Ofuscación con la empresa privada cubana: ¿parasitaria y apocalíptica?

sector privado

Foto: Arkangel (CC BY-SA 2.0)

El debate actual sobre las transformaciones económicas en Cuba incluye cuestionamientos al sector privado nacional, algunos justificados y otros que considero sin fundamento. Respecto a estos últimos, hay dos notas recientemente publicadas en blogs sobre los que conviene llamar la atención. El texto “¿Prosperará La Habana?”  plantea que los negocios privados cubanos son subsidiados por el Estado mediante una tasa de cambio infravalorada, mientras que el comentario “Nueva burguesía en Cuba” afirma que la existencia del sector privado hace que solo sea una cuestión de tiempo la restauración de un capitalismo de periferia en Cuba .

Pensemos en las implicaciones de lo que se ha dicho. Si las empresas privadas cubanas fuesen realmente parasitarias, entonces la actual política económica del gobierno cubano sería una monumental incongruencia, al insistir en la necesidad de reducir subsidios a las entidades estatales y otorgárselos, en cambio, a la empresa privada. Si los cuentapropistas son la fuerza política que ha iniciado el regreso a un capitalismo de periferia, entonces el Informe Central del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) habría incurrido en un error de juicio político al considerar que “las cooperativas, el trabajo por cuenta propia y la mediana, pequeña y microempresa privada, no son por su esencia anti-socialistas ni contrarrevolucionarias, y la enorme mayoría de quienes allí laboran son revolucionarios y patriotas”.

No se trata de aspectos marginales del debate político sobre la reforma económica en Cuba. Son, por tanto, dos planteamientos que requieren que se aporte la evidencia concreta que los haga creíbles.

Es de agradecer que comentaristas como Iroel Sánchez y Yadira Escobar –los autores de esos textos- hayan abordado el tema del sector privado nacional. Sus reflexiones ofrecen una oportunidad para revisar algunos malentendidos que no deberían ser asumidos como válidos en el debate económico actual.

Me refiero específicamente a tres juicios que modestamente considero desacertados: a) la noción de que la tasa de cambio para las transacciones personales (la llamada tasa de CADECA) es un subsidio estatal a los negocios privados; b) la idea de que la empresa privada cubana es relativamente ineficiente y que lo que hace posible su viabilidad es una infravaloración de sus costos, incluyendo los laborales, gracias a la tasa de CADECA; y c) la proposición de que la existencia del sector privado apunta hacia una transformación apocalíptica del socialismo en Cuba.

Empresa privada y empresa estatal: dos caras de una moneda.

Desde la perspectiva de las formas de propiedad, queda claro que el componente clave de la reforma económica actual en Cuba es la transformación exitosa de la empresa estatal. Esa es la prioridad uno, la dos y la tres.

Habiendo aclarado lo anterior, considero que la falta de apoyo oficial al sector privado nacional debería recibir más atención en los debates actuales sobre la economía y la política. En el año transcurrido desde que el Informe Central del VII Congreso del PCC reconoció la existencia de empresas de capital privado nacional y de que alertó sobre la necesidad de adoptar un marco legal para que estas funcionen debidamente, casi nada concreto se ha realizado. En contraste, parecen proliferar las polémicas respecto al sector privado nacional.

Muchas de las críticas que se le hacen al sector privado son pertinentes y necesarias. Son también relevantes para asegurar que ese sector forme parte de procesos de redistribución de ingresos que sean compatibles con la justicia social.  Las campañas educativas deben jugar un papel importante, pero frenar la ilegalidad debe ser una actividad sistemática y rigurosa, algo que es igualmente válido para el sector estatal, donde también se incurre en violaciones de la legalidad. Un país como Cuba no alcanzaría el desarrollo si llegase a prevalecer el “relajo” social, con independencia del sector de propiedad donde ello se originase.

Las críticas merecidas por el sector privado son absolutamente legítimas, pero también resulta muy preocupante constatar el insuficiente apoyo oficial al entorno que requiere el sector privado nacional para que pueda funcionar coherentemente dentro del sistema económico general en que se inserta. Esa desatención pudiera estar creando crecientes dificultades para la propia reforma de la empresa estatal, pues la dinamización de estas dos formas de propiedad son las caras de una misma moneda.

Reconocidos economistas cubanos como Juan Triana, Ricardo Torres, Omar Everleny Pérez y Pavel Vidal, por solo citar algunos casos, han llamado insistentemente la atención sobre el asunto.

El éxito de la reforma de la empresa estatal socialista cubana depende, en grado considerable, de la viabilidad de un sector privado nacional. Para empezar, el sector privado es hoy la única forma de propiedad con capacidad demostrada para la creación de empleo, en contraste con un sector estatal que destruye empleo neto.

Empresa privada y subsidios estatales: ¿estar en el pueblo y no ver las casas?

La noción expuesta en “¿Prosperará La Habana?” acerca de que la tasa de cambio de CADECA es un subsidio estatal a los negocios privados se remite a los planteamientos realizados por la economista Emily Morris en un trabajo titulado “Cuba inesperada” (Unexpected Cuba, New Left Review, No. 88, julio- agosto 2014).

En los análisis que he podido consultar sobre temas del sector privado nacional, Morris es la única especialista que considera que el Estado cubano subsidia al sector privado mediante la tasa de cambio de CADECA. No descarto la posibilidad de que pudiera existir algún especialista que compartiese el criterio de Emiliy Morris, pero no he podido ubicarlo. Revisé textos de 31 autores, de los cuales 28 trabajan en Cuba, incluyendo investigadores que realizan su labor en provincias, como son los casos de la Universidad de Guantánamo y la Universidad “Camilo Cienfuegos”, de Matanzas (el listado de autores consultados puede revisarse al final de este artículo).

Aquí hay un primer problema con la proposición que se hace en “¿Prosperará La Habana?”. En un tema tan complicado como este, hubiera sido aconsejable consultar la amplia, diversa y, sobre todo, excelente literatura disponible en Cuba sobre el tema. Por lo menos, habría “saltado la alarma” que hubiese permitido apreciar que la idea de que la tasa de CADECA es un subsidio estatal a los negocios privados parece ser una noción excéntrica en el contexto de la literatura disponible sobre el tema.

Al examinar el tema de la dualidad monetaria y cambiaria que existe en Cuba, Morris parte de la consideración correcta de que esta es una distorsión económica que impide la integración coherente de la economía cubana. Este es un punto que debe ser retenido: la dualidad monetaria y cambiaria distorsiona la totalidad del sistema económico nacional, con independencia del sector de propiedad que se analice.

También es compartido por muchos economistas el planteamiento de Morris de que el tipo de cambio oficial sobrevaluado peso-dólar-CUC (“uno por uno”) es una desventaja en términos de la competitividad de la empresa estatal cubana. Como apuntan Pavel Vidal y Omar Everleny Pérez, esto afecta especialmente a las empresas “del sector exportador y a todos los productores nacionales con potencialidades de competir con las importaciones”.

Estando totalmente de acuerdo con que la dualidad monetaria y cambiaria es esencialmente una macro-distorsión económica, esa precisión inicial se diluye cuando Morris afirma que “el Estado cubano está subsidiando el nuevo sector no estatal a través de la tasa infravalorada de CADECA”.

Cordialmente invitaría a una reflexión sobre el asunto pues, en los últimos años, el tema del sector no estatal cubano –incluidas todas sus formas- ha sido un vasto campo de estudio de economistas, sociólogos, antropólogos y juristas, que han producido cientos de textos sobre el tema. Es, para decirlo rápido, un tema con una gran densidad analítica.

Cuando se publicó “Cuba inesperada”, a mediados de 2014, ya existían excelentes análisis sobre los dos temas que están presentes en la proposición de Morris (dualidad cambiaria y negocios privados). Sin embargo, la consideración de que la tasa de CADECA fuese un subsidio estatal no parece haber sido compartida por otros especialistas. Nada sobre ese asunto se refleja en el trabajo de autoras como Vilma Hidalgo y Yaima Doimeadiós, dos de las especialistas que más han analizado el tema de los desequilibrios macroeconómicos, incluidos los de tasa de cambio, ni en los textos de Pavel Vidal sobre dualidad monetaria, escritos antes de 2014, ni en los análisis producidos conjuntamente por Omar Everleny Pérez y Pavel Vidal sobre el trabajo por cuenta propia.

Con posterioridad a la publicación del trabajo de Morris, ha crecido considerablemente el número y diversidad de análisis sobre temas de dualidad monetaria, el sector no estatal, el trabajo por cuenta propia y la empresa privada. Entre otros especialistas, Vilma Hidalgo, Pavel Vidal, Omar Everleny Pérez, Juan Triana y Yailenis Mulet, han escrito sobre aspectos económicos y políticos relativos a la empresa privada,. Por otra parte, Narciso Cobo ha analizado aspectos jurídicos (1, 2) .

Además de esos análisis individuales, se dispone de un formidable texto colectivo como el volumen “Análisis del sector no estatal”, que forma parte de la serie “Miradas”, del Centro de Estudios de Economía Cubana, de la Universidad de La Habana. El volumen, publicado en 2015, fue compilado por Omar Everleny Pérez y Ricardo Torres, cuenta con un excelente prólogo del Dr. Juan Valdez Paz, premio Nacional de Ciencias Sociales, e incluye 12 textos producidos por un valioso grupo de autores integrado por Juan Carlos Palacio, Camila Piñeiro Harnecker, Natacha Mesa, Jesús Cruz, José Luis Perelló, Mariuska Sarduy, Saira Pons, Maday Traba, Jessica León, David Pajón Espina, Daybel Pañellas, Luisa Iñiguez, Ileana Díaz y Dayma Echevarría. También se encuentra disponible el libro “Voces de cambio en el sector no estatal cubano” (2016), coordinado por Carmelo Mesa-Lago. La revista Temas ha publicado, igualmente, muy buenos artículos sobre este asunto, por ejemplo, en sus números 80 (octubre – diciembre 2014) y 84 (octubre- diciembre 2015).

En ninguno de estos textos recientes logro identificar que se haya considerado que la tasa de CADECA es un subsidio estatal a la empresa privada. De nuevo, quizás exista algún experto que comparta esa idea, pero no logro detectarlo.

Empresa privada y subsidios estatales: oro parece, plata no es

Además de existir un problema con la falta de diversidad de las fuentes consultadas, la propia utilización del término subsidio es problemática cuando intenta aplicarse a la realidad de la empresa privada cubana. Es cierto que, en general, se trata de un “concepto elusivo”, sujeto a variadas definiciones, pero un subsidio estatal –sea directo o indirecto, visible u oculto- siempre expresa la intencionalidad de la política pública de beneficiar a actores económicos determinados.

Es, por tanto, muy distinto tratar la dualidad cambiaria que hoy existe en Cuba como una distorsión económica general (con efectos negativos localizados en el sector exportador y en la sustitución de importaciones), que tratarla como un subsidio. De hecho, lo que desde hace rato ha sido asumido como política estatal –pendiente de materialización- es la eliminación de esa dualidad y no el empleo de ella para otorgar subsidios.

La coexistencia de la tasa de CADECA para las transacciones particulares y de la tasa de “uno por uno” que se aplica en las transacciones de las empresas estatales es una aberración general del contexto económico de Cuba, con una afectación reconocida sobre la empresa estatal, pero no existe evidencia alguna -hasta donde puede conocerse de fuentes abiertas- de que sea un acto deliberado del gobierno cubano para beneficiar a la empresa privada cubana. Si esa evidencia de intencionalidad no existe, entonces se hace difícil tener argumentos para considerar que la tasa de CADECA es un subsidio.

No es un simple problema semántico. Tiene una implicación muy concreta para el debate político. Afirmar que la tasa de cambio de CADECA es un subsidio representa exactamente el tipo de opinión que tiende a complicar innecesariamente en Cuba el debate político sobre temas económicos. No refleja la realidad y dificulta la transformación de esta.

Empresa privada y eficiencia económica: contando las rayas del tigre

En el texto de Emily Morris, además de la noción que se reproduce en “¿Prosperará La Habana?” acerca de que la tasa de CADECA es un subsidio, se hace una aseveración adicional: la idea de que la empresa privada cubana es relativamente ineficiente y que lo que permite su viabilidad es una infravaloración de costos, incluyendo los laborales, gracias a la tasa de CADECA.

Respecto a esta proposición tampoco se ofrece evidencia ni queda muy claro de que se está hablando. En primer lugar, no se aporta dato alguno que permita justificar la consideración de que una de las características que tipifican a las empresas privadas en Cuba es que sean “relativamente ineficientes”. No se nos dice con qué indicador se mide esa ineficiencia, ni se ofrece una pista respecto a la “relatividad” de la supuesta ineficiencia: ¿serían ineficientes en relación con qué?

Los economistas cubanos han estudiado el tema de la eficiencia de manera concienzuda, pero no queda claro cómo Morris ha medido la eficiencia de la empresa privada cubana. Convendría repasar muy rápidamente algunos estudios de casos realizados por especialistas del país que, con una información muy detallada, explican el funcionamiento de empresas privadas cubanas reales, y no simplemente empresas conjeturadas.

Uno de los trabajos más interesantes es el realizado por Ileana Díaz Fernández y Camila Piñeiro Harnecker, que revisan casos concretos –mediante entrevistas en profundidad- tanto de “éxitos” como de “fracasos”,  el estudio empírico realizado por Sara Romanó y Dayma Echevarría sobre movilidad social y cuentapropismo, la investigación de Daybel Pañellas sobre “nuevos ricos”, el estudio de Marta Núñez Sarmiento sobre la cuestión del género en el cuentapropismo habanero, la investigación de Yailenis Mulet sobre las empresas privadas en el sector del calzado, y el análisis sobre eficacia y eficiencia de un restaurante privado en Varadero, realizado por un colectivo de investigadores de la Universidad de Matanzas (Liliana Ramos Iglesias, Alaín Segura Domínguez, Yaimí González Catalá, y Arianne Alonso Suárez).

En cualquier caso, lo que entiendo del trabajo de los economistas cubanos que han estudiado de cerca las dinámicas del trabajo por cuenta propia, y los problemas de empleo en ellas, es que las empresas privadas –a pesar del entorno desfavorable en que han debido funcionar- no se caracterizan precisamente por ser ineficientes, como promedio.

En realidad, existen estudios de casos específicos –como el del sector del calzado, realizado por Yalenis Mulet- que apuntan hacia conclusiones distintas a las de Morris: “Muchas de las unidades consideradas en el estudio han hecho una buena utilización de la alta calificación de los productores y han generado innovaciones en cuanto a diseño, servicios y modelos de negocio. Algunas han representado innovaciones sociales importantes”.

Empresa privada: una “pelea” cuesta arriba

Las empresas privadas micro, pequeñas y medianas tienen, en cualquier lugar del mundo, tasas de “entrada” muy altas y también tasas de “salida” (fracaso) relativamente elevadas. En Cuba, que deben funcionar en un entorno nada propicio –al extremo de que todavía no se les reconoce legalmente- el asunto es más agudo, pero adjudicarle a la empresa privada cubana la ineficiencia como parte de su “identidad” es problemático. Requiere una medición que no se ha aportado.

En el texto de Emily Morris no se ofrece evidencia acerca de que la tasa de CADECA permita establecer una ventaja permanente en forma de menores costos de las empresas privadas. En realidad, lejos de tener una ventaja en materia de menores costos, el sector privado no dispone de un suministro estable a precios mayoristas y, por esa razón, están en desventaja no solamente respecto a las empresas estatales, sino también respecto a las cooperativas no agropecuarias.

Al explicar el entorno desfavorable en que debe funcionar el sector privado, Juan Triana ha destacado un factor clave que revela el tipo de “pelea” económica cuesta arriba que debe hacer cotidianamente el sector privado cubano debido a que operan con “agentes económicos que viven aun dentro de la incertidumbre de no ser “personas jurídicas”. Que subsisten en el limbo de las interpretaciones personales de las reglas, y cuentan con escaso poder para llevar adelante cualquier reclamación”. Triana agrega que “los negocios del “cuentapropismo” son, por lo general, entidades que compran de manera mayorista en un mercado de precios minoristas con altos márgenes para las empresas recaudadoras (estatales), negocios que no pueden comprar en los almacenes estatales, a precios de almacén, que no pueden importar ni a través de las compañías importadoras estatales y que no tienen cuenta bancaria a nombre del “negocio”.

Pero los expertos cubanos no solamente han emitido sus conclusiones de forma individual, sino que también han podido identificar lo que sobre el tema piensan los propios actores económicos privados. Ese es el caso del estudio realizado por Pavel Vidal sobre la base de una encuesta aplicada a 120 negocios no estatales en el año 2015, la cual reveló que la falta de insumos fue identificada por el 74,8 por ciento de los encuestados como la principal barrera para el crecimiento de los negocios privados, lo que en opinión de Vidal “corrobora la importancia de abrir un mercado mayorista suficientemente abastecido y eliminar restricciones a las importaciones”. Las otras dos barreras que le siguieron en importancia, con más de 40 por ciento cada una, fueron los altos impuestos y el exceso de regulaciones; lo cual, Vidal considera que “apunta hacia la política tributaria y los controles y sinsentidos del marco regulatorio existente”.

Las investigaciones de Yailenis Mulet, una economista que ha hecho interesantes estudios de terreno sobre el sector privado cubano, confirman como un problema serio la existencia de “múltiples impedimentos para la formalización de la propiedad en el marco de la legislación actual” y revelan que “muchos de quienes aspiran a formalizar sus empresas no se han dedicado al trabajo por cuenta propia como el resultado de una preferencia sino como una cuestión de supervivencia. Esta necesidad los ha impulsado a la creatividad, el sacrificio y el esfuerzo para iniciar un negocio, pero sin contar con las condiciones de estabilidad”. Los análisis de Yailenis Mulet también incluyen el peliagudo asunto de la ilegalidad, un fenómeno que debe ser entendido por la carencia del marco institucional adecuado, en la medida en que “el funcionamiento correcto de la formas institucionales es la base para alcanzar una cultura de legalidad”.

Finalmente, el artículo de Morris tampoco brinda evidencia cuando se afirma que, para la empresa privada, el costo de la mano de obra en moneda nacional se encuentra “infravalorado” como resultado de la tasa de CADECA. De hecho, aunque no existen estadísticas oficiales completas sobre los salarios del sector privado, no resulta difícil comprobar que –en general- el sector privado paga salarios mayores que el sector estatal.

Empresa privada y Armagedón político

La nota “Nueva burguesía en Cuba” repite la visión no sustentada de que la empresa privada cubana es una entidad ineficiente y subsidiada por el Estado mediante la tasa de cambio de CADECA, lo que se explica porque reproduce el criterio expresado en “¿Prosperará La Habana?”, pero agrega otros planteamientos, principalmente en el plano político.

Concuerdo con lo que se expresa en “Nueva burguesía en Cuba” respecto a una serie de disfuncionalidades conocidas del sector privado, pero no comparto una inferencia tan apresurada como la que se hace de que el sector privado nacional está fomentando “el surgimiento de mafias”. Si por mafia se entiende una red de crimen organizado, entonces sería apropiado sustentar con evidencia específica esa imputación tan seria que está haciéndose contra una forma de organización económica (la actividad económica privada) que oficialmente el PCC reconoce que no es anti-socialista, ni contrarrevolucionaria.

Sin embargo, lo más llamativo de la nota es la afirmación de que “ya es cuestión de tiempo la restauración de un capitalismo de periferia lleno de injusticias que abrirá finalmente las puertas a la auto-denominada derecha de Miami”. Como para que no queden dudas acerca de donde se ubica la causa de ese presumible proceso, se recalca que “quienes iniciaron el regreso a dicho capitalismo” son los cuentapropistas.

La pregunta lógica que habría que hacerse es la siguiente: ¿cuáles son los datos concretos que nos permitirían entender cómo los propietarios de restaurantes, los barberos, y los vendedores de maní, están en vías de montar un movimiento político contrarrevolucionario para “tomar el cielo por asalto”?

A falta de pruebas concretas, no habría que darle mucho crédito a ese tipo de profecía apocalíptica.

No se trata de que el surgimiento de una “nueva burguesía” o de “nuevos ricos” sea un proceso social que no tenga implicaciones serias para la renovación del socialismo en Cuba. Por supuesto que las tiene. Quienes han estudiado con rigor el tema reconocen que alrededor de los actores del sector privado “van solidificándose relaciones sociales cuyos patrones no son los defendidos ni deseados para nosotros en una sociedad socialista.”

No obstante, la comprensión precisa de un fenómeno social tan complejo como ese, que sería lo que facilitaría el diseño de políticas efectivas para enfrentarlo, no puede estar basada en la generalización de casos anecdóticos, ni en simple aversión ideológica y, mucho menos, en presentimientos. Lo que se necesita en el debate político sobre la reforma económica en Cuba es que se aproveche la abundante y excelente producción intelectual de los especialistas cubanos que han estudiado con seriedad estos temas. El conocimiento es una buena manera de evitar las ofuscaciones.

Empresa privada: una nota final

El interés por impulsar la actividad privada en Cuba no es, simplemente, una idea de individuos aislados, ni de economistas, ni de tecnócratas. Es una política de Estado orientada por el PCC. Proporcionar argumentos a favor del sector privado en Cuba no debería ser considerado, a priori, ni en general, como el resultado de ideas neoliberales ni otras lindezas por el estilo. Es parte de un intercambio de ideas que pudiera tener utilidad práctica para los funcionarios e instituciones que tienen la responsabilidad de implementar la política del Estado cubano.

La evidencia disponible actualmente permite afirmar –a la espera de datos que pudieran justificar una posible reconsideración- que:

1. Una gran mayoría de los especialistas que han estudiado el sector privado y la dualidad cambiaria en Cuba no consideran que la tasa de CADECA sea un subsidio estatal a los negocios privados.

2. No es posible ubicar en los análisis especializados sobre el sector privado nacional la conclusión de que la empresa privada es relativamente ineficiente y que subsiste gracias a la práctica parasitaria de infravalorar costos mediante el subsidio estatal proporcionado por la tasa de CADECA.

3. No hay datos objetivos que permitan afirmar que el cuentapropismo cubano ha logrado –o está a punto de hacerlo- iniciar una transición apocalíptica del socialismo cubano hacia un capitalismo de periferia.

 

Lista de autores consultados:

1. Juan Triana

2. Omar Everleny Pérez

3. Ricardo Torres

4. Vilma Hidalgo

5. Yaima Doimeadiós

6. Yailenis Mulet

7. Narciso Cobo

8. Camila Piñeiro Harnecker

9. Natacha Mesa

10. Jesús Cruz,

11. José Luis Perelló

12. Mariuska Sarduy

13. Saira Pons

14. Maday Traba

15. Jessica León

16. David Pajón Espina

17. Daybel Pañellas

18. Luisa Iñiguez

19. Ileana Díaz

20. Dayma Echevarría

21. Sara Romanò

22. Marta Núñez Sarmiento

23. Liliana Ramos Iglesias

24. Alaín Segura Domínguez

25. Yaimí González Catalá

26. Arianne Alonso Suárez

27. Marleovys Hodelín Dedín

28. Daylenis Libén Villalón

29. Pavel Vidal

30. Carmelo Mesa-Lago

31. Juan Carlos Palacio

Sobre los autores
Pedro Monreal González 55 Artículos escritos
(Guantánamo, 1958). Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana (1999). Estudios de posgrado en la Universidad del Sur de California (USC), La Jolla, Estados U...
12 COMENTARIOS
  1. Pedro, es evidente que el objetivo de los dos textos que dan lugar a su bien detallado análisis, es criminalizar al sector privado cubano. En modo alguno hay una intención de abrir un debate sobre el Marco legal en el que se debe desarrollar la actividad privada, ni mucho menos los fundamentos ecónomicos que deben sustentar la misma. De hecho, la referencia a las consideraciones de Emily Morris en el texto de Iroel es traida por lo pelos, toda vez que después las valoraciones de él van por un camino bien distinto y siempre en tono de acusación.

  2. Pedro Monreal dice:

    Acabo de leer, con interés, un risible intento de Iroel Sánchez por desviar la atención respecto al tema de la crítica que le hice por tratar de pontificar respecto a un tema sobre el cual evidentemente no tiene menor idea.

    Leer aqui https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/04/04/un-trabajo-referativo-de-primer-semestre-por-iroel-sanchez/

    El punto en discusión no es, para nada, si la empresa estatal se afecta con la dualidad monetaria, ni tampoco si la “economía no estatal tiene mucho que aportar en Cuba”.

    Lo que le he criticado son tres cosas muy concretas para las que no tiene respuesta:

    1. Haber afirmado sin fundamento –y en contra de la opinión de un gran número de economistas cubanos- que la tasa de CADECA es un subsidio estatal a los negocios privados.

    2. Haber asumido como válido –y en contra de la opinión de un gran número de economistas cubanos- que la empresa privada nacional es relativamente ineficiente y que subsiste gracias a la práctica parasitaria de infravalorar costos mediante el subsidio estatal proporcionado por la tasa de CADECA.

    3. Haber ignorado olímpicamente la abundante y excelente cantidad de estudios que las ciencias sociales del país han producido sobre el estudio del sector privado nacional.

    Adicionalmente le llamo la atención acerca de que parece querer pasar gato por liebre cuando intenta hacerle creer al lector que lo que afirmó Emily Morris «es en esencia» lo que se dijo en el Informe al VII Congreso del PCC. Por supuesto que no lo es.

    Morris dijo textualmente que “el Estado cubano está subsidiando el nuevo sector no estatal a través de la tasa infravalorada de CADECA”.

    Lo que dijo el Presidente cubano Raúl Castro en su informe al VII Congreso del Partido fue que “La empresa estatal socialista, definida como la forma principal de gestión en la economía nacional, se encuentra en una posición desventajosa en comparación con el creciente sector no estatal que se beneficia por trabajar en un circuito monetario basado en la tasa de cambio de 1 X 25, mientras que para ella rige la paridad del CUC con el peso cubano.”

    No veo por ninguna parte en el texto del Informe Central que se califique a la tasa de CADECA como un subsidio estatal a la empresa privada.

    No he tratado de presentar el texto de Iroel Sánchez como un ataque a nadie sino para ilustrar el efecto desfavorable que puede tener intervenir desde el desconocimiento en el debate económico nacional.

    No estoy «abrumado» por referenciar nombres, sino que simplemente he tratado de hacer justicia al trabajo de los científicos sociales cubanos que Iroel ha ninguneado. Es decir, lo que saben lo que dicen sobre este tema.

    Resumiendo: ni la tasa de CADECA es un subsidio estatal a los negocios privados como dice Iroel Sánchez, ni la empresa cubana es ineficiente y parasitaria como asume Iroel Sánchez, ni nada sabe de economía Iroel Sánchez.

    Muy poco aporta Iroel Sánchez al debate serio de los problemas del país cuando chacharea sobre el sector privado.

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Alejandro,

      Gracias por su comentario. Ninguna de las palabras o expresiones que Ud. refiere que yo he utilizado como»risible intento» y «chacharea» expresan falta de respeto. Como tampoco creo que sea irrespetuoso que Iroel haya utilizado la expresión «no recuperado del revolcón» para referirse a lo que él considera que fue una derrota mia en un intercambio con Desiderio Navarro, intelectual al que aprecio mucho.

      Son formas legítimas de hacer una polémica.

      Por supuesto que cito la opinión de Iroel y ofrezco el link de su texto. Puede verse en la tercera línea de mi comentario.

      Entonces, aprovecho este intercambio para llamar la atención acerca de que no veo por qué es tan difícil responder una simple pregunta que he hecho:

      ¿Cuál es el fundamento que ha utilizado Iroel Sánchez para decir que la tasa de CADECA es un subsidio, o que el Estado subsidia al sector privado “a través de” la tasa de CADECA?

  3. Estimado Monreal, el Sr. Iroel Sánchez no tiene ni tendrá respuesta para su pregunta, ya que esta afirmación que él hace es con un fin exclusivamente político y la misma carece de evidencia y de lógica económica alguna. De economía ya nos ha quedado bien claro que él entiende poco y queda aún peor parado al ignorar las investigaciones de tantos especialistas que llevan años trabajando estos temas, cosa que un investigador que se respete, no haría nunca. Lo cierto es que en ese blog se publican trabajos que son fruto de opiniones y de criterios personales los cuales se plantean sin argumentos o fundamentos sólidos, por lo que ese tipo de artículos que allá se pueden leer, nunca podrán ser considerados como investigaciones o trabajos serios

    • Pedro Monreal dice:

      Estimado Tito,

      Muchas gracias por su comentario que me brinda la oportunidad de anotar una cuestión: el papel de las opiniones y criterios personales en el debate público. Modestamente considero que tales opiniones y criterios desempeñan un papel importante, a veces positivo y a veces negativo.

      El debate público –que tiene formas distintas de producirse- incluye muchas opiniones sobre la realidad que no reflejan el resultado de un análisis científico de la misma. No es necesariamente negativo emitir ese tipo de opiniones y criterios. El debate público incluye un espectro diverso de ideas, que tienen fuentes distintas y que expresan deseos, aspiraciones, justificaciones, idealizaciones, o valores respecto a la realidad y la manera de transformarla, sin que eso sea resultado de una investigación.

      El debate público es un espacio de participación amplia donde la gran mayoría de los que participan no son científicos. Es natural y es bueno que así sea. De hecho, en muchos debates sobre temas específicos, un porciento elevadísimo de las ideas que se intercambian no tienen un fundamento científico. En realidad, los científicos deben enfrentar el debate público conscientes de que no necesariamente un argumento científico es la mejor idea para transformar la realidad y para progresar.

      Es una vieja discusion. Es un tema que requiere un enfoque responsable pues el cambio social entraña consideraciones de valores, la ética, por ejemplo.

      Hay evaluaciones rigurosas que muestran con cifras que la producción de vacunas no es tan rentable (cost-efficient) como la fabricación de otros productos farmacéuticos que no son tan apremiantes para asegurar la salud de las mayorías, por ejemplo, productos que supuestamente reducen las arrugas.

      ¿Significa esto que hay que dejar de producir vacunas? Obviamente no. La industria farmacéutica cubana es en este sentido un excelente ejemplo de “gobernanza” científica guiada por valores.

      He puesto un ejemplo relativo a las ciencias “duras” para que se entienda mejor lo que digo, pero también hay muchos casos que involucran las ciencias sociales y las económicas en particular. ¿Es adecuado limitar la migración interna con restricciones legales?, ¿es adecuado asumir que la solución al déficit habitacional debe recaer en la construcción de viviendas “por esfuerzo propio”?

      Existe, por otra parte, otro tipo de consideraciones respecto a las opiniones y criterios no científicos que se hacen en un debate. Hay temas en los cuales se emiten opiniones que abiertamente contradicen el estudio científico de la realidad y que no tienen una connotación significativa en términos de valores. En mi modesta opinión, ese es el caso que ha motivado el texto que he escrito.

      ¿Consideran los especialistas cubanos que la típica empresa privada nacional es ineficiente y que sobrevive gracias a que el Estado cubano las está subsidiando mediante la tasa de CECA? En los estudios que he podido revisar no he encontrado nada que justifique esa idea.

      Por tanto, lo elemental es llamar la atención sobre el hecho a quien tiene una opinión como esa, que siendo infundada puede entorpecer, en vez de facilitar, el debate público sobre el marco apropiado que debe crearse para el funcionamiento del sector privado nacional. ¿Qué sentido tendría subsidiar un sector privado parasitario?

      ¿Cuál sería la cuestión de valor que, en este tema, quizás aconsejase no prestar atención a los científicos, como pasa con las vacunas? Ninguno. De hecho, ya el VII Congreso del PCC expresó que el sector no estatal nacional tiene cabida en el modelo económico y social que se desea desarrollar.

      • Monreal, de forma general coincido con usted en lo relacionado al debate público y al universo de personas que en el mismo participan aportando opinones o criterios sobre la realidad en algunos casos, o resultados de análisis científicos en otros. De hecho, el débate adquiere un carácter «público» precisamente porque no es restringida su participación y todo aquel que se sienta interesado debe poder hacerlo, teniendo en cuenta que los resultados del mismo afectarán o beneficiarán a todos aunque no de igual manera.
        Igualmente considero que cuanta más variedad de participantes se tenga en el debate y mayor cantidad de contribuciones se haga al mismo será mejor. No obstante, mi punto no iba encaminado a determinar quién debe o quién no debe participar en el debate o en qué grado debiera ser tenido en cuenta en el mismo a cada persona o grupos de personas.
        Hacía énfasis en que se debe tener claro que una opinión es sólo eso, un punto de vista que puede estar mayor o menormente argumentado sobre algún suceso o cuestión en particular y por supuesto que juega un papel importante en el debate pues al ser una opinón es válida y hay que respetarla como tal. Sin embargo, lo que sí no es válido es que -obviando la evidencia que existe en forma de resultados, los cuales han sido obtenidos por autores reconocidos en la temática y fruto de un análisis científico minucioso que ha sido desarrollado- se lancen afirmaciones falsas de algo sobre lo que obviamente se desconoce, ya que se carecería de argumentación o de justificación sólida para hacerlo, se pasaría por alto lo que sí ha sido demostrado y por supuesto, no se aportaría absolutamente nada concreto a la solución o posible solución del problema en cuestión. Eso sería «aserrín» para el debate, no madera buena.
        Tampoco es serio que se establezcan caracterizaciones o clasificaciones morales mal intencionadas de personas o grupo de personas que trabajan de conjunto por un interés común, por el sólo hecho de no coincidir o no querer hacerlo con los mismos sobre cuestiones que resultan neurálgicas en el debate.
        Me refiero en parte a estas cuestiones, no sé si me entiende. Todos somos libres de pensar, de hablar y de escribir lo que nos parezca, ahora de la manera en qué lo hagamos y podamos justificar nuestras posiciones, se nos tomará en cuenta en mayor o menor grado.
        Saludos cordiales.

  4. Estimado Monreal, los intereses de Ud. y de Cuba Posible y los de Iroel-grupo van por caminos difrentes. Uds intententa aportar luces para el desarrollo del país, en tanto los otros son encargados de descubrir y desacreditar a supuestos y necesarios enemigos, alimentar confrontaciones puras y duras(nada de diálogo o debate bien intencionado)y cavar trincheras.
    Dos visiones: Transformación y desarrollo vs. Resistencia e inmobilismo.

  5. Pedro Monreal dice:

    Estimado Roche,

    Muchas gracias por su comentario. Me permito aprovechar la mención que Ud. hace sobre “grupos” (por llamarlo de algún modo) que participan en el debate público, para referirme a un tema muy discutido en relación con el debate de políticas económicas: la relación entre la intensidad del conflicto que existe en un debate y las probabilidades que tienen de influir en las políticas públicas los grupos “organizados” que participan en el debate.

    Lo primero que creo que es necesario señalar es algo obvio: este tipo de debate sobre Cuba que se produce en sitios digitales, suele ser útil para quienes directamente participan en ellos, y quizás pudiera tener algún impacto para otras personas e instituciones –un impacto difícil de medir- pero la verdad es que no es un debate que involucra directamente a los actores centrales del tema que se discute: la empresa privada nacional.

    Queda claro que estamos debatiendo personas y “grupos” que tenemos distintas ideas, pero que no somos los interesados “directos” en la discusión del tema.

    ¿Dónde están en esta discusión los empresarios privados y los funcionarios que tienen el poder de facilitarle o de hacerle más difícil el trabajo a la empresa privada?

    Queda claro que no están participando en este debate, lo cual supongo que sea normal en el contexto concreto del pais. No me queda claro si se han enterado de este debate, o si les interesa. Entonces esto es importante para poder poner las cosas en una perspectiva adecuada.

    Lo segundo es que el analisis convencional ha asumido que cuando, en un debate público, el nivel de “conflicto” activo es bajo, los “intereses organizados” tienen más probabilidades de influir en la política pública, bajo el supuesto de que al tener que enfrentar menor – o ninguna- oposición, esos “intereses organizados” puede avanzar mejor sus “preferencias” en la agenda de políticas públicas.

    Es una explicación que se surgió para explicar procesos en sistemas distintos al de Cuba, pero que quizás pudieran tener algún valor explicativo para cosas que suceden en Cuba. No digo que sea aplicable o no, simplemente apunto la existencia de esa explicación.

    Sin embargo, en años recientes esa “linealidad” convencional asumida entre conflicto y participación efectiva ha sido retada, al presentarse otros modelos explicativos que plantean que deben examinarse simultáneamente cinco dimensiones: quien se opone a determinados intereses (fuente de oposición), cuantos actores se oponen a esos intereses (rango de oposición), grado de actividad de los oponentes, la existencia de falta de interés, preocupación de parte de otros actores (nivel de indiferencia), y la existencia de características propias de los temas y procesos relativos a los intereses que dificultan el alcance de los objetivos (tipos de obstáculos). Nótese que aquí el término de oposición no se entiende de la manera en que se entiende usualmente en la política cubana.

    Menciono tlo anterior, porque si se hiciera un análisis multidimensional del debate de políticas públicas en Cuba (no tienen que ser necesariamente el modelo descrito anteriormente), quizás pudiera avanzarse el entendimiento de aspectos que permitirían tener más efectividad en la implementación de políticas.

    Por ejemplo, las que después de haber transcurrido un año de haber recibido el visto bueno del PCC (establecer la debida personalidad jurídica y el marco regulatorio apropiado para la empresa privada”) siguen “sin novedad en el frente”.

    Saludos cordiales,

  6. Pedro Monreal dice:

    Estimados Tito y Roche,

    Coincido con ustedes.

    De hecho, hace unos minutos acaba de confirmase lo que Tito había expresado en su comentario inicial acerca de que “el Sr. Iroel Sánchez no tiene ni tendrá respuesta para su pregunta” y lo que Roche había advertido acerca de que “en modo alguno hay una intención de abrir un debate”.

    Iroel Sánchez acaba de cerrar con “broche de oro” un intento de debate que traté de hacer en su blog a raíz de una nota titulada “Un trabajo referativo de primer semestre” que él había publicado el 4 de abril como respuesta a mi texto “Ofuscación con la empresa privada cubana…”.

    Después de haber tratado de meter “aserrín” en ese debate, Iroel Sanchez “ tiró la toalla”.

    Los interesados en el debate completo pueden verlo aquí https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/04/04/un-trabajo-referativo-de-primer-semestre-por-iroel-sanchez/#comments

    Reproduzco debajo el segmento final del intercambio, que es muy aleccionador.

    Iroel Sánchez 6 abril, 2017 en 6:37: Pedro Monreal. No es difícil responder su pregunta, he estado evitando contestarle porque no le reconozco legitimidad alguna pára ejercer de interrogador en mi blog a aquien participa de un proyecto subsidiado por intereses extranjeros dirigido a cambiar a Cuba.

    Iroel Sánchez 6 abril, 2017 en 6:41: Precisamente, Salvador. Y por eso no le reconozco autoridad alguna a Pedro Monreal para hacer preguntas aquí.

    Pedro Monreal 6 abril, 2017 en 7:38: Estimado Iroel, Su decisión de no responder me parece muy bien. Es su blog y eso yo lo respeto.

    Disculpe el malentendido. Usted me había dado las gracias por hacer de comentarista en su blog en su nota del 4 abril a las 11:30 y yo le respondí inmediatamente que con mucho gusto hacía de comentarista en su blog. Ya había formulado antes mis preguntas y asumí que Ud. estaba interesado en un debate razonado sobre un tema que ambos compartimos que es importante para renovar la economía socialista cubana.

    En modo alguno me he propuesto actuar como interrogador. Lo digo con toda sinceridad. Supongo que esa percepción haya resultado de mi interés por tratar de entender algo sobre lo que he considerado que no se ha ofrecido una respuesta clara, pero en mi modesta opinión considero que eso es normal en un debate. Usted tiene experiencia debatiendo y pensé que también iba a tomarlo como algo corriente.

    Para hacer preguntas en un debate en el que alguien no solamente ha sido admitido, sino que también ha recibido gracias por hacerlo, no creo que se necesite además un ticket adicional de “legitimidad” al llegarse a cierto punto del debate. Para hacer preguntas en un debate basta con tener una duda.

    De nuevo mis disculpas por haber intentado debatir reflexivamente con Ud.

    Le deseo los mejores éxitos a su blog. Lo digo en serio.

    Iroel Sánchez 6 abril, 2017 en 7:43: Esto fue lo que afirmé l 4 abril a las 11:30: “Saludos, Monreal. Segun usted, yo soy un “comentarista” y como dijo de Javier Gómez no estoy en el Social Sciences Citation Index – SSCI de Web of Science, Scopus, el Redalyc SciELO pero creo que Emily Morris sí, así que le ruego remitirse a ella. “Gracias por hacer de comentarista en este blog”. A buen entendedor…

    FIN del intercambio

    • Estimado Pedro

      A Iroel no le interesa el debate entre cubanos, «he estado evitando contestarle porque no le reconozco legitimidad alguna». Ni siquiera es suyo, eso es un viejo hábito del círculo de abuelos «Amiguitos de la Sierra».

      Iroel ni siquiera sabe las respuestas, no le interesan. El solo sabe que mientras no reconozca el derecho que tenemos todos a elegir, cuestionar, preguntar a los gobernantes, lo suyo está garantizado. Por eso los defiendo incluso a costa de sun credibilidad. Lleva mucho tiempo pegado al jamón pa venir a soltarlo tan facil.

      Saludos

      Pirolo

    • Estimado Monreal, muchas gracias por mantenernos al tanto del intercambio llevado a cabo en el blog del Sr. Sánchez.
      Debo confesarle que siento un gran pesar por la cantidad de infamias, de improperios y de calumnias lanzados hacia su persona por las personas que allí comentan. Resulta realmente lamentable que, personas que participan en un debate defendiendo cuestiones evidentemente indefendibles desde la teoría económica, como lo son las afirmaciones planteadas por el Sr. Sánchez sin pruebas para sostenerlas, lo hagan ofendiendo o blasfemando (nuevamente sin pruebas para sustentar sus ofensas), por el simple hecho de que usted piensa diferente, aunque tampoco se debe olvidar que precisamente la ofensa puede ser una posible reacción de una persona o grupo de personas ante la falta de elementos para defender una posición determinada.
      Con respecto al Sr. Sánchez no estoy de acuerdo con usted. Dice usted que él «tiró la toalla» y no lo creo así pues para «tirar la toalla» como se hace en el boxeo cuando la situación así lo aconseja, se requiere de dos oponentes y el Sr. Sánchez nunca lo ha sido ni lo será. Aquí hay un solo «oponente» que es usted y que ha abrumado de elementos y de pruebas de sus errores al Sr. Sánchez y a todos los que defienden su postura a lo cual algunos de ellos ya hemos visto cómo han reaccionado.
      Por su parte el Sr. Sánchez, carente él mismo de argumentos, es más el típico promotor del boxeo profesional que busca protagonistas (el Sr. August, el Sr. Gómez, la Sra. Morris, etc.) y se dedica a vociferar criterios que han sido planteados por otros sin las evidencias necesarias para poder ser sustentados.
      Tuve la oportunidad de leer el artículo de respuesta del Sr. Desiderio Navarro a otro que a su vez usted desarrolló como respuesta a uno anteriormente publicado por él. Ciertamente no aprecié «el revolcón» (muy poco seria manera de citar una situación anteriormente acontecida) que asegura el Sr. Sánchez que usted sufrió a manos del Sr. Navarro, sino un cruce de ideas en el que usted le transmitió a éste de manera sincera, que no estaba al tanto de algunos de los trabajos desarrollados previamente por él. Si a esto el Sr. Sánchez le llama «revolcón», no sé cómo le llamará a lo que usted un día sí y otro también le propina a los postulados económicos que él apoya o desarrolla. Por cierto, Cuba Posible publicó el artículo de respuesta que le dedicó a usted el Sr. Navarro. No me queda claro de si la situación fuera al revés, esto fuese posible en el blog del Sr. Sánchez.
      Le aconsejo sinceramente que no se esfuerce más en demostrarle al Sr. Sánchez su error ya que él nunca lo reconocerá, no porque no lo comprenda, sino porque no tiene la intención de hacerlo. Como dice Roche: «en modo alguno hay una intención de abrir un debate» ya que el fin que él persigue es otro y a fin de cuentas, considero que ya usted una vez más, lo ha dejado en evidencia.
      Al Sr. Sánchez se le puede dedicar con total confianza aquello que afirmó hace cientos de años el emperador Marco Aurelio: «todo cuanto escuchamos es una opinión, no un hecho…» y lo mejor de todo es que después de tanto debate y de tantas intervenciones, EL SR. SÁNCHEZ SIGUE AÚN SIN RESPONDERLE SUS PREGUNTAS, no porque no quiera hacerlo, sino porque sabe que no cuenta ni con los medios ni con los elementos para hacerlo ya que sus afirmaciones, con la información de la cual se dispone, son desde el punto de vista de la teoría económica, insostenibles.
      Saludos cordiales.

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