Una factible reforma económica en Cuba sería aquella que expanda de una forma acelerada una mayor creación de riqueza nacional; entiéndase por ella, desatar todos los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas en el país, desde cambios en el modelo de planificación existente y la centralización (que entorpece el avance de las empresas estatales), hasta permitir el desarrollo verdadero del sector no estatal (como las pequeñas y medianas empresas en todas las actividades), desde los servicios que son las que más han avanzado, hasta las industriales y de la construcción.
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