
Como resultado del dossier titulado “Agendas mínimas para un debate amplio”, hemos constatado que tres temas resultan convergentes tanto a los debates populares (en los barrios, en los centros laborales y educativos de todo el país), como en el referido Dossier. El pueblo en general (según cifras oficiales) y los especialistas convocados por Cuba Posible hicieron referencia a estos tres temas: a) la forma de elección del Presidente, b) el matrimonio igualitario, y c) el rol y forma de elección de la nueva figura del Gobernador. Teniendo esto como base, les hemos preguntado a un grupo de participantes del mismo Dossier por qué, a su juicio, resultaría indispensable (o no) que los diputados cubanos tengan en cuenta estas prioridades mientras deliberan y aprueban la nueva Carta Magna y, también, en qué condiciones se encuentran para hacerlo. A continuación exponemos las respuestas del analista Domingo Amuchástegui.
Pienso que la forma de elección del Presidente y el rol (papel o función) y forma de elección de la nueva figura del Gobernador, son componentes parciales de un problema mayor y más esencial: el rediseño total del sistema electoral, desde la base hasta la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y la presidencia de la República, donde debe prevalecer el principio de elección directa y donde puedan concurrir, en todas las instancias, más de un candidato. Además, todos los candidatos deben salir de circunscripciones reales, poniéndole fin a la nominación del 51 por ciento atendiendo a funciones gubernamentales, estatales o sociales.
Por ejemplo, no puede haber un diputado a la ANPP que supuestamente represente a Regla, Guanabacoa o Pijirigua y resida en el Nuevo Vedado o Playa; ni tampoco que haya un diputado porque es ministro, un prominente científico, o un intelectual o dirigente de una organización de masas, si no es electo por su lugar de residencia, por electores que lo conocen, proponen y eligen, de abajo hacia arriba, no por delegación indirecta, “colegio electoral” o “dedazo”.
Creo -con todo respeto para todas opiniones- que la magnitud y priorización otorgada al tema del llamado matrimonio igualitario no merece más de un par de minutos de discusión. Esto es un asunto debatido y zanjado hoy en todas las latitudes y sociedades de la llamada “cultura occidental” a la que pertenecemos. No procede continuar machacando en semejante asunto. Es un paso dado, superado y atinado.
Lo que me resulta increíble es que los temas capitales que siguen gravitando negativamente sobre el funcionamiento de nuestra economía (sus fundamentos y principios rectores) y su persistente desempeño estancado, no sea el centro, el núcleo, el eje principal, de la nueva constitución de cara al desarrollo futuro de nuestro país y del grueso de los debates y propuestas presentes en este proceso.
David Horta dice:
Absolutamente de acuerdo!!! Creo en lo personal que el artículo 68, con todo el respeto que merece la comunidad LGBT cubana, el reconocimiento de que es un paso a favor de una sociedad más inclusiva y democrática, y la admiración que me inspira la lucha por los derechos humanos para todos, al final es una cortina de humo que ha desviado una sustancial cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos lejos de los temas que afectan no solo a al comunidad LGBT, sino a toda la sociedad. El artículo 68 ha sido a la discusión sobre la reforma constitucional lo que el reggaetón a la ominosa ley 349 que hoy la comunidad intelectual cubana discute (algo que también, qué coincidencia, ha desviado considerable tiempo, inteligencia y energía del debate de la comunidad artística al interior del tema constitucional). Hay quienes piensan, yo entre ellos, que el énfasis que los medios y algunos «moderadores» del debate público pusieron el este artículo fue deliberado. Se puede discutir abiertamente, en un país de tradición machista, el «tema gay», y ganar capital político a costa del mismo, pero otros temas son desplazados al margen. La democracia en elecciones, el partido único, las libertades civiles, económicas y políticas, los derechos humanos, el rol y atribuciones del estado y de la sociedad civil, la transparencia y el escrutinio del servicio público, la supervisión que la sociedad hace del estado y no a la inversa, la división de poderes, la imparcialidad de la justicia, el concepto mismo de ley como algo que emana del parlamento y no de cualquier «instancia», el rechazo a los discursos de odio, divisivos y lesivos a la dignidad y la unidad verdadera de la sociedad cubana, y, uno de mis favoritos, la definición de que el uso de las armas se haga en contra de injerencias extranjeras que pretendan socavar la soberanía, y NUNCA en contra de los propios cubanos, so pena de considerarse traición (no podemos permitirnos más actos de repudio ni más uso de la fuerza contra conciudadanos cubanos)…. Son tantos los temas mucho más sensibles y urgentes!!!!!! Qué pérdida de tiempo!!!!