
Como resultado del dossier titulado “Agendas mínimas para un debate amplio”, hemos constatado que tres temas resultan convergentes tanto a los debates populares (en los barrios, en los centros laborales y educativos de todo el país), como en el referido Dossier. El pueblo en general (según cifras oficiales) y los especialistas convocados por Cuba Posible hicieron referencia a estos tres temas: a) la forma de elección del Presidente, b) el matrimonio igualitario, y c) el rol y forma de elección de la nueva figura del Gobernador. Teniendo esto como base, les hemos preguntado a un grupo de participantes del mismo Dossier por qué, a su juicio, resultaría indispensable (o no) que los diputados cubanos tengan en cuenta estas prioridades mientras deliberan y aprueban la nueva Carta Magna y, también, en qué condiciones se encuentran para hacerlo. A continuación exponemos las respuestas del comunicador Alexei Padilla Herrera.
Yo he tenido la experiencia de conocer de cerca los regímenes socialista (Cuba) y democrático liberal (Brasil) y en ambos constatado un hiato entre la voluntad de los representados (los ciudadanos) y las opiniones y decisiones tomadas por los representantes (Parlamento) en las arenas deliberativas formales. Hay intereses partidarios, económicos, estratégicos y aferramientos ideológicos que se imponen y pasan por encima de los anhelos de la ciudadanía. La diferencia es que en las democracias liberales el voto es competitivo y, en Cuba, los diputados son electos por una “comisión de candidatura” que actúa como un filtro político y los ciudadanos solo ratificamos esas propuestas.
Si bien los diputados podrán estar al tanto de muchos de los planteamientos de la ciudadanía, solo aquellas propuestas que no alteren considerablemente ni se opongan a lo plasmado en un proyecto de constitución (cuyo núcleo duro fue definido de antemano por un grupo de trabajo del Partido Comunista de Cuba), serán incorporados en la nueva Carta Magna. El resto será puesto a un lado por inconveniente.
Sobre las condiciones de los diputados, no podría ahondar mucho pues desconozco las características de muchos de los integrantes de esta legislatura. De los más nuevos apenas sabemos lo que aparece en sus brevísimas biografías. Ignoramos cuáles son sus propuestas para resolver los problemas del país, más allá de adherir a lo planteado en los “Lineamientos” y en la “Conceptualización del Modelo”. No sabemos si ellos se reúnen con las organizaciones y los vecinos de las localidades por donde fueron ratificados. ¿Cómo saber cuáles son sus opiniones cuando los medios no divulgan suficiente información sobre las discusiones en comisiones y en el pleno? Tampoco tenemos acceso a las actas sobre los temas debatidos. De esa forma, es difícil cuestionar o validar la preparación de los diputados para defender propuestas que vayan en contra, o a favor, de las concepciones de los arquitectos del actual proyecto de ley suprema.
De cualquier forma, debemos preguntarnos si la preparación de los parlamentarios cubanos está a la altura de lo que se espera de ellos. ¿Será que la mayoría tiene conocimientos técnico-jurídicos para elaborar proyectos de ley, discutir cuestiones de naturaleza legal, impulsar la discusión y aprobación de políticas públicas en diversas áreas? Por lo que observé en las sesiones que la televisión cubana transmitió hace unos meses, la respuesta sería no. Incluso quedó clara que falta preparación a muchos diputados, incluyendo a Miguel Barnet, para contestar a los planteamientos de Homero Acosta y José Luis Toledo Santander, en relación a algunos temas del proyecto. Igualmente se nota en el Parlamento la ausencia de importantes juristas cubanos que son referencia en derecho constitucional. Los que conozco no fueron convocados ni como consultores.
Tengo mis dudas. No sé si lo que va a determinar la aceptación o no de una propuesta será la voluntad expresa de la ciudadanía, o lo que según criterio del PCC es lo mejor para el país. Sería muy pertinente –aunque lo creo improbable– que la Asamblea Nacional del Poder Popular argumentase públicamente las causas para no aceptar determinadas propuestas. Esto vale para temas como la elección directa del presidente del país, el reconocimiento del pluralismo político, la legalización de medios de comunicación no estatales, la inversión de nacionales en la economía del país (más allá de los “timbiriches”), la eliminación de la pena de muerte, por solo citar unos ejemplos de aspectos que difícilmente entrarán en la nueva Constitución.
Por tanto, como ciudadano cubano, a partir de la propia propuesta, su génesis, el contexto socioeconómico y político en el que surge, la práctica y cultura políticas actual, creo que no debemos hacernos grandes expectativas. Con todo, hay que reconocer el valor del proceso consultivo convocado por el gobierno y la alta participación que ha tenido. Incluso cuando sabemos que el motivo de ese consultivismo leninista, o deliberacionismo autoritario a lo cubano, tenga como fin principal la legitimación de medidas elaboradas previamente sin la participación de la sociedad desde el inicio del proceso.
carlos dice:
Alexei , cuando se acabe el cerco de los Estados Unidos osbre Cuba y de la mafia cubano amerciana, seguro que muchas de las propuestas seran bienvenidas, aceptar cambios politicos a esta altura, es ponerle en bandeja de plata el pais a la reacción. Precisamente las medidas de bloqueo tienen como objetivo fomentar el descontento nacional , todo lo cual puede ser facilmente apropiado para los intereses de cualquier partido de oposición dentro de un marco pluripartiditista para ganar ampliamente las elecciones, d ela misma forma que Bonaro lo hizo dentro de la democracia liberal del Brasil, de la cual tienes experiencia. No creo que se amuy inocente tus propuestas