
Ted Henken, es profesor de Sociología en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés). El Dr. Henken se especializa en estudios cubanos contemporáneos y estudios urbanos comparados de La Habana, Nueva York y Nueva Orleans. Fue presidente de la Asociación de Estudios de la Economía Cubana (ASCE, por sus siglas en inglés). El Dr. Henken coincide con otros participantes en que las medidas anunciadas por el Departamento de Estado son una muestra de intención política en lugar de una real preocupación por la salud de los diplomáticos norteamericanos en La Habana. Además, afirma que no considera que exista una voluntad por parte de los gobiernos cubano y estadounidense de mejorar las relaciones diplomáticas.
¿Cuál es su análisis sobre las condiciones en las que el gobierno de Estados Unidos ha tomado estas medidas? ¿Está Ud. de acuerdo con ellas?
A mi juicio las medidas tienen más que ver con la intención política ya abiertamente demostrada por parte de la Administración Trump (aconsejado por el senador Marco Rubio) de castigar al gobierno cubano por su forma de gobierno (comunista y no democrático), que con la seguridad de los diplomáticos norteamericanos acreditados en La Habana. Quizás sea lógico reducir el número de diplomáticos mientras la investigación está en curso, pero las otras medidas que advierten a los viajeros norteamericanos de no viajar a Cuba debido a un supuesto “peligro” y que eliminan la posibilidad de conseguir una visa para la mayoría de los cubanos son tan injustas como infundadas. También me parece muy precipitada y agresiva la medida de obligar a la Embajada de Cuba en Washington a reducir sustancialmente su presencia diplomática en los Estados Unidos.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de estos hechos para el estado actual de las relaciones entre los distintos actores no estatales de ambos países?
Desafortunadamente, como ya es típico cuando se trata de las relaciones Estados Unidos-Cuba, las consecuencias las va a pagar el pueblo cubano, tanto en Cuba como en la diáspora. Además, la confianza y colaboración que se ha ganado tanto entre los gobiernos, como entre los pueblos, se va a ir perdiendo con estas medidas precipitadas. En cuanto a las relaciones “pueblo a pueblo”, se puede observar un consenso. De ambas partes se escuchan palabras de aprobación sobre el beneficio de estos intercambios. En Cuba se publican encuestas realizadas en Estados Unidos donde se afirma que los visitantes norteamericanos cambian la visión que tienen sobre Cuba tras su visita y se pronuncian a favor de la eliminación del bloqueo.
Por la otra parte, analistas en Estados Unidos consideran que estos intercambios promueven la libertad de expresión y pensamiento en Cuba, al introducir el pensamiento democrático que traen los visitantes y que trasmiten a los cubanos en la Isla. En cuanto al sector privado específicamente, cada vez más los nuevos emprendedores cubanos cuentan con la creciente oleada de viajeros norteamericanos y cubanoamericanos para su prosperidad. Estas medidas, junto a las otras anunciadas por Trump en Miami en junio pasado, afectarán sus negocios. Esto viene a sumarse a las nuevas y frustrantes medidas anunciadas por el propio gobierno cubano a principios de agosto pasado, que generaron una pausa en el desarrollo del cuentapropismo.
¿Cree usted que existe la voluntad política de ambos gobiernos para superar este obstáculo, o es el comienzo del deterioro (de nuevo) de la relación bilateral?
Para ser franco, no. Después del exitoso viaje de Obama de marzo de 2016 (que fue desconcertante para el gobierno cubano), La Habana se ha mostrado cada vez menos interesada en facilitar o profundizar una relación más “normal”. Tras 55 años de enfrentamiento, en los cuales la capacidad del gobierno cubano para gobernar el país no se ha visto afectada, no tiene por qué haber interés en mejorar las relaciones, lo cual pudiera significar entregar cuotas de poder a nuevos sectores fuera de su control. Por la parte de la nueva Administración Trump, una vez más la relación se ha dejado caer en manos del sector más radical del exilio histórico, que se ha aprovechado de la oportunidad de revertir la relación en base a hacer demandas al gobierno cubano sin la más mínima posibilidad de que responda favorablemente. Esta estrategia, a pesar de no haber sido capaz de ofrecer resultado alguno, por algún motivo sigue siendo la preferida por este sector más radical que parece no haber aprendido la lección en los últimos 58 años.
¿Cómo influiría este conflicto en el nuevo gobierno cubano que asumirá en 2018?
Pienso que este deterioro en la relación bilateral es un muy mal augurio, porque va a fortalecer y brindar pretextos a los elementos de “línea dura” dentro los dos gobiernos y dejar sin influencia a posturas más moderadas para un acercamiento constructivo. También ya hemos visto una serie de ejemplos en que líderes cubanos más jóvenes han salido con una retórica tan agresiva y retrógrada como los de la generación histórica. En otras palabras, por convicción o conveniencia (u oportunismo) parece que Díaz-Canel y Marco Rubio están en una competencia para ver “quién es el más macho” e implacable, dejando atrás todos los esfuerzos de tres años para avanzar hacia una relación más “normal”. Aún si Díaz-Canel estuviera dispuesto a brindar concesiones (lo cual no es típico del gobierno cubano) con el fin de lograr un acercamiento, esta política agresiva hacia Cuba le pone un pie forzado y condiciona de antemano las decisiones que tomará una vez en el poder.
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