¿Acaso un nuevo fantasma recorre el mundo? Notas sobre el ingreso básico ciudadano garantizado

En todos estos años de políticas neoliberales globalizadas,no se han cerrado las brechas de las desigualdades existentes. Al contrario.

I

Como es sabido –salvo, al parecer, para nuestros tecnócratas- en la mayor parte de los organismos internacionales  dedicados al tema del desarrollo o la pobreza en el mundo, se comprueba que en todos estos años de políticas sociales neoliberales globalizadas, incluidas sus crisis (2007-2008), no se han cerrado las brechas de las desigualdades existentes. Al contrario. Según los nuevos datos que recoge Oxfam (Informe 2017) por ejemplo, tan solo 8 personas (todas ellas varones, además) poseen la misma riqueza que 3,600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. Los ingresos del 10 por ciento más pobre de la población mundial han aumentado menos de 3 dólares al año, entre 1998 y 2011, mientras que los del 1 por ciento más rico han aumentado en 182 veces más.

El 10 por ciento más rico de América Latina y el Caribe acumulaba, en 2014, el 70,8 por ciento de la riqueza y el patrimonio, mientras que la mitad de la población más pobre acumulaba solo el 3,2 por ciento. Entre el año 2002 y el año 2015, la fortuna de los milmillonarios en nuestra región aumentó a un ritmo de un 21 por ciento anual; un aumento seis veces superior al del PIB del conjunto de nuestros países (un 3,5 por ciento anual) y un 6 por ciento más alto que el aumento de la riqueza en el  resto del mundo. Al mismo tiempo en  que se expandía el ideario de las democracias liberales a nivel internacional, y de las supuestas bondades de una globalización neoliberal y sus correspondientes políticas, se consagraban nuevas y viejas desigualdades, poniendo  un claro signo  de interrogación en torno a la viabilidad de políticas democráticas en el ámbito social. Por cierto, Chile está entre los países más desiguales del continente y del mundo.

 

II

Lo anterior  revela el fracaso de las políticas sociales de talante neoliberal regidas por el mito del libre mercado (si es que alguna vez esas políticas se propusieron acortar las brechas en la desigualdad). Políticas que, además, cuando hay crisis, como la del 2008,  han pretendido saldarla muchas veces, con recortes en el gasto social o los subsidios, es decir, afectando el nivel de vida de las mayorías. Esta desigualdad tiene múltiples caras: es de ingreso, y también es de trato, consideraciones, reconocimiento. Y claro, rebota en las posibilidades de acceso a la salud, a la educación, a la vivienda o a las pensiones, por ejemplo. Sin contar con que el modelo de  crecimiento desigual ha promovido una muy importante concentración económica y  patrimonial. Representan, las desigualdades, un desafío no solo para un gobierno determinado, sino para todo país, sus principales actores sociales, políticos y económicos. Las desigualdades inciden en el tipo de sociedad y de instituciones sociales que deseamos tener. En el tipo de modernidad que sería factible alcanzar.

 

III

Frente a estas situaciones y a la necesidad de resguardar las posibilidades de ejercicio de una “libertad real” para todos (Van Parijs), es que ciudadanos e intelectuales de distintas ocupaciones y latitudes, han iniciado una reflexión en torno a la necesidad de poder garantizar el “derecho a la existencia” del conjunto de los miembros de una sociedad. El origen de esta idea es –según Antoni Doménech- republicano-democrático y, específicamente, europeo. Es una idea que reaparece -no por mera casualidad- en estos últimos 30 años. Años de un capitalismo que -globalizado-  emprende un enorme proceso de desposesión de los derechos sociales y de los recursos (agua, combustibles fósiles, bosques, patrimonio natural, entre otros). La propuesta para garantizar ese derecho a la existencia, es la instalación y la capacidad de garantizar por parte del Estado, de “un ingreso (renta) básico ciudadano”. Algunos rasgos que destacan aquí son los siguientes:

1. Se trata de un ingreso garantizado desde la cuna hasta la muerte, a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente;

2. Segundo, a diferencia de las políticas sociales focalizadas, tiene un carácter incondicional. Es decir, se daría sin hacer excepciones –idealmente hablando- a todos los miembros de una comunidad política determinada.

3. Tercero, esto entraña asegurar un ingreso dado de manera independiente del sexo, el nivel de ingresos o las orientaciones político-religiosas de los miembros de la sociedad. Su incondicionalidad se une, por tanto, a su oferta de universalidad.

4. Va más allá del vínculo trabajo/productividad, en tanto quiere asegurar a todos los miembros de la sociedad (trabajen o no) un umbral de bienestar, de modo independiente a su contribución a la producción del país.

5. Al mismo tiempo, con ello se pretende asegurar grados de autonomía e independencia material a todos, con lo cual los ciudadanos puedan liberarse de la necesidad de “pedir permiso a terceros para  poder subsistir”. Quienes requieran de más ingreso para aumentar su bienestar, podrán contar ya con ese punto de partida, y con ello mejorar su capacidad de negociación y su libertad en los puestos de trabajo.

6. La propuesta de financiación es un tema en debate el día de hoy por sus adherentes, con todo, se avanza un camino hacia una reforma del impuesto a la renta, de tal modo que sean los que más ganan, los que más aporten. Su fundamento ético-político republicanista y democratizador salta a la vista: se trata de un ingreso dado a toda persona por el solo hecho de ser tal. Su objetivo principal, frente al cuadro actual de desigualdades, es garantizar condiciones materiales de vida digna y ciudadana al conjunto de la población (no sujeta a la suerte en los vaivenes del mercado).

Desde esta óptica puede renovarse y modificarse el fundamento de la responsabilidad social del Estado y la sociedad consigo misma. Ya no se trata, como en las políticas sociales actuales, de  orientar focalizada y condicionadamente a tales o cuales grupos (en mayor riesgo) de la sociedad la ayuda o el subsidio, basado en la idea que un crecimiento económico sin cuotas mínimas de equidad para los más perjudicados, no es rentable a mediano plazo.

Tampoco, claramente, el dejar a los mecanismos impersonales del mercado (el así llamado “chorreo”), la tarea de reasignar los bienes básicos para una vida decente. En ambos casos  habrá miles de ciudadanos que no podrán acceder de manera estable a condiciones materiales decentes para ellos y sus familias. En ambos casos, esos ciudadanos serán responsabilizados de su propio malvivir y serán rehenes de la política y no ciudadanos  autónomos.

La base normativa del ingreso básico ciudadano garantizado es el derecho a una    existencia digna del conjunto de miembros de una sociedad dada. Una existencia digna requiere bases materiales para autosostenerse. Con la obtención de ellas se apunta a crear condiciones para el ejercicio de una libertad real para cada ciudadano y ciudadana, desde la cuna hasta la muerte.

Por cierto, la idea de un “ingreso básico ciudadano” no es una panacea para eliminar las desigualdades existentes, así como tampoco puede, por sí sola, modificar de raíz el modelo actual de economía. Esto en particular para un continente como el nuestro, con una historia arraigada de desigualdades en distintos ámbitos.  Sabemos que estas discusiones han tenido su origen en países europeos desarrollados y, para algunos, eso les hace pensar que sólo podría llevarse a cabo en países  ricos.

Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias de desarrollo, es una discusión pertinente entre nosotros, en función de los niveles de desigualdad y exclusión social que tenemos hoy en día y que podemos proyectar hacia el mañana.  Por lo demás, la relación entre la riqueza social que existe acá[1] y los costos de niveles básicos de vida, hacen pensable su posibilidad. Al menos, puede pensarse una implementación gradual de esta idea. Por último, es posible preverlo: para algunos puede sonar a idea “utópica”. Pero no lo es. Puede calcularse y obtenerse a partir de la misma riqueza social que produce toda la sociedad. De hecho, se tienen ya algunas experiencias al respecto en el estado americano de Alaska, en el DF de la Ciudad de México o en Brasil, por nombrar algunos países.

 

[1] Para mayor información puede consultarse  en  www.bien.be , que es la web de la Basic Income Network (Bien), organización internacional que desde 1986 promueve la discusión en torno al ingreso básico.

Sobre los autores
Pablo Salvat Bologna 2 Artículos escritos
Chileno-español. Doctor en filosofía política, Lovaina, Bélgica. Post-doctorado en la Chaire Hoover de Ética económica y social (P. Van Parijs), Lovaina, Bélgica. Director del Magister de Ética social y Desarrollo humano (Esode), y del Observ...
3 COMENTARIOS
  1. Pedro Monreal dice:

    Dos observaciones breves. La noción de «renta básica universal» (llamada en el artículo «ingreso básico ciudadano garantizado») se encamina a reducir y a eliminar la pobreza y no tanto a reducir la desigualdad. La diferencia es importante porque el efecto sería notable y rápido sobre los niveles de pobreza, pero sería mucho menor respecto a los niveles de desigualdad. La segunda cuestión es que existen discrepancias en la izquierda acerca del asunto. Probablemente, el caso más conocido es la discusión que se dio en España, a fines de 2015, entre Podemos (partidario del mecanismo) e Izquierda Unida, que planteo como alternativa una propuesta de «trabajo garantizado» (pero sin alcance universal). Aquella discusión debe ser entendida en el contexto de aquel momento, pero revela la existencia de dos visiones presentes en la izquierda, en muchas partes, acerca de cómo responder a la pobreza causada por el desempleo y el subempleo.

    • De acuerdo, pero no solo sobre la pobreza, sino que trata también sobre el poder de negociación del trabajador para enfrentar procesos de huelgas y demandas de mejores condiciones de trabajo y salario (pues no tendría de igual modo la presión sempiterna del despido, o el hecho de quedar sin ingreso inmediato, cuando tanta gente vive hoy al día),por este camino la renta básica o iUC tiene dimensiones políticas, no reducibles solo a la reducción de pobreza. Con todo, ninguna de las dos son cosas menores. Efectivamente es un debate entre las izquierdas, pero también, con otros sentidos, ciertas derechas la han defendido. No es solo algo reducible al contexto español. En Australia, Canadá, Argentina, Brasil, ente otros escenarios, es también un campo de discusión como mecanismo multidimensional sobre la pobreza y el empoderamiento del mundo del trabajo. Desde el punto de vista econometrico, conozco estudios de viabilidad en España, pero me imagino que existan en otras partes, adaptadas a los respectivos contextos sociales y económicos. Creo entender que en América latina es en Argentina donde más se ha avanzado en ese debate, pero no confundir con políticas del tipo de la asignación universal por hijo, que está relacionado, pero no es lo mismo que la renta básica. En Cuba la libreta de abastecimientos ha cumplido, a pesar de sus muchos problemas, con dos principios claves de la renta básica, la universalidad y la incondicionalidad, por mucho tiempo (mayra espina lo ha periodizado) funcionó como un reductor muy imde pobreza, y en cierto sentido, creo yo, de cierta desigualdad.

  2. La RBU no arregla nada. Es el mismo sistema explotador del medio ambiente, que ademas solo criara parasitos, que solo vivirán exigiendo derechos.

    Lo que debe hacerse es eliminar el sistema monetario por completo. El poder esta en el sistema monetario, y seguir dependiendo de el NO ES CAMBIAR EL SISTEMA.

    ¡No al sistema monetario, si a la Economía Basada en Recursos y si a la cibernetización de la máquina del Estado y de la producción! El dinero no soluciona nada, el dinero ES EL PROBLEMA.

    https://youtu.be/87QXYLlOZRk

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