
La especie humana se encuentra ante una crucial encrucijada de definiciones sobre su existencia y perspectivas; porque se enfrenta a una permanencia de enormes desigualdades económicas y sociales, entre naciones y al seno de las mismas sociedades. Igual sucede por la intensificación de las inseguridades o amplitud de la pobreza, cuando necesitamos vivir en un mundo más seguro, sostenible y justo; por lo que abandonar la lucha contra uno de los más inquietantes desafíos de la humanidad, no parece solidario, ni prudente. Desde décadas atrás la humanidad se inquieta por los problemas ambientales, consecuencia del irracional uso se hace de los recursos naturales, fundamentales para poder vivir y desarrollarnos.
Los más respetados científicos de las ciencias naturales y ecológicas, vienen alertando a las Naciones Unidas y países que la integran, con sólidos argumentos científicos; acerca los daños (algunos irreparables) que la sociedad moderna y contemporánea, con sus alcances industrialistas y el desarrollo científico/tecnológico, le ocasionan a la Casa de Todos, a nuestro planeta tierra, el que nos ha permitido vivir y desarrollarnos.
Subestimar los problemas ambientales y específicamente el calentamiento global, es ingenuo o mal intencionado; porque se vive una época diferente a la de siglos anteriores, donde existía un alto grado de armonía entre los humanos y el medio natural.
A medida crece la cantidad de personas en el planeta, se modifica la composición química de la atmósfera y los recursos biológicos del sistema terrenal desaparecen o reducen. Los impactos de la civilización industrial/tecnológica, imponen al individuo y sociedad en general, enfrentar el enorme reto global de garantizar con éxitos y manera simultánea, el fenómeno del crecimiento demográfico y el acelerado aumento del consumo; cuestiones que en una convencional mirada no lucen por ahora compatibles.
Han desaparecido millones de kilómetros cuadrados de selvas tropicales y bosques templados, eliminándose sus árboles; igual decenas de miles de especies necesarias a la complementariedad de todos los que habitamos la tierra. Se han visto afectados los ecosistemas y muchas tierras laborables, se han contaminado las aguas, dañadas las ciénagas, zonas costeras y arrecifes coralinos, entre otros elementos; causa y consecuencias de un modelo de desarrollo, que esencialmente estimula el afán de lucro, el consumismo, conceptos de vida irracionales o una voraz competitividad, con frecuencia nada ética. Pero las áreas naturales poseen una función vital en los llamados sistemas ecológicos, dado que aportan los equilibrios a nuestro planeta. Diversos intereses se mueven en los marcos de un modelo que ha sido depredador del medio ambiente; pero hay los que no desean reconocerlo, bien por intereses económicos, ignorancia, o subestimación a los impactos se producen.
Frustrante para muchas personas es la conducta indolente de ciertos gobiernos, que en vez de proceder contra las perversas prácticas atentatorias sobre los recursos naturales, se convierten en cómplices de estas. La situación actual de los EEUU resulta significativa, pues de aliado del planeta ha dejado de serlo; dado la actual administración republicana, que niega su importancia y urgencia de enfrentar el cambio climático; le da la espalda a la lucha que se realiza para mejorar la situación y en vez de reforzar la responsabilidad mundial, ante la amenaza de esta, prefiere solo mejorar su economía doméstica.
Lógicamente las especulaciones sobre tal decisión han sido diversas y amplias: aislacionismo de EEUU, subestimación científica, nacionalismo ingenuo, ignorancia, insensibilidad humana, exacerbación económica, ausencia de solidaridad universal, o afán de predominio mundial, etcétera.
Pero por la razón que sea el presidente norteamericano retiró a EEUU de los acuerdos de París, establecidos dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y firmados por 195 países del mundo; paradójicamente EEUU la nación más contaminadora del planeta, se aparta de la lucha mundial contra la inquietante situación climatológica; poniendo de manifiesto voluntarismo en política y desconociendo los esfuerzos realizados durante años de trabajo por la comunidad científica internacional.
¿Qué mensaje envía al mundo ésta administración? Sencillamente que EEUU y su administración republicana, dan la espalda a las cuestiones del cambio climático y no cree o subestima la labor de los científicos y las ciencias ambientales. Ocurriendo ello coyunturalmente, cuando los acuerdos de Paris precisamente comienzan a alcanzar significativos avances e importantes acuerdos internacionales; en consecuencia con los resultados de las investigaciones científicas, por lo que tal decisión resulta un contrasentido. Los investigadores no han sido pocos, ni de un solo país, porque son cientos, miles de científicos de todas las latitudes del planeta, que nos han alertado sobre los problemas ambientales y riesgos por los que la humanidad atraviesa; sugiriendo además las medidas a tomar, unas más graduales y otras de mayor urgencia.
Otra pregunta sería. ¿Por qué darle la espalda a los acuerdos de París en vez de honrarlos, en detrimento de intereses universales y seguridad de la sociedad contemporánea? Resulta difícil responderla cuando aparecen avances, se reducen las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y comienza a recuperarse la capa de ozono; consecuencia precisamente de los acuerdos de París y los compromisos alcanzados de reducir en un 5% los gases de efecto invernadero.
EEUU y China son las dos naciones más contaminadoras del planeta, ambas se comprometieron (con independencia de cualquier consideración), a contribuir a tales intereses mundiales; decidiéndose ambas naciones a participar y honrar los acuerdos. China ha reiterado hacerlo y lo continua haciendo, EEUU y su actual administración se ha apartado y desentendido de ello.
La ratificación de los acuerdos de París lo hubieran agradecido todos los países y sociedades del mundo; pues se trata de un interés universal y de proteger la sobrevivencia de las futuras generaciones, la de nuestros hijos, nietos y…
Pocas veces la ciencia ha sido tan prolifera, investigando un asunto como el calentamiento global; por lo que no resulta necesario abundar en las probables y perjudiciales consecuencias, ante la decisión de retirar a los EEUU de los acuerdos de París. Lo que ha quedado claro es el desacuerdo y malestar originado internacionalmente y en amplios sectores de la opinión pública estadounidense, especialmente entre los numerosos movimientos ambientalistas y sus simpatizantes.
Por mi parte aprovecho los comentarios para expresar mi consideración hacia los científicos ambientalistas, que desde todas partes del mundo y durante décadas de trabajo (con seriedad y rigor científico), han alertado las consecuencias de las actuaciones humanas, y sugerido más amigables opciones para él desarrollo presente y futuro.
El gobierno estadounidense sin tomar muy en cuenta los aportes de la comunidad científica internacional, abandonó sus compromisos; lo que resulta una subestimación a los criterios científicos y un mal precedente para futuras negociaciones; igual errónea posición asumida (al menos en el plano de las actuales referencias mundiales); dando paso al voluntarismo, ignorancia, posiciones aislacionistas, o deseos perspectivos de jugar a la ruleta rusa.
Parece absurdo que esta administración excluya universalmente a la nación americana y promueva su aislacionismo; descomprometiéndose de acuerdos en que participan la mayoría de los países del mundo (195) y cuyas decisiones resultan de beneficio para todos; incluido por supuesto el pueblo norteamericano.
Más temprano que tarde la inteligencia, humanismo y sabiduría del ciudadano estadounidense sacará sus conclusiones; a no ser la administración republicana recapacite, o repare a tiempo su unilateral decisión; de no ser así preveo, que millones de ciudadanos estadounidenses valorarán de manera crítica la postura adoptada por Trump y los resultados se apreciarán (aunque transcurran tres años), cuando los estadounidenses nuevamente acudan a las urnas.
Mientras tanto los ciudadanos conscientes habrán que seguir trabajando por un mundo sostenible, necesariamente más justo y en consecuencia, creando condiciones para que todos podamos vivir y nuestra cultura no sea adversaria, a las necesidades de continuar desarrollándonos.
Al negarse la administración del presidente Trump a ratificar los acuerdos de París sobre Cambio Climático; debe adquirir conciencia contrajo una enorme responsabilidad histórica y le propicia un sensible daño a la humanidad y al planeta donde vivimos; pero a su vez ha colocado a EEUU y a sus ciudadanos, en una lamentable y embarazosa situación ante los ojos del mundo.