
Algunos elementos para el discernimiento ético en camino al 24F
El próximo 24 de febrero tendremos un referéndum en Cuba. Un referéndum es un procedimiento jurídico que permite a la ciudadanía ratificar o rechazar una ley o un asunto de especial importancia para el Estado. En la Cuba actual, constituye, sin dudas, una oportunidad como pocas. En primer lugar, porque se trata de una herramienta propia de la democracia directa, en la cual la ciudadanía toma una decisión sin necesidad de la intermediación de sus representantes. En segundo lugar, porque el contenido de lo que se someterá a votación en este caso será, nada más y nada menos, que la futura Carta Magna.
Dotarse de una nueva constitución constituye también una oportunidad para refundar el país, para re-pactar con el Estado las bases de un nuevo contrato social que oriente el presente y futuro de la sociedad cubana. El presente de la sociedad cubana, pese a su aparente inmovilismo, ha cambiado. Sin embargo, las expectativas y necesidades que se derivan de la llamada “creciente complejización de la sociedad cubana actual”[1] no tienen un correlato adecuado en los marcos normativos que regulan la vida social, económica y política del país. Pero frente a este hecho y las condiciones de posibilidad que parecía ofrecer el contexto de la reforma, ¿se propició un proceso democrático, participativo e incluyente que fuera capaz de “parir” el texto constitucional que la Cuba de hoy necesita?
Sobre estos puntos se centrará la reflexión que sigue, en tanto considero son vitales para informar el voto. Concluiré con algunos elementos para el discernimiento que permitan a cada cubano/a, sin restricciones para votar, poder informarse y reflexionar sobre su experiencia con miras a una acción consecuente en ese instante de libertad y responsabilidad que ofrece una urna mediante el voto secreto.
Repasando algunos datos sobre el diseño y elaboración del nuevo texto constitucional
El Anteproyecto de nueva Constitución para la República de Cuba fue debatido públicamente por primera vez en la Asamblea Nacional los días 21 y 22 de julio de 2018. La responsabilidad de redacción y presentación del Anteproyecto fue asignada a una Comisión temporal conformada por 33 diputados, presidida por Raúl Castro y con Díaz-Canel como vice-presidente. Con posterioridad, se inició entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre de 2018 una consulta popular, en vistas de recoger las opiniones de la población respecto del texto sugerido por la Comisión.
Como novedad, la consulta se amplió para los cubanos residentes en el exterior, a través de la habilitación de una sección en el sitio web “Nación y Emigración”, del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX). Culminado el proceso de consulta, y después de una revisión, se produjo otro borrador presentado por segunda vez a la Asamblea Nacional del Poder Popular y aprobado, por unanimidad, el 22 de diciembre de 2018. Este texto modificado, es el que se ha devuelto a la ciudadanía para su conocimiento y posterior decisión, mediante referéndum, a realizarse el 24 de febrero de 2019.
El carácter y alcance del proceso previo al Referéndum
En abril de 2018, previo al inicio del proceso y sin todavía constituirse la Comisión, en un discurso frente a la Asamblea Nacional, Raúl Castro explicita que el gobierno había “estado discutiendo bastante la formulación” que se presentaría a través de la Comisión y se propondría a la Asamblea en el mes de julio[2]. De lo dicho se desprende que el trabajo de la Comisión ya vendría claramente pautado. Por otra parte, los criterios de selección y composición de la Comisión redactora del Anteproyecto nunca se dieron a conocer, así como el cronograma de trabajo y debates que se suscitaron a su interior.
Entre los integrantes de tan selecto grupo no había ningún especialista en activo sobre temas constitucionales[3]. El proceso entre la designación de la Comisión y la publicación del texto final reformado, se caracterizó por un alto nivel de incertidumbre respecto del cronograma completo del trabajo de la Comisión redactora, la forma en que se divulgaría la propuesta, la manera en que se discutiría con toda la población y los tiempos para ello. Tampoco hubo claridad respecto de los plazos para que la Asamblea Nacional presentara la última versión y el día, programado de antemano, del referéndum final aprobatorio. Como en una telenovela, se nos fue revelando a cuentagotas los plazos y características del proceso.
Durante el proceso de consulta, según reporta el especial de El Toque sobre la reforma constitucional, se contabilizaron 133 mil 681 reuniones, sumando las realizadas en Cuba y en el extranjero. Las más de 10 mil “propuestas tipo” que emanaron de dicha instancia, desconociendo la metodología con la cual se elaboraron a partir de las más de 700 mil intervenciones registradas –que tampoco sabemos cómo se contabilizaron-, no se hicieron públicas. La mitad de ellas fueron consideradas “improcedentes” y, de la otra mitad, solo una parte llegó al texto constitucional aprobado por la Asamblea Nacional, el 22 de diciembre de 2018. La metodología de procesamiento de las propuestas, que transcurrió desde que concluyó la consulta (15 de noviembre) hasta que la Comisión Redactora presentó el texto reformado a la Asamblea Nacional en diciembre último, no puede considerarse transparente. No sólo porque cuesta imaginar a los 33 diputados miembros de la Comisión procesando, en aproximadamente solo un mes, tal volumen de información; sino porque para que este hubiera sido un proceso realmente transparente, cada persona debería haber podido, a partir de información pública y accesible, verificar cada paso del proceso.
Más allá de estos indicadores cuantitativos, el único sondeo de opinión sobre el proceso de reforma constitucional realizado en el país[4], contradice los altos niveles de participación que el Gobierno declara haber conseguido durante la consulta. Los encuestados no solo afirman haber participado mucho menos de lo que oficialmente se reconoce, sino que además mostraron bajas expectativas sobre la incidencia efectiva que sus opiniones podrían tener en la modificación del texto definitivo. Como se verá más adelante, las razones de estas bajas expectativas fueron confirmadas a través de la escasa consideración que tendrían las propuestas recogidas durante la consulta.
Un análisis más profundo, que excede estas líneas, de las razones que expliquen la participación, o no, en estos procesos podría develar claves interpretativas más densas respecto del comportamiento del electorado en la Cuba actual. Un factor novedoso a considerar tiene que ver con la participación mostrada en otras vías o canales de participación menos formales, como las redes sociales o los medios de opinión independientes. A pesar de las bajas expectativas depositadas en el proceso formal de consulta encabezado por el gobierno, los debates concitados a través de varios medios independientes, tanto dentro como fuera de Cuba, así como en las redes sociales resultaron de una intensidad y dimensiones probablemente nunca antes registradas en procesos de esta naturaleza en la Cuba post 59.
El especial de El Toque reveló que cada semana, entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre de 2018, se publicaron nuevos análisis sobre el asunto constitucional en medios no oficiales cubanos con diversidad de posiciones ideológicas y líneas editoriales. En la revisión de contenidos de 15 de ellos[5], se muestra un alto nivel de desacuerdo entre las valoraciones de los analistas y la gran mayoría de las propuestas consignadas en el proyecto constitucional, fundamentalmente en los temas relacionados con los ‘principios rectores del proyecto nación’: a) el partido único como fuerza dirigente de la sociedad y el Estado y b) el carácter irrevocable del Socialismo como sistema económico, social y político. Por su parte, el mayor nivel de acuerdo fue concitado por la propuesta del matrimonio igualitario, la que, sin embargo, fue modificada en el texto definitivo que será sometido a referéndum.
En síntesis, la elaboración del texto que se votará el 24 de febrero tiene muy poco de la voz del Soberano, y mucho de una muy pequeña y selecta Comisión sin experiencia alguna en redacción de magnos textos. El tipo de participación promovida, de carácter altamente formal y verticalista, aunque consideró la convocatoria a la emigración en la instancia de la consulta, niega la participación en el referéndum de aprobación a todos aquellos que no mantengan su residencia en el país. Por último, la consabida unanimidad de la Asamblea Nacional en la aceptación del Anteproyecto y después de los cambios, ratifica que la forma en que se gesta, redacta y posteriormente se somete a consulta popular el Proyecto fue de todo menos democrática.
Sobre los contenidos de la Constitución que se someterá a referéndum
El texto que se someterá a votación el próximo 24 de febrero de 2019 cuenta con 229 artículos. Según el análisis de El Toque, con respecto al Anteproyecto, 86 artículos permanecen iguales, siete son nuevos y 136 tuvieron modificaciones. Sin embargo, solo 25 de los modificados tienen cambios representativos. Los cambios producidos en los otros 111 artículos aluden a cuestiones de forma más que de contenido (correcciones gramaticales, de estilo o redacción, aclaración de ciertos términos, especificación de los sujetos involucrados). Por su parte, en el análisis que realiza el sitio Postdata, se afirma que el cambio más frecuente fue hacer adiciones pues, del total de artículos, 109 fueron enriquecidos mientras que lo menos recurrido fueron las eliminaciones, con 78. Concluyen que para la Comisión redactora, y para los diputados, fue más difícil eliminar ideas de las concebidas originalmente, que añadir contenido[6].
En resumen, la inmensa mayoría de los cambios al Proyecto, recogidos del debate popular, no implicaron cambios de sentido con respecto a lo que ya estaba diseñado por la Comisión redactora. Si consideramos lo que fue posible sistematizar en los debates publicados en diversos medios, la elección de los ajustes registrados en el texto definitivo, no incorporó los criterios de mayoría. Antes bien, las cuestiones medulares, léase los principios rectores del “proyecto nación” permanecieron inalterables, a pesar de las múltiples voces que pedían modificaciones.
Por si fuera poco, el nuevo Proyecto de Constitución deja cuestiones sustantivas a voluntad de leyes posteriores. Al respecto, se registran 111 remisiones a leyes, ya sea por excesivas facultades a la legislación posterior, o por falta de especificidad en el mandato, por un lado, o por remisiones que establecen con claridad los principios constitucionales para ser complementados, por otro lado. Así las cosas, el alcance de la Carta Magna a ratificar será altamente dependiente de un conjunto de nuevas leyes que, excepto en casos excepcionales, no serán votadas por el pueblo.
Elementos para el discernimiento ético: ¿ratifica usted la nueva Constitución de la República?
La participación en el referéndum como acción ciudadana cobra una enorme responsabilidad ética, porque afecta directamente el futuro del país. La nueva Constitución constituye un nuevo contrato social que debe contener, en su máxima potencialidad, a todos los cubanos y cubanas. Las expresiones de disconformidad con el proceso o el contenido de la futura constitución, también tienen cabida, porque el voto es un instrumento mediante el cual se opina sobre la cosa pública. Cabe recordar que han sido escasas las instancias en que los cubanos y cubanas hemos tenido oportunidad, mediante un voto secreto y directo, de manifestar nuestra opinión. Por esta vía, el pueblo, el soberano, decide no ser tratado como incapaz ni como sujeto de representación constante. El derecho, entonces, se transforma en un deber, en una responsabilidad cívica.
Pero, ¿cuál es el objeto del voto en esta oportunidad? Ratificar (o rechazar) una Constitución que defina el modelo de sociedad justa y equitativa que, en consenso y con respeto a las diferencias, decida el pueblo cubano. Para tomar esa decisión cabe recordar que las constituciones no deben tener apellidos, esto es, no deben promover solo un sistema o fuerza política que excluya a los demás. En este punto del discernimiento, resulta imprescindible volver a las preguntas fundamentales: ¿qué tipo de sociedad es la que propone la nueva Carta Magna que se ha propuesto y discutido en los últimos meses? ¿Qué lugar y qué derechos tendré en ella?
Si nos fijamos en los ‘principios rectores’, en los fundamentos políticos, la Constitución refrenda un sistema –el socialista- de carácter irrevocable (artículo 4) y le asigna a un solo partido -el Partido Comunista- constituirse en la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado (artículo 5). Pero va más allá cuando nos impide cualquier posibilidad de cambio posterior sobre estos principios, al explicitar en el artículo 229, que en ningún caso resultan reformables los pronunciamientos sobre la irrevocabilidad del sistema socialista establecido.
En términos éticos, la potencialidad de un proyecto tan definitorio para el futuro de un país como lo es su constitución, se mide por su capacidad para entusiasmar con un horizonte compartido donde quepan todos los cubanos y cubanas, con independencia de su orientación política o ideológica, su edad, su género, su color de piel, el lugar donde residan, sus creencias religiosas, entre otras muchas razones que nos diferencian, pero no necesariamente nos dividen en cuestiones fundamentales. En la sociedad que sugiere la nueva Constitución, sencillamente no habrá lugar para todos, especialmente para los que piensan diferente, de otras ideologías, de otros posibles partidos. Tampoco se garantizará un trato igualitario a las distintas formas de propiedad, por cuanto se asigna como sujeto principal de la economía nacional a la empresa estatal socialista, mientras que al mismo tiempo solo se aseguran, explícitamente, garantías a la inversión extranjera.
En esa futura sociedad no podremos expresarnos libremente en la medida que los medios fundamentales de comunicación social, en cualquiera de sus manifestaciones y soportes, serán de propiedad socialista y, explícitamente, no pueden ser objeto de otro tipo de propiedad. En ese nuevo pacto social, los derechos civiles y políticos no se han ampliado ni se aseguran del mismo modo que los derechos sociales. Se nos sigue tratando sin mayoría de edad política, cuando ni siquiera podemos votar directamente por el Presidente. En esa Constitución, quedan tantos ámbitos a regular por futuras normativas sin nuestra incidencia directa, que nada garantiza que dentro de muy poco, incluso lo avanzado, pueda ser letra muerta. En ese país futuro delineado por la Constitución, los millones de emigrantes cubanos de cualquier tipo no han sido incorporados. En esa nueva sociedad tampoco estoy yo, ni buena parte de mi familia y amigos.
Notas al Pie:
[1] Figueroa, Galia (2010). “Ciencias sociales, retos y debates a inicios de siglo”, Temas, N° 62-63, pp. 199-209.
[2] Raúl Castro Ruz, Discurso en la clausura de la Sesión Constitutiva de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, 19 de abril de 2018. http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/04/20/discurso-de-raul-castro-ruz/#.XEjEYVwzbb1
[3] Fernández Estrada, Julio Antonio (2018). “No pude pasar mi papelito: mis dudas sobre la nueva constitución”, El Toque, 5 de junio, [online] https://eltoque.com/la-primera-sesion-de-la-anpp-y-la-nueva-constitucion/
[4] CubaData. Opiniones, percepciones y valoraciones de las y los cubanos sobre la propuesta de reforma constitucional, noviembre 2018, [online]
https://docs.google.com/document/d/1FKVyvd9fuKOY4S0l9IKKsqYpSlsN6KEIRtJwH5UQH_0/edit
[5] El análisis de José Raúl Gallego contabiliza más de 270 textos que incluyen alrededor de 1500 referencias a 137 temas relacionados con la Constitución. Los textos fueron escritos por más de un centenar de autores individuales y colectivos, caracterizados por una gran diversidad en cuanto a su edad, género, lugar de residencia, formación profesional y posicionamiento ideológico. El autor destaca que no solo participaron intelectuales de reconocido prestigio nacional e internacional, sino también ciudadanos cubanos con diferentes niveles de formación y ocupación, que sintieron el deber de hacer públicas sus propuestas. Más información en: https://eltoque.com/debate-paralelo-agenda-mediatica-proyecto-constitucion-cuba-2018/ . Por otra parte, la investigadora María Antonia Cabrera, analizando el espacio donde más textos se publicaron sobre la reforma (Blog La Cosa), concluye que ha sido un debate caracterizado por la diversidad demográfica, generacional, geográfica, profesional e ideológica. https://jcguanche.wordpress.com/2018/11/15/opiniones-publicadas-en-el-blog-la-cosa-sobre-el-proyecto-de-constitucion-de-la-republica-de-cuba-un-resumen/
[6] Para ver un análisis estadístico más completo revise el análisis en el siguiente enlace del sitio de Postdata.Club. Periodismo de Datos: http://www.postdata.club/issues/201808/constitucion-a-referendo.html
Adrian dice:
Para los que quieran una Cuba independiente, socialista, y donde la voz de la mayor’ia siga siendo la principal, si, y se siga pensando en ellos, la mayoria, y actuando para ellos, SI. Para los que quieren una Cuba capitalista, empobrecida y supeditada a EE.UU., NO. Para esos, no habr’a ni constitucion, ni espacios. Asi que me temo que algunos editores de Cuba Posible sentir’an una gran decepcion.
(y lamento que este teclado tenga problemas).