toda su vida
    – Educación gratuita hasta el nivel que pueda alcanzar
    – Trabajo en el campo para el cual se preparó y un retiro a cierta edad
    – Derecho a la entretención cultural y deportiva y a una vida segura
    – Asistencia a toda su familia
    – Respeto de su individualidad y de su participación en la política nacional
    – Asegurar gratuitamente su sepelio al finalizar su vida
    – Defender su Revolución
    “Sabemos que el conjunto de las relaciones sociales contiene nada menos que la estructura de las relaciones sociales de producción vigentes en esa sociedad como su base de constitución y que dadas esas relaciones sociales de producción, habrá un sistema operativo o de funcionamiento consecuente con su existencia y una manera de ser y de pensar para los individuos que conforman a esa sociedad.”

    ¿Es compatible esta definición “empírica” del objetivo fundamental del socialismo cubano, con la coexistencia de diferentes relaciones sociales de producción, con la vigencia simultanea de producción y circulación mercantil y de la planificación nacional, con la producción por parte del sector privado de bienes y servicios adicionales a los que asegura el Estado, con lo que será una inevitable polarización de una minoría de cubanos más ricos que los demás? Lo es y lo será mientras exista una alianza política cívica-militar mayoritaria en el poder.

    Finalmente, la cuestión de si el partido Comunista de Cuba sigue o no sigue siendo marxista es en el fondo, si se mantiene o no el espíritu crítico y revolucionario ante la realidad interna y externa que se confrontan, más que una declaración de principios.

    Charles Romeo
    La Habana, 30 de junio del 2016

    aqui

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Charles,

      Muchas gracias por su detallado comentario. Es, sin dudas, un valioso aporte al debate sobre la reforma económica del socialismo cubano que trata de estimularse desde Cuba Posible. Pido de antemano disculpas por no abordar todos los aspectos que usted ha señalado. Me limitaré a comentar muy brevemente algunos de ellos.

      1. El diseño del socialismo cubano. Es un proceso político complejo, en el que mientras más ciudadanos puedan participar, pues más legitimidad tendrá y mayor inteligencia colectiva habrá incorporado. Dos aspectos del socialismo cubano deberían ser tenidos en cuenta: sus pilares y sus metas concretas.

      2. Seguramente pudieran identificarse varios pilares. A riesgo de simplificar demasiado, sugiero considerar dos pilares: predominio del poder político del partido comunista y predominio de la planificación centralizada sobre la base de la prevalencia de la propiedad estatal sobre los medios fundamentales. La forma histórica concreta en que ambos pilares aparecen en Cuba son: predominio del partido comunista en su modalidad de sistema de partido único, sin intención de modificación, y predominio de la planificación centralizada en un contexto de relativa descentralización. Una cuestión interesante se refiere al margen que pudiera existir para modificar las formas que asumen esos pilares.

      3. Las metas concretas parecen ser muchas. En mi modesta opinión son demasiadas en el plan de desarrollo hasta 2030, hasta el punto de que dificultan la identificación de las verdaderas prioridades. También a riesgo de simplificar, sugiero fijarnos en dos metas concretas, alcanzar niveles sostenidos de crecimiento económico de entre 5 y 7%, manteniendo un coeficiente de Gini inferior a 0,25. Esa es una combinación que permitiría alcanzar el crecimiento económico inclusivo, que considero es lo que debe caracterizar al socialismo cubano. Tiene que coexistir la prosperidad material y la justicia social. Si falta uno de ellos, no creo que podamos hablar de socialismo reformado en Cuba.

      4. Sobre los tres documentos que han orientado hasta ahora el debate económico de la reforma del socialismo cubano (Lineamientos, Conceptualización, y Plan hasta el 2030). Definen aspiraciones e indican posibles direcciones, pero no tienen valor práctico alguno si el país no logra resolver el serio déficit de inversión total que padece. Si no se resuelve el déficit de entre 10 mil y 12 millones de pesos (igualados a dólares) que se necesitan, esos tres documentos quedan como textos interesantes sin relevancia práctica alguna.

      5. Sobre la cuestión metodológica para abordar la reforma del socialismo en Cuba. Concuerdo 100% con Ud. en el valor del método marxista, pero no creo que la cuestión metodológica central sea la dicotomía deducir o inducir. En mi humilde criterio hay cinco aspectos de la metodología marxista que son los relevantes para el debate económico en Cuba: a) la distinción entre las manifestaciones y su esencia, y el entendimiento de que el sistema de ideas con el que cada sistema económico y social se autopercibe (ideología) tiene una función justificadora, entonces la cuestión es cómo asegurar la función critica del análisis en un contexto como el cubano donde tienden a ideologizarse muchas cosas; b) tratamiento de los problemas económicos, sociales y políticos de conjunto, en su interrelación; c) abordar los problemas económicos como problemas históricos que deben ser explicados socialmente y concebir las regularidades económicas de manera histórica específica; d) utilización de la dialéctica en el análisis, con énfasis en explicaciones apoyadas en contradicciones y crisis, y adoptando una perspectiva materialista; y e) concebir el desarrollo económico como un proceso de conflicto y cambio, alejado de visiones “armónicas”.

      Finalmente, algo que considero que debe ser aclarado. Creo que usted lo entiende bien, pero como Ud. ha mencionado el término “pragmático”, aprovecho para anotar algo. Cuando en el debate económico en Cuba se abordan temas concretos, con una dimensión técnica o cuantitativa muy explicitas, suele criticarse, tratando de descalificarse como una visión “pragmática”.

      En realidad se trataría de una visión “practica”, algo que es distinto de lo «prgamático» y que también es diferente a la teoría pero que obviamente no está reñida con esta. Pongo un ejemplo: normalmente se menciona la cuestión de la meta de preservar niveles de igualdad social en Cuba. La cuestión es que si eso se dice en abstracto (que no quiere decir de manera teórica) pero no se mide (con el coeficiente Gini o con el Palma), la meta de igualdad deja de ser práctica y se convierte en un enunciado nebuloso.

      Le reitero mi agradecimiento por sus valiosos cometarios y por la oportunidad de poder abordar de manera adicional algunos aspectos.

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