Por un redimensionamiento del sindicalismo en Cuba

Una vez publicado en Cuba Posible el documento “Por un redimensionamiento del sindicalismo en Cuba”, se recibieron diversos comentarios, sugerencias e interpelaciones, en general, sumamente significativos. Algunos de estos interrogan acerca de la necesidad de adecuación del ámbito sindical frente a la creciente heterogeneidad socio-económica del país. En sus análisis, se advierte sobre la necesidad de comprender, además, cuán diferente podría ser el sindicalismo, por ejemplo, en un central azucarero, en una fábrica de cemento, en un hotel para el turismo, en una “paladar”, en un conjunto disperso de cuentapropistas plomeros, o en una consultoría autónoma de abogados o arquitectos (esto último, por cierto, aún no resulta posible en la Isla, pero nada sustancial impide que pudiera permitirse y legalizarse en cualquier momento).
El planteamiento presenta un desafío para el análisis ciudadano, la política en la Isla, la iniciativa legislativa, la institucionalización del país y la práctica sindical. Se considera relevante dejar constancia de este reto y acompañarlo con algunas observaciones que, aunque puedan parecer respuestas, no son más que preguntas y, sobre todo, un llamado al discernimiento de quienes están capacitados para aportar claridad sobre el asunto.
Los orígenes de los sindicatos
Los sindicatos tienen su origen, de algún modo, en las corporaciones artesanas medievales, en cuanto que estas organizaciones unían entre sí a las personas pertenecientes a la misma profesión y, por ende, en base al trabajo que realizaban. Sin embargo, los sindicatos se diferencian de las corporaciones porque se desarrollaron sobre la base de la lucha de los trabajadores, sobre todo de los trabajadores industriales, para asegurar sus derechos frente a los propietarios de los medios de producción y a los empresarios. No obstante, también ha sido importante en la organización de trabajadores de la agricultura, del sector intelectual, etcétera.
La pluridimensionalidad de los sindicatos
La creciente pluridimensionalidad de cada acto humano y de todas las relaciones sociales indica que los sindicatos solo conseguirán éxito y seguirán siendo sujetos vitales de la historia si logran trascender el criterio de constituirse como meros reflejos de una “estructura de clase social”. En este sentido, los sindicatos deben configurarse como agrupaciones de distintas profesiones que, colocando en el centro todas las cuestiones relacionadas con el trabajo, y considerándolas en su relación intrínseca con toda la vida social, cultural, económica y política del país, luchan por la “ justicia social”, sin convertirse en una plataforma política programática particular.
Por ello, resulta necesario destacar que el tradicional vínculo de los sindicatos con partidos políticos, iglesias u otras instituciones sociales siempre sería legítimo y provechoso, al igual que el servicio recíproco en favor de los intereses compartidos; pero este vínculo debe desarrollarse dentro de una dinámica relacional que garantice una autonomía sólida a favor de la soberanía de los trabajadores en el gobierno de los sindicatos.
La adecuación de los sindicatos en un mundo socio-económico pos-industrial

Al considerar el tema, se presenta la cuestión sobre la adecuación de los sindicatos en un mundo socio-económico que puede ser caracterizado como “pos-industrial”, a pesar de la presencia de industrias, incluso en su formato clásico. A este respecto, aunque todavía existen y seguirán existiendo ámbitos laborales en los cuales la actividad sindical corresponde a su forma tradicional, se reconoce que muchas actividades laborales y socio-económicas están tomando direcciones diferentes, orientándose más hacia modelos profesionales.
Esta reformulación puede ser respaldada por al menos dos causas. El desarrollo de las comunicaciones, especialmente a través de Internet, ha permitido un trabajo independiente y muy individual, en el cual las capacidades laborales se ofrecen a quienes las necesitan y, como consecuencia, se reciben las retribuciones correspondientes. Además, la especialización de las potencialidades profesionales y creativas ha llevado a que algunas actividades laborales, como por ejemplo, una empresa de transporte, se concentren únicamente en su objeto social y subcontraten a otras empresas diversas funciones anteriormente realizadas internamente, como recursos humanos, contabilidad, asesoría y gestión legal. Esto ha dado lugar, en muchos casos, a la desintegración de los antiguos ámbitos laborales y a la reorientación hacia nuevas estructuras basadas en las profesiones, lo que también tiende a la desagrupación clasista y de los viejos conglomerados socio-económicos.
La redefinición del quehacer sindical

Estas realidades y las transformaciones que se produzcan en el mundo socio-laboral exigirán un replanteamiento y redimensión del quehacer sindical, con el objetivo de preservar, en cada momento, la capacidad de servir a su naturaleza sociológica y evitar que se convierta en algo del pasado, relegado a los recuerdos o a los viejos libros de historia.
En las sociedades donde el proceso de transformación avanza más, será necesario desarrollar el ejercicio de asociaciones profesionales (abogados, economistas, contadores, arquitectos, ingenieros civiles, etc.) que amplíen sus funciones para defender y proteger los derechos laborales y los ámbitos de trabajo en los que se desempeñan sus miembros. Asimismo, también se requerirá la creación de organizaciones sociales basadas en otras profesiones con menor soporte intelectual, comúnmente denominadas “de oficios”, que aborden los derechos laborales y los ámbitos de trabajo de quienes laboran de manera individual (como plomeros o carpinteros cuentapropistas) o de forma gremial.
En estos casos gremiales (por ejemplo, en un establecimiento de carpinteros, una consultoría de contadores, un bufete de abogados o un gabinete de arquitectos), para cumplir con la función de defensa y protección de los derechos laborales y los ámbitos de trabajo, será necesario diferenciar entre empleados y empleadores o propietarios de la entidad. En cualquier circunstancia, no tendría sentido ni funcionalidad auténtica que ambas partes integren una misma dinámica sindical o análoga. Esto no debe restar importancia al desempeño que los profesionales de estas asociaciones puedan tener en cuestiones sindicales clásicas cuando trabajan en entidades de formato tradicional.
Libertad para organizar sindicatos y asociaciones
La ley debe garantizar la libertad de los trabajadores y profesionales para organizar e integrar sindicatos y asociaciones de acuerdo con sus preferencias. En este sentido, no sería adecuado rechazar la posibilidad de que se puedan constituir más de un sindicato dentro de un mismo sector o múltiples asociaciones dentro de diversas profesiones. Aunque esto no sea lo ideal, dado que la naturaleza de la responsabilidad sindical exige colaboración e integración entre los actores, algunos argumentan que en cualquier centro de trabajo podrían existir uno o más sindicatos. En este caso, los sindicatos adicionales deberían basarse en fundamentos y proyecciones diversas, no en la división de tareas dentro de la empresa.
De igual manera, existe un consenso generalizado de que, independientemente de los fundamentos y proyecciones que cada sindicato o asociación elija libremente, toda organización sindical o análoga debe abordar y defender los retos planteados en el documento titulado “Por un redimensionamiento del sindicalismo en Cuba”.
Unidad sindical y su necesidad

Aunque algunos defensores de la pluralidad sindical reconocen que los intereses fundamentales de los trabajadores son en gran medida comunes, con características que los unen y los constituyen en una fuerza social, esto justifica la creación de formas de unidad sindical que refuercen el poder de estas asociaciones y fortalezcan la defensa de los intereses comunes de los trabajadores. Sin embargo, se señala que esta unidad debe surgir de la iniciativa de los propios trabajadores, organizarse desde la base y dejar de ser una estructura centralizada, constituyéndose en un instrumento de coordinación entre sindicatos de diferentes sectores y tendencias, y también integrando esfuerzos de otras asociaciones análogas.
Algunos sostienen que, dada la importancia del tema laboral, deben existir sindicatos bien establecidos y capacitados, y que, por tanto, el Estado tiene la responsabilidad de promoverlos y garantizar su existencia de forma legal, institucional y económica. No obstante, se subraya que esto debe hacerse dentro de un marco que asegure el acompañamiento del Estado como garante del interés público, pero que al mismo tiempo respete la autonomía de los sindicatos frente a las entidades y autoridades estatales.
Finalmente, se considera esencial la creación de un marco legal adecuado sobre los temas relacionados con el sindicalismo, así como la constitución de una judicatura que se encargue de velar por su cumplimiento, garantizando la protección de los derechos de todos los trabajadores, incluidos aquellos no afiliados a sindicatos.